Miraba al otro lado del cristal, observando como dos gotas de agua resbalaban. "¡Tú puedes gota de agua numero dos!" gritaba mentalmente viendo a esta última detener su camino cediendo ventaja a la gota de agua número uno.
La torrencial lluvia seguía y seguía sin cesar.
Llevaban días así, y para nada me quejo, la lluvia siempre ha sido mi delirio. Desde el viernes pasado cuando a eso de las seis de la tarde el cielo se nubló de poco a poco hasta que dos horas después se desató la tormenta, "menos mal mi estrella tuvo ese día libre" pensé al voltear a la sala en su búsqueda, hacía rato que no escuchaba su voz al compás de una alguna canción pasada ni sus insistentes preguntas sobre si habré o no tomado alguno de sus colores favoritos, pues sabe cuánto amo colorear.
Volviendo mi vista a la extasial carrera de gotas de agua me reprendo por ser tan distraída incluso al redactar esta anécdota. Como decía, desde el viernes que se nu- "¡SI! ¡ASÍ SE HACE GOTA DE AGUA NUMERO DOS!" ¿Qué? ¡Joder la historia! Si, si, como decía, desde el viernes en que se nubló el sol no ha vuelto a salir, de eso ya cuatro días en que los niños salen de sus casas con botitas de hule, impermeables de dinosaurio y sombrillas de arcoíris.
En mi trabajo aún no era requerida y gracias a las lluvias, mi estrella tenía unos cuantos días de descanso en los que podía dormir hasta tarde, colocarse una manta mientras se perdía en sus audífonos o simplemente coger un lápiz y dibujar.
El frío aún tenía presencia en mi cuerpo a pesar de la calidez de casa y mi enorme suéter de lana rosa, las calles arrastraban el agua creando pequeños canales en las aceras dónde podrías colocar un barquito de papel y verlo navegar... esto claro a menos hayas leído o visto "It", en ese caso un barquito de papel en las calles es un signo de peligro en mayúsculas. Si viera un niño haciendo eso probablemente saldría de casa a pisar el maldito papel que me dejaría más muerta que los bichos que casan Christian y Ana.
Y mientras volvía mi atención a la ventana, una sonrisa se impregnó en mis labios al sentir un par de brazos aferrándose a mi cintura.
− ¿En qué tanto piensas, cometa? – su aliento cálido se cuela por mí cabello haciendo su voz sonar más grave ante la cercanía.
Solo veo las gotas de agua en la ventana – siento su sonrisa en mi mejilla y no puedo evitar cerrar los ojos y disfrutar la sensación tan dulce.
− ¿Y quién va ganando esta vez? – "Demonios"
− Pues – abro los ojos y hallo a mis competidoras − ¡Gota de agua numero dos! – grito alzando los brazos sin ocultar mi emoción.
"Lo sabía" alardeo internamente mientras una pequeña parte de mí baila en ropa interior alguna canción ochentera.
Su pecho vibra por la risa que emite y giro aún en sus brazos para quedar frente a frente viéndolo con una sonrisa de labios cerrados, su mirada se dirige a mi rostro y liberando una mano hunde su dedo índice en mi mejilla.
−Me gusta tu hoyuelo.
− Es un defecto natural ¿recuerdas? – digo conteniendo las comisuras de mis labios que comienzan a elevarse.
− Según tú, niña berrinchuda, toda tu eres un defecto natural – su voz extrañamente suave me derrite por dentro. Aunque claro, ninguna facción de mi rostro delata aquello.
− ¡Claro que no!
− No mi amor, no lo eres, y me alegra saber que al fin lo reconoces – "Cabrón de..."
− Idiota – mascullo rodando los ojos.
Libero mis brazos de su agarre para colocarlos alrededor de su cuello viéndolo fruncir el ceño y hacer un puchero.
− ¡Pero soy tu esposo! – dice con falso tono de indignación. "Solo le faltó colocar el dorso de su mano en su frente y dejarse caer la sofá."
− Sí. Ahora eres un idiota comprometido, gran diferencia.
Veo su rostro que aún mantiene una expresión de "Te voy a soltar un drama que ni Shakespeare..." y sin poder controlarlo lo tomo por la nuca para besarlo.
Lo beso despacio, con toda la ternura que se fundió en mi pecho desde la primera vez que probé sus labios, acaricio su mejilla para sentir su suave piel bajo mis dedos haciéndome sentir todo el maldito paraíso en esa simple "francamente no tan simple" contacto, le beso tan despacio que la amargura antes me producía algo así se disipa en la dulzura y exquisitez del sabor que encuentro en su boca logrando que me separe a verlo con curiosidad ladeando la cabeza.
− ¿Chocolate caliente?
− Chocolate y bombón.
−Chrysó
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Entre cuentos y estrellas
Tiểu Thuyết ChungDonde las inseguridades se vuelven versos. Los celos son ciencia ficción. Y el amor sin poesía es un grito a la agonía. « Pensamientos tontos y sin sentido de una niña de la luna para el chico de las estrellas. »