¥ NOTICIAS LLEGAN DE QUIENES MENOS ESPERAS ¥

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Estefanía

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Estefanía.

Meses después.

En la hacienda había varios árboles de álamos que ocupaban casi toda su entrada. Esa misma decoración la tenía la propiedad de Antonio en España, lo sabía por las historias que mi madrina me contaba, y en honor a su apellido le dieron el nombre de "Los Álamos", ese mismo nombre se lo colocó don Felipe Álamo a esta finca. Mi madrina una vez me dijo que su difunto esposo jamás le gustó el nombre qué su padre les había dado a las propiedades, ya que él odiaba su apellido, en aquel entonces no prestaba atención a aquellos detalles, pero ahora después de leer el diario, ya sabía el porqué de la negativa de Antonio, si mi madrina lo hubiera sabido, quizás lo hubiese entendido.

Desde el jardín principal se podían ver los árboles, sentí miedo al recordar el relato donde Antonio veía a ese perro negro al pie del álamo vigilando la habitación de Isabel; también temía por la maldición del linaje que se escondía tras el apellido, era tanto mi temor que por muchos días no quise continuar leyendo aquel diario.

Me llevé una taza de café a los labios, estaba tan hundida en mis pensamientos que no sentí cuando Edmundo llegó hasta donde yo estaba.

—Buenos días —manifestó, giré a darle la cara para toparme con una mirada oscura y libidinosa.

—¿Qué desea? —Murmuré de mala gana, dejándole muy en claro que no era de mi agrado su presencia.

—Únicamente deseaba saludarla —contestó con una sonrisa maliciosa.

—No me gusta que usted se me acerque cuándo estoy sola; tampoco apruebo la forma en la que me mira, y si continúa cruzándose en mi camino voy a tomar cartas en el asunto —él volvió a sonreír.

—No es para que se moleste, no le estoy haciendo nada malo, y si es mi manera de verla la que tanto le incomoda, me disculpó, pero no puedo sacarme los ojos... ellos únicamente transmiten lo que usted me despierta —cuándo iba a responderle escuchamos que se acercaba el carruaje de Rodolfo y más atrás venía Guillermo en su caballo.

El hombre cambió el rostro al ver a Rodolfo bajar junto al párroco; este últimamente venía muy seguido a la hacienda logrando que me sintiera segura; a la que no veía era a Elizabeth, luego escuché que se había quedado en el pueblo junto a su nueva dama de compañía, este era el último acontecimiento, pero con tantas cosas en mi cabeza se me había olvidado ese detalle por completo.

Elizabeth había hecho traer a su ama de llaves, era una mujer bastante extraña tal como la había descrito mi madrina, no pude evitar recordar las palabras que me dijo en torno a Lilian: "Deseo que nunca conozcas a esa mujer"; desgraciadamente aquel deseo no se cumplió; Lilian era bastante soberbia y estirada como lo era Elizabeth, no trataba a nadie en la casa excepto a Rodolfo. Sentí dolor de cabeza, cada vez era más difícil vivir en la hacienda... por primera vez extrañaba a Libia Aristimundo.

Resurreccion: El Origen de Malena TERMINADO  ✔ 1era parte (SAGA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora