Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos sin que yo pueda hacer nada.Es el fin, lo sé. Es el fin entre Gabriel y yo y lo asumo.
Siempre me equivoqué. Me equivoqué en todo.
-Sabes, nunca quise que esto terminara así. Luché tanto y de tantas formas para buscar mi lugar, y hoy me doy cuenta que no tengo nada. He perdido todo, o quizá nunca lo tuve, como a ti, Gabriel.
Fuiste un espejismo.
Creo al final, conocerte y aceptar que me había equivocado contigo y estaba dispuesta a cambiar...y por un momento, por un momento fui feliz...me hiciste feliz...-Tú no sabes nada, Emilia. Aún no comprendes nada...
-Comprender qué, Gabriel ¿Que este es el fin, que viví en una completa mentira? ¡Que me usaste, me mentiste! Y que... finalmente...me terminé enamorando de ti como una estúpida sin remedio.
Gabriel sostuvo mi mirada. Por un momento dudó en responder, en cambio, sus dedos largos exploraron mi rostro de forma anhelante, queriendo borrar toda lágrima de mis ojos, pero era una tarea imposible. No paraba de sollozar. Estaba triste, una pena negra me corroía el alma, porque, finalmente, había perdido. Fui una ciega todo este tiempo tratando de buscar la felicidad que nunca conseguiría.
Poco a poco su rostro se aproximo al mío en busca de alivio.
Sus ojos estaban cerrados cuando me besó, y no supe diferenciar si las lágrimas que caían eran mías o suyas.
Sus besos me supieron a súplicas.
Sus lágrimas a ruegos.
Su abrazo a no querer dejarme nunca.
Yo lo amaba, amaba a este hombre que hoy me quitaba la vida.
- Te perdono, Gabriel, de veras lo hago y deseo que vivas feliz al lado de quien tú creas que es lo mejor para ti...fuiste el primero en mi vida, y el último al que mis ojos verán.
Si tan solo...no, me entrego a los brazos de la muerte en estos momentos y dejo que él haga lo que deba...ya no quiero luchar no con él, no contra él.- Hazlo, Gabriel, yo no te detendré- digo, cerrando los ojos. Mientras trato de controlar los suspiros que salen de mi enfermo corazón, siento como si de un momento a otro, el frío se apoderara de todo cuanto nos rodea. El aire se me hace escaso, tomando en el proceso grandes bocanadas de aire para llenar mis pulmones.
Llorar no me hace bien, pero ya no importa.
-"Tú eres mía. Eres mi complemento. Te he esperado toda la eternidad...no me permitiré perderte otra vez. Nunca te separarás de mí, ¿lo oyes?¡nunca!- dijo, mientras ponía énfasis a sus palabras apretándome los brazos y haciéndome daño en el proceso.
Sus manos me dañaban, sus palabras también, pues eran una burla para lo que haría en cualquier minutos: matarme.No supe cómo reaccionar a lo que me decís...quedé helada, no entendía su manera de reaccionar.
Me detuve, entre tanta emoción, a observarlo por última vez.
Un hombre verdaderamente formidable.
Perfecto. Varonil y protector. Tan diferente por fuera, a los sentimientos que albergaba, tan mezquino y ruin que no soportaba su dualidad.-Ya no me quieras...volver...loca, Gabriel. Nuestro destino está trazado... Solo ...termina el trabajo.
Me siento cansada.Gabriel me observó atentamente, luego quiso besarme, pero me negué.
No, es mejor así, sin emociones sin sentimentalismos.-Debes dejar de confundirme ¡Termina el maldito trabajo!- digo. Aunque el aire se escapa de mis pulmones, y los mareos se presentan vez tras vez, no quiero mostrarle debilidad a ninguno de los dos.
-Tienes razón, Emilia. Terminaré con mi maldito trabajo. Adiós...
Cierro mis ojos, extiendo los brazos y tomo mi última bocanada de aire.
Ven a mí, muerte.
Los segundos transcurren lentos y terribles.
Nada.
Un quejido, un lamento que se extiende hasta mis oídos dejándome asustada e incrédula.
-... Adiós, Matilde.- finaliza Gabriel, entonces abro mis ojos asombrada por lo que veo.
Es Matilde. Matilde está siendo...abrazada por Gabriel, y este parece no querer soltarla...
-Tra...idor...- dice Matilde en medio de su agonía.
-Lo siento, Matilde, pero eras tú o Emilia, y es a ella a quien amo. Tú no significas nada en mi vida.
Te escuché confesar todos tus males y terminé por detestarte.
Solo te seguí el juego para saber hasta dónde podías llegar y tú maldad no tiene límites.
Tú causaste la muerte del pobre Julián. Destruiste su vida, el no lo merecía.
Eres una perdida, y también una tonta ¿Cómo pudiste creer que iba a cambiar a MÍ Emilia por una ramera como tú?Matilde sonríe sarcásticamente, mientras una gota escarlata recorre sus labios hasta caer a su pálido cuello.
Intenta decir algo, pero no logro escuchar muy bien qué.
Cuando, finalmente, Gabriel se separa de ella, la deja con suma delicadeza en el piso.
Los hombres de Gabriel están caídos. Aunque no lo demuestre, sé que le duele todo esto.Tuvo que elegir, y me eligió a mí por sobre su...por sobre ella.
Me acerco lentamente y con mucho cuidado, no quiero ser parte de algo a lo que me siento una intrusa.
Pero Matilde me ve, extiende la mano que tenía sujetada a su estómago, en la que descansaba el puñal de plata.-Nunca... serás...feliz... Los maldigo- dice, provocándome un mal presentimiento.
Pasados unos minutos, Matilde por fin murió, llevándose toda su maldad con ella.
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"Déjame Ir"
Casuale"Vine a Escocia a morir". Estoy cansada, solo quiero dormir, dormir para siempre. Hace un tiempo deseé con todas mis fuerzas estar sola. Hoy, no solo estoy sola, sino que me siento sola, y no lo puedo soportar". Gabriel, un oscuro y extraño hombre...