No me canso de decir que este lugar es hermoso.
Su clima tan furioso, a veces triste, otras inquieto... es como si me hablara.
Voy al mercado que hay frente al hotel, y me abastezco de víveres por unos cuantos días. Saludo a la dependienta, y miro la lista de cosas que llevaré.
Siento la campanilla del supermercado sonar, no le doy mayor importancia. Sigo caminando por sus pasillos, cuando algo grande y pesado choca contra mí.
-Eh, disculpe, disculpe! Digo en inglés a la persona con la que choqué (creo que es una persona).
Pero no me responde, se queda parado frente a mí, mientras yo, poco a poco voy levantando la mirada, cuando, por sorpresa, la luz se corta. Termino de levantar la mirada y esa persona ya no está. Solo escucho gritos y algo como "¡suban el interruptor!".
A los pocos segundos, la luz está recobrada. Yo solo atino a mirar a todos lados, pero ese alguien ya no se encuentra, ha desaparecido como si nunca hubiera estado allí.
Termino de comprar todo lo que necesito en aquella tienda tipo supermercado, y me voy de ese lugar, con la sensación que algo no anda bien. Aunque, inmediatamente, deshecho esa idea, por tomarla como algo absurdo, ¿qué cosa sería lo raro? ¿que choqué con una persona, a la que no pude ver su rostro porque se cortó la luz? Suena ridículo.
Ya en el hotel, preparo todo para mañana.
Decido leer un poco y acostarme temprano.
Mientras me voy quedando dormida, una idea casi sin eco cruza mi cabeza: No estoy sola.
Pero ya es tarde, el sueño me vence y caigo irremediablemente en los brazos de Morfeo.
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-Ven a mí, Emilia, ven a mí...
Me siento asustada. Tengo temor de responder a aquella voz que noche a noche me llama.
-Emilia, ¿por qué no respondes? Sé que estás escuchándome.
No puedo responder. Estoy congelada dentro de este sueño. Una neblina me envuelve lentamente y me pierdo frente a quien tengo en frente, alguien a quien no puedo verle el rostro. Alguien que solo me llama y extiende sus manos enguantadas.
Decido responder. Me armo de valor, y el primer sonido que creo articular, no aparece. Trato nuevamente, pero es en vano.
Siento que alguien toca mi cuello, y yo "grito". Pero al darme vuelta, no hay nadie. Solo un fugaz soplido del viento. Me aferro a la nada tratando de despertar.
¡Quién eres!- Logro gritar cuando ya estoy despierta.
La ventana está abierta, seguramente la dejé sin seguro y el viento la terminó de abrir. Me levanto, y miro hacia afuera. El viento sopla demasiado tranquilo y tibio, como si una tormenta se avecinara. Me quedo un rato en el marco de la ventana, necesito respirar profundo y sacar esta pesadilla que no me deja tan fácilmente.
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Estoy un poco resfriada, así es que no he tenido mucha energía. Aún así, he decidido ir hacia se lugar llamado "Castillo de Dubh", en gaélico significa negro. Me gusta.
Son las 7 de la mañana, tengo que ir temprano, así es que me preparo una mochila con todo lo que pudiera necesitar, mamá me diría que es peligroso, que no vaya sola, y que por último, dejé una nota en recepción, avisando donde voy a estar.
Decido no hacer caso a las advertencias de "mamá".
Salgo muy temprano, aún con la noche a mis espaldas, y con un frío intenso que logro apaciguar, caminando rápido y sin detenerme.
Pronto comienza a llover, pero no fuerte, a mi no me importa. Disfruto la lluvia. Me siento especialmente libre ahora que nadie está conmigo. Aún así, extraño mi vida pasada, extraño mi hogar.
Extraño a Tomy y Lili. Estoy segura que disfrutarían tanto como yo explorar un castillo en medio de un bosque.
Me pregunto cómo estarán mis perros. No puedo creer que los haya olvidado, y ellos, mis pobrecitos, no me exigieron nada.
Los vecinos hicieron bien en llevárselos, en ese momento no tenía cabeza ni siquiera para mí. No me disculpo, pero es la verdad. El sabor amargo de ese proceso ha ido pasando, pero mi decisión no va a cambiar. Aunque camine libre por estos valles, a miles de kilómetros de casa, nada va a hacerme cambiar de idea.
Saco de mi bolsillo un pequeño llavero. Lo observo mientras camino, y lo aprieto con mi mano. Sin poder contenerme, y en medio de ese gran bosque, que aparece frente a mis pies, arriba de una colina. Allí, alejada de todos y de todo, siento una necesidad que ahoga y pulsa por salir, quiero gritar y llorar y por fin puedo. Lloro.
-¡¡¡MAMÁ!!! ¡NO! ¿Por qué me dejaste sola? ¿Por qué me dejaron? Los extraño tanto, los echo tanto de menos...mi vida no significa nada sin ustedes. Los amo...y nunca se los dije.
Cuando deseé vivir sola, nunca quise que fuera sin ustedes tan lejos de mí.- Dejo salir un alarido tras otro, mi llanto es incontrolable, sale a borbotones, mientras rememoro una y otra vez las momentos vividos tan felices y tranquilos.
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-¿Otra vez legumbres? Mamá, ya tenemos forma de lentejas. No queremos.
-Tomás, las legumbres son buenas para tu crecimiento.
-Estas no mamá, son asquerosas- Dice Tomás, mirando a Lili detenidamente para que lo apoye.
-¿Tú también piensas lo mismo, Lili?- pregunta mamá.
-No, mami, a mi me encantan.- Dice Lili, mientras sonríe en dirección a Tomás.
-Muy bien, entonces mañana cocinamos lo que Lili quiera. A ella le gustan mis legumbres, entonces ella elige, ¿qué les parece?- Dice mamá. Tomás no puede con las ganas de golpear a Lili y lo hace por debajo de la mesa.
Entonces Lili, en venganza, decide el menú del almuerzo de mañana.
-Quiero lentejas, mamita, me encanta como las cocinas.
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Sin darme cuenta, estoy recostada en el suelo, con la vista perdida en los recuerdos, con la lluvia haciendo estragos a mi alrededor, pero sin importarme nada. Solo mantenerme acurrucada en mis recuerdos, a miles de kilómetros de aquí, con la convicción de que todo está vez, mientras, de cuando en cuando, un suspiro de profundo dolor reaparece para recordarme que son solo recuerdos, que no es verdad, que no tengo nada.
Me limpio las lágrimas, siento mi cara arder.
Decido caminar.
Me pongo de pie, mientras siento la lluvia calar mis huesos. Siento frío. Veo las palmas de mis manos, están sangrando. No sé en qué minuto pasó, pero no dejo de sostener el llavero de mamá: el recordatorio que pronto nos reuniremos nuevamente. Al pensarlo, siento un calorcito en el pecho. Sonrío.
Son las 4 de la tarde, y a lo lejos, el hermoso castillo que me llama...debo ir, necesito ir, aunque a ciencia cierta no sé muy bien qué es lo que me llama de ese lugar que no tiene nada de amigable.
Camino por dos horas más, con una lluvia que se ha vuelto torrencial. Y frente mí, el castillo de Dubh, el castillo negro.
Impresionante.
Un suave murmullo, a través de la lluvia y el viento, llega hasta mis oídos. Abro los ojos muy asustada, retrocediendo algunos pasos.
Esto no está bien, me digo.
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-Emilia, estás aquí...
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"Déjame Ir"
Random"Vine a Escocia a morir". Estoy cansada, solo quiero dormir, dormir para siempre. Hace un tiempo deseé con todas mis fuerzas estar sola. Hoy, no solo estoy sola, sino que me siento sola, y no lo puedo soportar". Gabriel, un oscuro y extraño hombre...