-¡Si me tocas, me mato!
Gabriel se detuvo justo antes de terminar de romper el vestido de Emilia.
-¿En realidad quieres que me detenga?- No respondí, el tono de ironía en su voz, no daba lugar a dudas. Estaba decidido a hacerlo, pero yo también estaba decidida.
-Usted, usted es un monstruo que no entiende de razones...usted me convirtió, o más bien quiso convertirme en lo que es...pero se equivoca conmigo. Nunca, ¿me escuchó? ¡nunca seré como usted! ¡nunca! ¡antes prefiero morir!- Al ver mi reacción, tardó en responder. Solo se quedó ahí, quieto, callado, meditando. Como si todo esto no fuera más que una partida de ajedrez.
-¿quieres morir? ¡te salvé! Te traje a la vida nuevamente, te quise mucho antes que me conocieras. Te he amado por mucho tiempo en silencio. He esperado siglos para volver a tenerte...y tú, pequeña ingrata, ¿tú me dices ahora que quieres morir? ¡no te dejaré! ¡no permitiré que me separes de ti! Soy un ser demasiado egoísta como para dejar que mueras. Tu te quedas conmigo, ¡eres mía, maldita sea, mía!- Gritó Gabriel con una ira contenida que no supo frenar más tiempo, agarrando por los brazos a Emilia de una manera brusca, la zamarreó hasta casi perder ella el conocimiento, luego la alzó en sus brazos y la llevó fuera. Sentía que el aire de la habitación estaba demasiado viciado, luego de que la muchacha que yacía en el piso y que había servido para su placer y alimento, muriera hace unos minutos.
-¡¿dónde me lleva, señor?!- preguntó Emilia, mientras era cargada por el vampiro- Te llevaré donde perteneces, a mi habitación, nuestra habitación- Emilia no supo qué responder, pero tampoco podía hacerlo. Le faltaba aire, sentía que se ahogaba. Algo andaba mal con ella.
-Gabriel, me muero...no...puedo...respirar...todo me...todo me da vueltas- el vampiro comenzó a desesperarse. Sabía lo que era: Emilia estaba muriendo a causa de no alimentarse de sangre. Ella misma estaba acabando con su vida.
Al llegar a la gran habitación, la depositó con cuidado en el mullido colchón, como si fuera de cristal y temiera que se rompiera por su culpa.
-No puedes morir, Emilia. Otra vez no. No lo soportaré.- dijo, y sin esperar respuesta, se abrió la camisa, y cortó una vena cerca de su pecho- bebe- Emilia protestó y dentro de su inconciencia, apartó la herida de Gabriel- ¡no lo haré! ¡no seré como USTED! No lo haré...- El vampiro se separó de ella, su sangre púrpura tiñó las sábanas.
-¿Te dejarás morir, entonces?- preguntó cautelosamente el vampiro- Sí, respete eso por lo menos- fue lo último que dijo, ya que sus fuerzas se agotaban, prefirió callar y apoyar su cabeza en la almohada. Segura que Gabriel ya no insistiría.
- Si es tu deseo morir, déjame al menos cumplir mi propio deseo contigo- y antes que ella pudiera negarse, él continuó- Déjame besarte.Emilia no supo negarse a tal petición, así es que aceptó. Cerró los ojos y esperó.
Gabriel se posicionó muy cerca de ella, tomándola de los brazos firmemente, sin soltarla.
"Pareciera que quiere inmovilizarme", pensó la muchacha.
-Mantén los ojos cerrados, Emilia. Deja que yo me haga cargo.- Dichas sus palabras, se acerca a la boca de ella y la besa apasionadamente. Como si quisiera transmitirle todos sus miedos y temores más profundos.
Fue un beso prolongado.
Emilia abrió sus ojos en forma desmesurada. Algo no andaba bien, lo había instuido y a ahora estaba segura.Una gota de sangre resbaló por los labios de la chica, hasta caer a las sábanas y mancharlas.
Era la sangre que Gabriel había dado a Emilia por medio de ese beso.Gabriel había ganado, debía reconocerlo Emilia, pero solo en esta ocasión. Ella no sería un monstruo que vaga por las noches matando gente inocente. No lo haría.
Su esencia no era esa.-¡Usted...me engañó. Me mintió!- exclamó dolorida Emilia.
-Simplemente te besé, muchacha. Tú me dejaste. Me diste permiso de hacerlo ¿No te acuerdas acaso?- Gabriel la observaba desde su posición sobre ella con un brillo de triunfo en sus hermosos ojos verdes.-¡Esto no puede ser!- volvió a insistir la chiquilla.
-Esto es así, convéncete. No hay nada de malo, solo fue un beso y ya está.Un instinto desde lo más profundo de su ser, hizo que Emilia alargara sus brazos y lo atrajera hacia sí.
Era la sangre del vampiro que le hacía bullir la suya sin poderse controlar.
Era pasión, la misma que sentía Gabriel por ella.-Te deseo, Gabriel. Te deseo aquí y ahora.
-Emilia...- sonrió el vampiro.
-Por favor, Gabriel...no soporto este deseo...- Emilia no era conciente de la ardiente mirada que el vampiro le daba. Él sabía que era la sangre, su propia sangre la que hacía estragos en la chica, y no algún apasionamiento que venga de ella. Aún así, era tentador verla removerse en las sábanas, mostrando su cuello para ser mordido, cerrando los ojos y susurrando palabras inteligibles.
Su camisola casi no la cubría.
Estaba a merced de Gabriel, él lo sabía y le gustaba. La deseaba más que a nada y era el momento de cobrar tantos años de sin ella, esperándola, añorándola.
Por fin Emilia iba a ser suya en cuerpo y alma.
No despreciaría la oportunidad.
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"Déjame Ir"
Random"Vine a Escocia a morir". Estoy cansada, solo quiero dormir, dormir para siempre. Hace un tiempo deseé con todas mis fuerzas estar sola. Hoy, no solo estoy sola, sino que me siento sola, y no lo puedo soportar". Gabriel, un oscuro y extraño hombre...