A UN PASO DE PERDERTE 13

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Capítulo 13.

22 de junio del 43

Querida Candy:

Qué alegría recibir tu carta. No quería causarte problemas escribiéndote cuando estaba Charles en casa, pero me preocupó no saber nada de ti durante tanto tiempo. No sé qué es lo que me preocupaba exactamente. Quizá es que echaba de menos oír tu voz. Supongo que era de esperar que Charles no tuviera que volver a Túnez. Las cosas llevan un tiempo mucho más tranquilas en el norte de África gracias a vuestro hombre, Montgomery. ¿Cuánto tiempo estará en el centro de instrucción antes de zarpar con el nuevo regimiento? Le pedí a Johnson que buscara Barnard Castle en sus mapas de navegación. Dice que para ser Inglaterra está bastante lejos, lo que es bueno. Probablemente no debería decir algo así, pero ¡al cuerno! Odio que no sepa apreciarte, lo que supongo entra dentro de lo razonable.

También odio que me impidiera verte aquella noche, y sé que esto ya no es tan razonable. Fue estupendo conocer a Nancy y ponerle cara (lo cierto es que le pega llamarse Nancy), pero habría sido mucho mejor verte a ti. Ese Peter Underwood parece un tipo de lo más raro…

Por lo que me cuentas parece indudable que tiene una fuerte influencia en Charles. Esperemos que no se lo encuentre la próxima vez que vuelva de permiso. Me alegro de que los melocotones fueran tan bien recibidos. No tienes que darme las gracias. Si no recuerdo mal ya me las diste (y lo recuerdo muy bien… de hecho no hago otra cosa. Ada me cayó muy simpática, pero es bastante inoportuna). Tres cajas de melocotones en conserva es un precio muy pequeño por un beso como aquel.

Cuídate, mi niña preciosa, hazlo por mí.

Tuyo, Terry x.

27 de junio del 43.

Querida Candy:

Al límite no ha llegado todavía al cine de Bury St. Edmunds, pero estaré pendiente. La semana pasada ponían —otra vez— Me casé con una bruja. No me gustó demasiado la primera vez que la vi, pero Morgan está chiflado por Veronica Lake, así que tuve que verla una segunda. ¿Y sabes qué? Me dormí. En cualquier caso, dormirse en una película de Veronica Lake en compañía de un tipo con el que paso demasiado tiempo no es nada comparado con dormirme escuchando a Myra Hess contigo. (La verdad es que no me puedo creer que hiciera algo así y que tú fueras tan comprensiva). Creo que los aviones que viste en el noticiario son los mismos que piloto yo, los B-17. Son grandes, pero no tanto como los B-24 que están llegando ahora de Estados Unidos. Todos tienen nombres y dibujos pintados en el morro, pero no me preguntes de dónde viene esa costumbre. El nuestro se llama Ruby Shoes y tiene un dibujo de una pelirroja guapísima con unos zapatos rojos relucientes y casi nada de ropa. Le pusimos ese nombre por nuestro artillero, un muchacho llamado Joey Harper. Es el miembro más joven de la tripulación y echaba tanto de menos su casa durante las primeras tres semanas de instrucción que casi no hablaba excepto para decir cuántas ganas tenía de volver. Como es de Kansas, decidimos que lo que necesitaba era un par de zapatitos rojos como los que lleva Dorothy en El mago de Oz (¿has visto la película?). La chica tan atractiva que los lleva es de propina. Hemos estado muy ocupados últimamente. Casi hemos completado ya quince misiones, que es cuando te dan una medalla (supongo que creen que deben darnos algo porque no creen que vayamos a llegar a las veinticinco). No cuentan las veces que he salido con otras tripulaciones. Pensé que con el tiempo resultaría más fácil, pero no puedo evitar pensar que las probabilidades en mi contra son cada vez mayores. Lo mejor es no pensar en ello. Cuídate.

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