—¡Cómo entraste! —chillé rápidamente cubriéndome con el edredón. Él, al notar mi pudor, fue hasta dónde reposaba mi bata, me la dio y me dijo: —He venido a contestar tus preguntas - me cubrí rápidamente.
—¿Adrián no crees qué era mejor esperar a que amaneciera? ¡Por Dios deben de ser cómo la una de la madrugada!
—Son las dos... y no podía dormir. Necesitaba estar cerca de ti —su voz sonó urgida. Me quedé en silencio mientras él me contemplaba. Llevaba puesto un pantalón de pijama gris y una bata del mismo color con un cordón que se aferraba a su cintura. La bata dejaba entre ver qué debajo no usaba la camisa del pijama, solamente estaba su pecho desnudo, adornado con la trencilla de cuero dónde estaba aferrado mi mechón de cabello. Yo tenía puesto el relicario que él me obsequió. No pude dejar de sentirme nerviosa. Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Tuve miedo de mis actos, de las palabras de Rodolfo referente a cómo el amor nos ciega, de olvidar la promesa que le había hecho a Rosa, el consejo de Josefina hacía apenas unas horas y de la crianza inculcada por mi madrina. En resumidas cuentas, ¡tenía miedo de mí! Traté de calmarme y me enfoqué en ser objetiva, pero me fue imposible...
—Es mejor qué te marches —le dije en voz apenas audible.
—Por favor, Estefanía, déjame quedarme solamente un instante; necesito desahogarme —la urgencia de sus palabras lograron desarmarme.
—Sabes que me es difícil decirte qué no, pero no abuses, Adrián —traté de calmar mis nervios, pero me resultó imposible —¿Cómo entraste a mi habitación? —Volví a interrogarle.
—Si eso te calma te lo explico: —caminó hacia la repisa dónde reposaban mis libros. Ahí había una escultura de un ángel pequeño sosteniendo un arco. Cuando él lo tocó, un pasadizo se abrió ante mis ojos, dejándome atónita.
—¿No sabías de este pasaje secreto? —Me interrogó al ver mi sorpresa.
—Juro, qué no conocía su existencia.
—Este pasaje conduce a la habitación de mi abuela. Me parece extraño que no te lo haya mencionado —dijo quitando la mano del arco.
—Nunca lo hizo, creí que me contaba todo, pero ya veo que existen cosas que evidentemente no me dijo... ¿Cómo lo descubriste?
—No podía dormir por lo que sucedió en el bosque, así que me levanté y comencé a caminar por la casa para despejarme un poco. Por alguna razón deseé entrar a la habitación de mi abuela, fui al despacho y tomé la llave de su habitación. Sé qué solo existen dos juegos, uno le pertenecía a ella y el otro lo posees tú —me explicó—. Entré en la alcoba y estuve un rato contemplando su interior. Me recosté en su cama y lleno de nostalgia recordé mis momentos con ella... La extraño, Estefanía, al igual que mi padre, me siento mal por no haber podido darle más de mí. Cuando más perdido estaba en mis pensamientos, vi los adornos de ángeles qué reposan en su repisa, igual que la tuya. Uno especialmente captó mi atención: el que poseía un arco cómo cupido apuntando hacia el cielo. Caminé hacia la pequeña escultura, era cómo si me llamara, toqué su arco y sé abrió el pasadizo. Nunca imaginé qué me llevaría hasta ti —sus ojos brillaron al decir la última palabra—. Y realmente me gustó la sorpresa —agregó. Yo me sonrojé.
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Resurreccion: El Origen de Malena TERMINADO ✔ 1era parte (SAGA)
RandomEstefanía es una hermosa joven mestiza que se conforma con su vida sencilla y cómoda bajo la tutela de Ana Álamo, dueña de la productiva hacienda «Los Álamos». La llegada de Adrián Álamo (nieto de Ana) y del misterioso Arturo Palacios, Conde Dómine...