Te odio

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El pequeño ESTÁ muerto.

Gabriel lo mató frente a mí...el niño murió, murió...

¡Dios mío!

Lo apuñaló frente a mis ojos. El niño ni siquiera alcanzó a reaccionar, solo breves quejidos y sangre, mucha sangre...que hizo que mis colmillos se alargaran...y me sentí asqueada por eso.

¡maldito vampiro! ¡maldito demonio! ¡qué hiciste!- grité hasta quedarme sin voz, él me soltó, por fin de las cadenas que me ataban a esa asquerosa muralla, pero no pude ponerme de pie. Caí al suelo, mientras ese hombre, ahora desconocido para mí, me golpeaba hasta dejarme sin aliento.

Había sangre por todos lados, tanto mía como la del pequeño Nick...¡cómo pudo!

-¡todo es por tu causa, Emilia! ¡te burlaste de mí!¡estas son las malditas consecuencias!- sus ojos estaban inyectados de rojo. Era un demonio, no un ser humano.

Me dolía todo el cuerpo, aunque ya casi no sentía ciertas partes, tenía mis mejillas hinchadas a causa de los golpes, sus golpes, pero miraba el pequeño bulto a unos metros de mí, y una ira profunda me inundaba. Me daba fuerzas para resistir y no desmayarme. Tenía mucha rabia y sentimientos de culpa, pues no tenía idea cómo Gabriel sabía de mis pasos fuera de este castillo. Cómo supo de esa querida familia que me cobijó en su techo con tanto cariño y que por mi culpa, por mi maldita culpa están...¡muertos!

¡yo tuve la culpa y tendré que cargar con eso por siempre!


Y sin embargo, fui una tonta pensando que dejaría todo atrás así, tan fácl como escapar de aquel lugar, sin sufrir ninguna consecuencia.

Creí ser libre, pero estaba equivocada.

Me engañó.

-¡Dime, Gabriel, dime...qué es lo que quieres de mí, pero dímelo ahora, porque no soporto más este situación!- le digo tratando de reincorporarme del suelo con mucho cuidado, apoyándome en esa asquerosa muralla.

-Te quiero a ti. Para siempre. Mía.- Me dice de manera muy segura, tomándome del cuello y haciéndome daño por enésima vez.- Te quiero toda para mí, no acepto compartirte con nada ni nadie- Lanzándome al frío suelo, cerca del cadáver del pequeño Nick, pobre Nick...


-¿Qué estás haciendo? ¡suéltame, Gabriel! ¡no me toques!- El vampiro como un poseso, comienza a romper mi ropa con desesperación, sin importarle mis gritos y mis lágrimas de angustia.

- ¡Tú eres mía, y yo hago contigo lo que deseo, y ahora deseo tenerte!- dice, a la par que termina de dejarme expuesta a él, sin consideración alguna.- Ahora me toca a mí- se quita la camisa y los pantalones, posicionándose en medio de mis piernas, sujetando mis brazos con uno solo de los suyos. Yo solo puedo llorar, no doy crédito a lo que Gabriel me está haciendo.

Él no es así, no era así.

"¿tanto daño te causé abandonándote...?" pensaba, bloqueando mis emociones al máximo para no sentir más dolor del que ya sentía.

-Dime una cosa, Emilia, ¿qué creías que iba a pasar una vez que volvieras a mí?-

-Nada... yo solo pensaba en que nunca volvería a verte otra vez...- le contesté, desviando la mirada, pues se había terminado de sacar la ropa interior.

-¡¡"No volverías"..eres peor de lo que imaginé. Y mírame cuando te hablo, ¡maldita sea! No te hagas la mosca muerta conmigo, ¿se te olvida que ya no eres virgen? ¿se te olvida que ya lo hemos hecho antes? Ahora será a mí manera, y te lo diré...no seré bueno contigo...!! ¡¡mírame a los ojos mientras te hago mía!! Y acostúmbrate, porque las cosas se harán a mi modo...


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Fue la peor noche que viví en mi vida.

Gabriel es un maldito. Un cerdo.

Luego que se desfogó conmigo, me dejó tirada en el piso, sin ninguna lástima hacia mí. Ni siquiera se detuvo a ver mi estado.

Simplemente se levantó, se puso sus pantalones y se marchó.

Me sentí tan sucia...

-¡Gabriel!- le grité, él dándome la espalda, se detuvo.- ¡TE ODIO!- le escupí.


-Pronto saldrás de esta celda, y cuando lo hagas, te darás un baño. Apestas.


Y salió, dejándome en un estado de nerviosismo que me hizo gritar por horas, mientras tomaba el pequeño cuerpecito de Nick contra mi pecho, acunándolo como si estuviera durmiendo...

-Te odio, Gabriel, te odio con todo mi corazón. Disfruta ahora de tu efímera victoria, porque yo, Emilia Palomer, pronto, muy pronto seré libre y ni tú ni nadie podrá impedirlo...

¡¡yo no soy de nadie, Gabriel, de nadie!!

"Déjame Ir"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora