Guardianes del olvido III

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Oculta envidiosamente en un lugar secreto de "tierra 2" se encuentra impregnada una parte importante de una primordial guardiana del olvido.

Solecito. En diminutivo haciendo referencia a la pequeña persona que ocultaba enormes sorpresas.

Ella llegó como un rayo de luz en primavera. La más alegre y encantadora de los guardianes del olvido. Su aparición fue en un momento de armonía que no pudo ser más bien recibido, vino aparejada del último gran cuerpo celeste que se mencionara más adelante.

Era un ser inocente, lleno de energía y una luz para hacer ver cualquier cosa con claridad. Un enrome núcleo de paz y dulzura que nadie podía pasar por alto.

Pareciese que la encantadora gran estrella buscaba con quien compartir su inagotable luz y belleza, al final cruzó orbitas con la pequeña niña. Y esta no podría estar más que gustosa de ello.

Ella se encargaba de resguardar la seguridad de la esperanza. Ella y sus enormes ojos mieles traían esperanza a donde fuera.

Llevaba una doble vida, cuando no era un celestial cuerpo de aura clara era una extrovertida niña de cabellos dorados.

Para los oscuros seres de "tierra 1", Solecito no era una fascinante creación del universo que tenían que admirar, para todos esos tristes humanos solo era Coty, una chica irrelevante e infantil que necesitaba crecer y ver el mundo como ellos querían que lo hiciera.

Sin embargo, "tierra 2", en donde los verdaderos colores del arcoíris no son 7, Solecito era todo por lo cual dejar la obscuridad de lado valía la pena.

Sus ojitos brillando, su increíble radiación al sonreír era algo digno de apreciar solo de lejos.

Y la niña se sentía contenta, porque justo cuando una parte de la felicidad que llegó a su vida tuvo que ser bendecida con otra, porque había un pequeño lugar de piel de porcelana donde podía brillar sin temor a nada.

Solecito no estaría sola en este gran espacio, al menos mientras la pequeña niña tenga un ápice de oscuridad gris que quiera aclarar y "tierra 1" sea donde se encuentre, ella la acompañará, tal vez juntas puedan expandir su aura clara y compartirla con el resto, o anclarles un poco el camino al resto de guardianes del olvido.

Mientras eso pase, la pequeña niña espera que los humanos no logren apagar la enorme y divina dulzura que habita en ella, o que si llegasen algún día a querer experimentarla, tengan la suficiente voluntad para entregarse sin miedo al reconfortante espacio que los espera.

−mikrokosmos

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