¥ LA DECLARACIÓN ¥

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–¿Oyes mi corazón? –seguidamente y con disimulo, colocó mi mano sobre su pecho–

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–¿Oyes mi corazón? –seguidamente y con disimulo, colocó mi mano sobre su pecho–. Este latido no miente –murmuró cerca de mi oído, mientras, continuamos bailando al son de la melodía, de pronto y sin darnos cuenta la música cesó. Las otras parejas abandonaron el lugar, obviamente Adrián y yo no escuchamos lo que sucedía por estar sumergidos en nuestra propia esfera de felicidad...

–Disculpen... –intervino Milton sacándonos de nuestro pequeño mundo, fue entonces cuando caímos en la cuenta de que ya casi todos los presentes se habían agrupado en la mesa principal. Los ojos de Elizabeth me miraban con hostilidad, la mirada de Guillermo era diferente, me contemplaba con fascinación. Aparté mi vista cuando sentí que una mano se aferraba a la mía, gire y me topé con la divina sorpresa de que Adrián estaba situado a mi lado. Lo miré a los ojos y me susurró su deseo de que lo siguiera para hablar conmigo. Le pedí esperar a que terminara el brindis, él aceptó.
Todos alzaron sus copas, en nombre de Ana Álamo, luego pasaron a la mesa de banquete para degustar del plato principal, en ese momento yo no podía comer, la emoción que sentía me impedía digerir cualquier tipo de alimento. Me dirigí a la cocina, necesitaba quitarme de encima tantas miradas. Mi madrina ya no me vigilaba, otras damas reclamaban su atención, Adrián captó mi escape hacia la cocina y fue tras de mí con disimulo. Sin darme cuenta, ya lo tenía pegado a mis faldas.

–Al fin nos alejamos de todas esas personas... –dijo con alivio.

–Yo lo he querido hacer desde hace rato. No me gusta ser examinada por tantas personas.

–¿Lo dices por ese pretendiente que te ganaste? –su tono de voz cambió al decirlo.

–No, lo digo en general.

–Entonces deja que sea yo quien te dirija a un lugar especial, donde te sentirás familiarizada y cuyo entorno en vez de asfixiarte te producirá todo lo contrario - su voz era dulce, lo miré sin hablar, en ese momento eran mis ojos los que hablaban por mí

–Recuerda que tenemos una conversación pendiente –me dijo.

–No se me ha olvidado –me ruboricé de inmediato.

–Entonces acompáñame a otro sitio.

–¿A cuál sitio?

–Por favor, confía en mí, te dije que el lugar a donde vamos te gustará.

–Pero me reprenderá si alguien de la hacienda nota que estoy a solas contigo –Adrián sonrío con dulzura y posó su mano sobre mi cabello y me dijo:
–Jamás haría algo que te perjudicara, soy un caballero y sé comportarme..., aunque este frente de tan poderosa tentación.

–En ese caso creo que no habrá problemas –sonreí.

–Te lo prometo, Estefanía.

Salimos de la cocina y nos fuimos por el jardín trasero, Adrián me llevó por las veredas que conducían al invernadero,  al intuir su propósito no pude evitar vibrar de felicidad. La noche estaba fría, pero la adrenalina que sentía me hacía arder. Elevé mis ojos al cielo, una hermosa luna llena lo adornaba, en aquel momento los prejuicios y Elizabeth no me importaban. Al estar dentro del invernadero me dirigí hacia las rosas, justo donde él y yo nos vimos por primera vez y comencé a tocarlas. Llevaba varios días que no visitaba el invernadero para evitar problemas, pero en aquel momento el mundo se detuvo derribando todos mis planes y colocándome frente a mi destino. Adrián se encontraba inmóvil frente a mí, mirándome con fascinación, me costaba creerlo: era inverosímil que un hombre como él se fijase en mí.
Los nervios estaban acabando conmigo, necesitaba con impaciencia qué sus labios se despejaran y me comunicara de una vez lo que quería decirme. Mi deseo se hizo realidad.

Resurreccion: El Origen de Malena TERMINADO  ✔ 1era parte (SAGA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora