La sangre es vida

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Estoy encerrada desde ayer en este maldito lugar.

No puedo escapar.

Desde que discutimos en la Biblioteca, "Gabriel" y yo. Gabriel.. ¿en serio ese hombre se llama Gabriel? Gabriel, Gabriel...como el ángel, pero él es un demonio. Un chupasangre. No hemos vuelto a hablar. Me da miedo lo que ese vampiro pueda hacer, así es que prefiero no enfrentarlo.

Ser invisible es una opción.

Ayer, pasada la media noche, escuché unos ruidos raros viniendo del cuarto de "Gabriel", Dios, todavía no me acostumbro a ese nombre... Alexander ya no está. Se ha ido, dejándome un increíble vacío en el corazón...era una farsa, así como mi nombre, "Matilde", Matilde De Armadale"...ni siquiera ese apellido es el verdadero. Gabriel, Gabriel Balmoral Di Negri.

-Entonces, todo ha sido una ilusión. No existe nuestra unión, no estoy casada con ese monstruo...¿soy libre?-sonrío para mis adentros, pues una luz en medio de la oscuridad resplandece para mí- una oportunidad para escapar que no pienso desaprovechar.


Traté de abrir la puerta que conduce al pasillo, pero no hubo caso. No abre.

Intento nuevamente, pero no funciona. Solo me quedo ahí. Callada, expectante, quieta.

Y escucho de nuevo, es él. Algo está haciendo, se escuchan gritos, quejas, suspiros..¿será que otra vez está "alimentándose"? No lo soporto, no creo poder seguir en esta situación. Es escandaloso. Inmoral.

Y de pronto, una vocecilla impertinente en mi cabeza comienza a hablarme sin yo pedirlo...¿Celos, Emilia?

-¡jamás! Nunca de un...de un... vampiro...-ahí está, otro golpe, otro grito...otro y otro, y otro ¡basta! ¡basta! grito, pero nadie escucha. Tapo mis oídos, pero los sonidos persisten. De pronto, y como si mis ruegos fueran escuchados, los infernales ruidos desaparecen, quedándome en completo silencio.

Paz.

Aparente paz.


De repente, frente a mí, se abren las puertas de par en par, y entra Gabriel, con una mujer desnuda entre sus brazos.

-Ten, Emilia, bebe- Me dice, como si de una gaseosa se tratara. Me siento conmocionada por la situación, no logro comprender el alcance de la situación. Me siento desconectada- Si no bebes, mueres, Emilia. Somos bebedores de sangre, es lo que hacemos.

- ¡No!- tomo mi cabeza con mis manos- ¡esto no es real! ¡no quiero, no quiero, no quiero!- me abalanzo sobre Gabriel, y comienzo a golpearlo hasta que suelta a la mujer moribunda, con dos visibles agujeros en su pecho. Ella abre sus hermosos ojos celestes, tristes y asustados. Es una chica joven y muy linda. Siento lástima por ella.

"ayúdame", logra susurrarme antes de perder el sentido.

Me rebelo ante el monstruo que no termina de soltar a su presa.

-¡Suéltela! ¡por favor, suéltela!- grito como poseída por una fuerza que yo misma desconozco- No aguanto este espectáculo aterrador, me falta el aire. De pronto, la habitación comienza a dar vueltas.

-¡No, Emilia, debes alimentarte! Si no lo haces, morirás...y si tú mueres, yo muero contigo.- Quedo sin ideas en mi cabeza, él quiere cuidarme, pero ¿a qué precio? Está loco. No es posible que por "salvarme" a mí, mueran víctimas inocentes. Esta chica tiene toda la vida por delante, y él, monstruo egoísta, decide sin más, matarla para que él y yo sigamos viviendo. No, no puedo llegar a comprender la magnitud de lo que tengo frente a mis ojos.

-¡Prefiero morir!- le grito.

Morir. Y de pronto la idea no se me hace tan mala, como si desde el fondo de mi corazón, una sensación de bienestar comenzara a inundarme con la idea de la muerte.

Me estoy volviendo completamente loca.

-¡No, aléjese de mí, por el amor de Dios! Esto es horrible, horrible. Quiero despertar y no volver a verlo en mi vida ¡quién es usted!.. ¡quién es usted!- repito como poseída. Mi cabeza comienza a dar vueltas nuevamente. Quiero vomitar, pero no he comido nada, no recuerdo desde cuándo. Los sirvientes ya no vienen con regularidad a darme alimentos, dicen que son órdenes de "mi marido". Lo cierto es que he aprendido estos días a vivir con eso, pero ahora me está afectando, y diablos que no es el mejor momento.

Dios...ya no me sostengo, pero me niego a perder la conciencia delante de él, no otra vez. No es posible que cada vez que nos encontremos, termine todo con olor a muerte y yo desmayada a los pies de ese monstruo. Pensará que soy débil, y me siento así, pero sé que no lo soy.

- Si estás así, es porque quieres, Emilia. Podrías estar tan bien como yo me siento, si tan solo me hicieras caso. Pero no lo haces, eres terca. Morir es una posibilidad en estos casos- bota a la chica frente a mí como si no fuera nada más que basura. Me perturba que tenga ese concepto de la vida humana. Es macabro- Si no pruebas su sangre, te haré mía a la fuerza en estos momentos, y créeme: Lo haré y no me detendré, luego de eso, te morderé para inmovilizarte y darte a beber mi sangre, para completar el círculo de la muerte y seas completamente mía para siempre.

-¡No...no puede hacer algo así!- repito un par de veces como si fuera un mantra- ¡pruébame!- grita, antes de sostenerme con fuerza entre sus brazos ensangrentados, rasgándome el vestido y mostrando unos colmillos que  poco a poco crecen hasta transformarse en filosos caninos.

Estoy aterrada.

No puedo hacer esto. Es antinatural.

No puedo, me digo.

-Bien, Emilia, veo que haz decidido- Me dice con una voz oscura y grave que nunca le había oído antes.

- Gabriel, por favor...- Le suplico, pero veo sus ojos nublados, y me doy cuenta que no hay vuelta atrás.

-¿Sí, querida?

-¡No lo hagas, te lo suplico!- Me mira, sonríe y se acerca lentamente a mí.






"Déjame Ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora