Bitácora de Celeste III

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A pesar de mi corta (quizá no tan corta) edad, debo asegurar que no por haber experimentado poco de la vida no he sentido ni amor o dolor. Esos amores que te roban hasta el último pensamiento cuerdo o de esos dolores que te carcomen el alma con fuerza hasta desear la extinción del cuerpo.

Si bien hasta ahora e echo cosas de las cuales no me arrepiento, hay otras que preferiría cambiar. Pero al pensar que hasta de haber escogido patatas para el desayuno hace 10 años no habría conocido a luna, mi forma de vista cambia por completo.

Ah. Luna, mi bella obra de arte perdida en este asqueroso mundo de vulgares ignorantes faltos de la gracia que los haría volverse locos con tan solo el aroma que emanaban tus cabellos salidos de tu coleta.

Aquella chica me enseñó más de la vida misma de lo que años de universidades privadas o filósofos con diplomas habrían podido.

« Y que el arte es solo perspectiva. »

Cada parte de luna, a mis ojos era la más grande perfección del plano dimensional, sus sonrisas, su forma de ver el mundo era un banquete de exquisitos análisis, opiniones y argumentos, nuestros debates se llevaban lo mejor de conocimientos propios y nos perdíamos en una realidad donde solo existía ella y yo. El arrepentimiento (así como el amor, y otros cientos de palabras más) adquirieron un nuevo significado.

Sin embargo, algo de lo que realmente me arrepentiré hasta el final de mis suspiros, es de jamás haberte dicho "te amo", joder qué, consideraba aquella palabra tan vacía, tan corriente y sosa para ser la definición de lo que sentía por ti, mi mente se abrió más allá de la palabra qué... sin tener en cuenta que para el resto, como para ti, esa pequeña palabra hubiera hecho una enorme diferencia.

Creo que ni en ese momento, ni ahora, podría encontrar una palabra que abarque una décima parte de lo que verte de lejos me hacía sentir. Pero si es lo que tengo que decir para tener un solo segundo más contigo, lo gritaría hasta desgarrarme la garganta.

« Y si alguno de ustedes la ve.

Dígale que si la amaba.

Y la amaré hasta el final de mis mil vidas. »

−Celeste

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