Despedidas

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 "Vine a Escocia a morir.

Estoy cansada, solo quiero dormir, dormir para siempre.

Hace un tiempo deseé con todas mis fuerzas estar sola. Hoy, no solo estoy sola, sino que me siento sola, y no lo puedo soportar.

¡Por qué! Todavía no lo entiendo. No quise que esto pasara, nunca quise sentir que agonizo en vida.

Esto es el fin. No quiero seguir pretendiendo que todo está bien, que va a pasar...que escucharé las risas de mis adorados hermanos y las caricias de mi dulce madre diciendo que ya está, que fue un mal sueño, que todo está bien.

Nada está bien.

No es un sueño.

Mi familia está muerta.

Estoy sola. Me siento sola.

Muero por dentro".

Mi familia eran mi madre, mis hermanos Tomás y Liliana. Éramos solo nosotros, papá había muerto hace mucho, cuando éramos pequeños. Así es que no tengo muchos recuerdos de él. Sólo sé que mamá nunca volvió a casarse. Casi nunca hablaba de papá, decía que a los muertos había que dejarlos descansar.

Yo pensaba lo mismo.

Recuerdo que vivíamos en una casita hermosa, con tres perros y una gata muy mañosa, pero que queríamos por igual, se llamaba "Bambú".

Tres días antes de la tragedia, ella se fue, creo que fue el instinto que le avisó que debía huir de una maldición que se avecinaba.

Los otros tres perros, siempre fieles, se quedaron hasta el final, aún cuando desde la pena y el dolor que me embargaban y aún me embarga, no los alimentaba, desatendiéndolos por días.

Creo que los vecinos se dieron cuenta, no estoy muy segura, pero de un momento a otro, ya no los vi más. Fue mejor así, ya no sufrirían por las ausencias de quienes ya partieron, y de mi propio e inconsciente abandono.

Es mejor así, que se salven, que huyan.

Ese día, 31 de mayo, yo estaba en casa. No fui con ellos al sur. No es que no pudiera, es que no quise hacerlo. No tenía ganas, y en un acto de rebeldía, simplemente me negué a hacerlo.

Aún recuerdo la insistencia de Liliana, y mi rotunda negativa a acompañarlos

-"Te vas a arrepentir"- Me dijo a modo de despedida, en un tono que no daba cabida al enojo, pero que me sonó más a despedida...

Recuerdo que la miré a los ojos, y le dije "no me importa", pero de un extraño modo, sí me importó, y mucho. Se alojó en ese momento, una desazón horrible en mi pecho, como un último llamado de advertencia.

Salí fuera, me puse al frente del auto, y me despedí: "¡No se enojen, lo que pasa es que no me gusta salir. Además, ¿por qué tienen que ir justo ahora? Quédense conmigo. No vayan. Yo los necesito más que esos tíos que van a visitar. Los quiero mucho!".

-Hija, eres tú quien decide. Venimos planeando este viaje al sur desde el mes pasado. Si no quieres ir con nosotros, no importa. Ya nos reencontraremos. Te amo, hija. Nunca lo olvides-

Sí, madre, claro que nos reencontraremos.

-Adiós, Mila, cuídate. Volveremos pronto. Trata de buscar a Bambú, por favor, extraño a esa gata mañosa.- Dijo Tomás, a modo de despedida.

Y de pronto, una espantosa corazonada me sobrevino, y unos deseos casi irrefrenables de detener ese auto me impulsaron a lanzarme tras él, pero solo atiné a correr y despedirme con lágrimas en los ojos...fui una estúpida, yo debí irme con ellos, yo debí morir con ellos...nunca me lo perdonaré.

3.58 de la madrugada. Una llamada me despierta de inmediato. Un feroz accidente en carretera dejó sin sobrevivientes a los ocupantes del auto Nissan B16, placa patente 345-957-1.

"Lo siento" me dijeron. De ahí lo que recuerdo son retazos de lo que pasaría a continuación...un grito ahogado que cruzó mi habitación y se alojó para siempre en mi conciencia, recalcándome que pude haber detenido la tragedia, o que pude irme con ellos para siempre...

Pronto, mucha gente por todos lados, mareos constantes que no se me iban con nada.

Las lágrimas nunca fluyeron, nunca lloré. Una pena negra, profunda y amarga se alojó muy dentro mío. Ya nada tenía sentido, ya nada valía más para mí.

Toda mi vida quise vivir sola, estar sola...pero no de esta manera, no sintiéndome tan vacía.

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"Ayudándote a sentir", "es una gran tragedia", "no te preocupes, el tiempo lo cura todo", "si necesitas cualquier cosa, solo llama"... "Dios los llamó a su lado"...

Ya no pude seguir oyendo nada más.

Pese a las horribles circunstancias, tuve que hacerme cargo de los funerales, los seguros e identificar los cuerpos.

No quiero recordar eso, no quiero recordar cómo mis ojos ardían en esa fría sala de hospital, con tres almas vacías, en un silencio doloroso.

No quiero recordar sus expresiones carentes de vida en aquel lugar tan ajeno y en tan siniestras circunstancias.

No quiero recordar, pero debo hacerlo...es la única manera de volver a ellos... de no olvidarlos.

"Déjame Ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora