¡Escúchame, Emilia!

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Él me juzga sin comprender todavía.

Me odia, lo sé.


Días y noches enteras en este asqueroso lugar, aislada y castigada por alguien que cree amarme, y me castiga por eso.

Estoy volviéndome loca y quiero morir, pero él no me deja.

Le he suplicado que me deje ir, que no soy buena para él, pero no me escucha. No me oye.


Sigo encadenada a estas murallas, en la podredumbre de una maldita mazmorra.

Hay veces que la razón me condena y me siento culpable por algo que todavía no logro definir bien qué es.

Gabriel ha venido cada noche, silencioso, callado, con la mirada ida. Solo una vez me sonrió, pero fue para abofetearme y gritarme. Yo también le grité, le supliqué que parara y él solo reía...pero su risa era amarga, muy amarga... mi Gabriel, quiere hacerme comprender que yo soy solo suya, y debo estar a su lado por siempre pero...no es así, mi alma no pertenece a este lugar.

"No pertenezco aquí, Gabriel", me atreví a decirle una noche, y él solo atinó a romper en mil pedazos las copas colmadas de sangre para que bebiera y no muriera de hambre.

Creo que está perdiendo el control, y me asusta...su mirada ya no es amable, es otro hombre, es el vampiro al cual siempre temí.

-¡ veo que estás consciente! Eso es bueno, así no tendré que despertarte con agua...- Dice Gabriel, mientras baja las escaleras con un gran bulto a sus espaldas. Noto que algo chorrea del saco que trae.

- Sí, Gabriel, lo estoy, ¿puedes, por favor, soltarme?- digo ya sin esperanzas, pues sé la respuesta.

-¿por qué debería?- me responde a modo de burla.

-Porque es inhumano el trato que me das. Porque estoy desesperada en este lugar. Porque necesito salir de aquí...porque, porque...yo... lo siento, Gabriel. No debí irme así, debí explicarte lo que sucedía. Quizá si...- ¡calla, mujer! ¡me aburres con tu cantinela!- se acerca peligrosamente a mí, dejando sin ninguna consideración, el saco en el suelo. Me toma fuertemente del cuello, y yo sin poder defenderme, le suplico me suelte, pero en respuesta, más fuerte aprieta, dejándome quieta bajo su agarre.

-Emilia... mi dulce e ingenua Emilia, dime ¿cuántas veces hemos tenido esta conversación? dime ¡cuántas! pero esta noche no es de esto que quiero hablar...es más, me doy cuenta que no estás siendo tratada como te mereces, así es que te traje un presente. Espero que lo disfrutes, lo hice pensando en ti.- Me mira directamente a los ojos, haciéndome entender que nada bueno hay en esa bolsa.

-Gabriel...qué te he hecho para que te comportes así...-digo a modo de defensa y sin pretenderlo, comienzo a llorar. Él toma una de mis lagrimas y la besa en mi mejilla, luego baja hacia mi boca y me besa. Es un beso delicado, suave, como una caricia...suspiro de manera inconsciente, él lo percibe, pero no dice nada. Una de sus manos recorre mi rostro y su frente ahora descansa en la mía.

Es mi Gabriel otra vez.

- ¿Eres conciente que destruyéndote tú, me destruyes a mí?- dice de repente, y yo siento ganas de llorar. No quiero escucharlo, no quiero comprender el alcance de lo que acaba de confesarme. No quiero ni puedo hacerlo.

-Tú no me conoces del todo, Gabriel. No puedes sentir eso que dices por mí, no lo valgo...- digo entre lágrimas.

-¡claro que lo sé! ¡crees que soy estúpido! pero no puedo evitarlo. No puedo evitar sentir esto, así como no puedo evitar retenerte aquí, conmigo, y no me importa que sea a la fuerza, no me importa nada.. ¡qué me hiciste, maldita bruja!

Me da la espalda, mientras se escucha una carcajada amarga y sarcástica.

-¡Te odio, Emilia! ¡te odio por lo que me haces sentir! ¡Quise cambiar por ti. Mi naturaleza, mis instintos, todo! Y por un momento, pensé, ¡me hiciste creer que estaba bien!¡eres una maldita bruja!- Gabriel camina hacia mí y golpea mi mejilla. Un hilo de sangre recorre mi boca y cae al piso. Él toma mi sangre y la pasa por sus dedos, la saborea mirándome a los ojos.

-Tienes que aprender, Emilia, que todo acto tiene sus consecuencias, y esto que hiciste no tendrá su excepción. Todo lo que hago es por tu culpa ¡mira!

se dirige al saco, lo descubre y veo a un niño de unos tres años, durmiendo. Quedo estupefacta, no sé qué significa todo esto...ese niño... ¡ese niño es de la familia Orriels! ¡Dios!

-¿Gaabrieel? ¡qué intentas hacer con ese niño, por qué lo traes!- digo, tratando de quitarme las cadenas e ir por el pequeño Nick.

-¿qué pasa, Emilia? ¿reconociste al pequeño?sí, es el hijo de los Orriels, aquella familia que te hospedó por ¿cuántos días? ah, sí...seis. Te veías encantada con el niño, así es que te lo traje como regalo.

- ¿él está...dormido?- pregunto asustada.

-bueno, es una forma de verlo. En realidad, está un poco aturdido. Acabo de matar a sus padres y a su pequeña hermana. Él fue el único que sobrevivió, asique aquí está. Salúdalo.

-¡por qué estás haciendo esto, Gabriel!- grito con todas mis energías.

-¡porque tú no me escuchas! ¡escúchame, maldita sea, escúchame Emilia!


CONTINUARÁ...

"Déjame Ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora