Decisión

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Luego de encerrarme en casa por un mes completo, decido partir hacia mi destino final.

Quiero reconciliarme con la vida, descansando de ella para siempre.

He dejado todo listo. La casa está en venta, y todos mis papeles en orden.

Nadie fue a verme, nadie preguntó por mí. Así fue como me di cuenta que no le intereso a nadie, y la facilidad con que desaparezco da cuenta de ello.

Observo por última vez la casa que compartí con mis hermanos y mi madre.

El tiempo que prosiguió a los entierros, los pasé en el cementerio hasta que el panteonero me decía con voz queda que ya era hora de cerrar, y yo solo atinaba a asentir y luego marcharme.

Luego, en la noche, dejaba la puerta de la calle abierta con la televisión encendida, hasta que ésta dejaba de transmitir. Yo solo atinaba a sentarme en el living, mirando hacia afuera, con la esperanza silenciada de estar acompañada, o esperando que algo milagroso sucediera. 

El sueño no volvió.

Dejé por completo redes sociales, lo encontraba tan frío y mundano. Dejé todo atrás, ya nada llamaba mi atención. Solo esperar la llegada de la noche y esperar...esperar...

Nunca supe a ciencia cierta qué era lo que realmente esperaba.

Los días no fueron distintos, no recordaba el sol, pero los atardeceres se transformaban en una constante agonía. Nada me conmovía, y las lágrimas no fluían, y yo lo consideraba normal...no llorar, no dar paso a la resignación, porque luego viene el olvido, y yo no los quería olvidar. No podía, no debía.

Una noche, por fin el cansancio venció y caí casi presa del desmayo y dormí ahí, sentada en ese viejo sillón, en el que escuché a Lili decir "Te vas a arrepentir", y claro que lo hice y no sabe cuánto...

Esa noche soñé, soñé que volvía a estar con ellos. Entraba a la casa y no podía contenerme: los abrazaba y besaba. LLORABA. Sentía mis pulmones doloridos de contenerme.

Ellos estaban bien, me decían que por qué tardaba tanto en reunirme con ellos.

Me extrañaban tanto como yo, pero no comprendían por qué  lloraba tanto.

-Es un sueño. NO. Ustedes no están aquí, ustedes no son reales-

-¡Claro que somos reales, Mili! ¿Por qué dices eso? Tontita jajajá- dijo Lili.

-No, ustedes están muertos, yo misma los enterré ¡por qué me hacen esto! ¡no soporto su ausencia!

-Hija mía, nosotros estamos bien. No te preocupes, eres tú la que no lo está. No estamos muertos... hija, por favor, asustas a tus hermanos.- dijo mi madre, con cara de angustia. Aunque, una leve chispa en sus ojos me dijo lo que yo ya sabía: estaban muertos. Era cierto.

-Mili, ¿encontraste a Bambú?- me preguntó Tomás con su característica sonrisa en los labios.

Me alejé un poco de ellos, y le dije que no a Tomás.

-Claro que no la encontraste porque ella volvió sola a casa, mira...- Mi hermano se agacha y toma en sus brazos a Bambú, que comienza a ronronearle casi al instante.

En ese preciso momento lo supe, Bambú estaba muerta.

Desperté poco antes que llegara el alba.

Había tomado una decisión.

Era hora de partir.

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"Déjame Ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora