PRÓLOGO.
Maine, febrero de 2011
Cuando más bonita está la casa es por las mañanas. La diseñó para que así fuera, con ventanas amplias, muy amplias, que van del suelo al techo de manera que se vean la arena, el mar y el cielo amplio, muy amplio. Por las mañanas la playa está desierta y limpia, una página en blanco en la que escribir el nuevo día. Y la salida del sol sobre el Atlántico es un milagro diario que se siente honrado de poder contemplar. Nunca olvida lo distinto que podía haber sido todo. En la casa no hay cortinas, nada que tape las vistas. Las paredes son blancas y se tiñen con la luz: del color perla pálido o rosa del interior de una caracola, o del dorado intenso y cálido del sirope de arce. Estos días apenas duerme y casi siempre está despierto cuando el alba se extiende poco a poco por el horizonte. A veces se espabila sobresaltado notando ese roce ya familiar en el hombro.
Teniente, son las cuatro treinta de la mañana y hoy vuela…
Se cierra un círculo. El dedo que lo dibuja en el cristal empañado vuelve despacio al comienzo, al punto donde todo empezó. Estos días los recuerdos lo acompañan de forma casi constante, sus colores frescos, sus voces vívidas. Amaneceres de tiempo atrás.
El olor a combustible y a metal recalentado. El zumbido quejumbroso, primitivo, de los motores en la pista de despegue y una marca roja en un mapa.
Hoy, señores, el objetivo es…
Ha pasado tanto tiempo… Casi una vida. Es el pasado, pero no da la sensación de haber terminado. La marca se extiende cruzando el océano al otro lado de la ventana hacia el horizonte lejano, hacia Inglaterra.
La carta reposa entre frascos de pastillas y paquetes de agujas estériles en la mesilla, a su lado, su familiar dirección, tan evocadora como un poema. Una canción de amor. Ha esperado mucho tiempo para escribirla.
Durante años ha tratado de resignarse a cómo son las cosas y de olvidar cómo deberían haber sido, pero a medida que los días se acortan y las fuerzas le abandonan, se da cuenta de que es imposible. Las cosas que dejamos atrás son las cosas que importan, como rocas expuestas por la marea menguante.
Así que ha escrito la carta, y ahora aguarda impaciente a que esta emprenda su viaje. Hacia el pasado.
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A UN PASO DE PERDERTE
RomanceUnirse en matrimonio en tiempos de guerra es difícil, pero es más difícil descubrir que tus sueños se derrumban el primer día de casados. Pero entonces Candy conoce el verdadero amor con Terry y sin embargo un abismo lo separa. Él juro amarla toda...