¡Dónde estás, Gabriel!
Mi vida no puede terminar así, de manera tan abrupta, y menos a manos de una mujerzuela tan aviesa como esa Matilde.
Si la muy desgraciada quiere matarme, antes lucharé con todas mis fuerzas. No dejaré que los celos ni las dudas quiebren mi decisión. Estoy segura que Gabriel va a venir a mí en cualquier momento. Ni mil grilletes lo separan de mí otra vez, no de nuevo.
-¡Gabriel, Gabriel, auxilio!- grito hacia dentro del castillo, mientras corro hacia el camino que da al interior del mismo. Matilde se queda donde está, algo que me parece muy extraño, dadas las circunstancias. Quizá cree que soy muy débil y muy tonta como para luchar. Eso es bueno para mí, porque me ayuda a buscar maneras de defenderme.
-¡Y otra vez huyes de mí, maldita zorra!- Y en un par de segundos, tengo a MAtilde agarrándome del cuello y susurrándome al oído "hoy te mueres, queridita" y besa mi mejilla de manera cariñosa (claro, si no estuviéramos dentro de esta situación, creerían que somos amigas o algo parecido).
Mi vida depende de mí misma en estos momentos, y lo sé y en cierta manera, es liberador tener el poder de elegir, elegir morir aquí, en manos de un monstruo como ella, o correr y dar la batalla hasta el final, por mi vida, por lo poco que me queda y que quiero disfrutar con el hombre que amo, con Gabriel.
Si de algo me arrepiento, es no haberme dado cuenta de todo esto. Tuvo que pasar alguien como mi querido Julián para entender.
-¡no voy a permitirme morir por ti, traidora y desleal con los tuyos! ¡eres despreciable!- grito, dándole un certero golpe en el estómago, que la toma de sorpresa y la hace soltarme en el acto, algo que yo aprovecho para salir corriendo en busca de Gabriel y en el camino, miro desesperada, posibles armas contra esta loca que ahora sí, me viene persiguiendo.
-¡tú, tú me golpeaste! ¡te atreviste a golpearme!- me dice, como si fuera la peor atrocidad jamás cometida por alguien.
Yo por fin, encuentro una vara que estaba al costado de unos leños ya secos, quizá la utilizarían como atizador de leña para calentar el castillo o algo parecido, pero ahora me serviría como arma contra esa maldita loca que tiene una sed enferma por hacerme daño.
No alcanzo a llegar al castillo, porque Matilde me atrapa, arrojándome al suelo con ella encima de mí. El impacto contra el piso es fuerte, creo que me raspé los codos al tratar de protegerme la cara...no funcionó, siento un moretón en un costado de la frente y veo sangre que antes no estaba en mi vestido.
De repente, siento algo frío cerca de mi brazo. Me duele. Es un corte.
Matilde tiene una daga que ahora apunta directo a mi corazón. La maldita sabe lo que hace.
- ¿y bien?
-¡hazlo, mátame! Ya no me importa morir...tú ganas...-¡No! ¡alto las dos! Déjala ir, Matilde...ya sabes que eres tú a quien amo, ella es solo...entretención...-
Gabriel aparece caminando desde el castillo, con sus largas y ágiles pisadas, acorta la distancia entre nosotros.
Me pone extremadamente feliz el verlo. Siento una extraña paz que inunda mi corazón.
Es mi salvador. Está aquí para salvarme y detener a esa loca.
-Tardaste, cariño...¿qué era lo que tanto te retenía ahí dentro?- Dice Matilde con todo de completa complicidad.
-Esto- dice Gabriel- Una hermosa y perfecta daga de plata, especial para este tipo de ocaciones.
-¿Gabriel?- Exclamo casi sin aliento.
Gabriel me ignora y mira a los ojos a Matilde.- ¿podrías, por favor, dejarme a mí con esto? quisiera terminar yo con este mal capítulo en nuestra existencia...querida mía.
-¡Gabriel, qué sucede! ¡por qué dices estas cosas, amor, por favor, dime!- pero el vampiro camina lenta y parsimoniosamente hacia mí. Cuando ya me tiene atrapada, luego de que su "fiel" compañera me suelta, él me mira, pero no dice absolutamente nada. Incluso sus ojos se encuentran vacíos, desprovistos de toda emoción.
Estoy perdida.
Sabía que moriría, pero no así, no traicionada de la manera más vil que al destino pudo ocurrírsele.
-Gabriel, por qué haces esto...por qué me traicionas...-
solo el silencio me responde.
-Por favor, cariño, acaba con ella de una vez...me aburro.- dice Matilde detrás de nosotros.
-Sí, haz caso a tu mujer y termina de una vez conmigo, traidor.
Mi sentido del miedo va desapareciendo poco a poco, dando paso al odio, la decepción y la infinita tristeza que las cosas acabaran de esta manera.
-¿Podrías, cariño, dejarnos solos un momento?- dijo al fin, Gabriel, de una manera tan siniestra que se me erizaron los pelos. Su voz era grave, autoritaria, no admitía un no como respuesta.
Así es que Matilde nos dejó un rato solos, aunque solo se apartó lo suficiente como para no escuchar nuestra conversación, nuestra última conversación.
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"Déjame Ir"
Random"Vine a Escocia a morir". Estoy cansada, solo quiero dormir, dormir para siempre. Hace un tiempo deseé con todas mis fuerzas estar sola. Hoy, no solo estoy sola, sino que me siento sola, y no lo puedo soportar". Gabriel, un oscuro y extraño hombre...