¥ DE REGRESO A LA REALIDAD ¥

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Estefanía.

Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti, Estefanía, y si decides venirte serás bien recibida —fueron las palabras de Libia antes de que Juan, el cochero de la hacienda, viniera por mí.

—Lo tendré presente —le aseguré; sin embargo, aún no estaba preparada para volver a los Álamos, ver el rostro de Elizabeth y Lilian me desesperaba. Con ellas no se sabía qué esperar; mi situación empeoraba al ver la nueva faceta de Lilian. No pude evitar que se me erizara la piel al recordarla. Los días se marcharon muy rápidos, pero no se llevaron consigo el terrible vacío que sentía desde la partida de Adrián. El pesar se volvió mi sombra. Por otro lado, la orden de Rodolfo fue muy clara: ¡Ni un día más!

La brisa de la tarde rozó mi cara. La angustia se apoderó de mi pecho como una letanía eterna. A la única que deseaba ver en esa casa era a Rosa. El trayecto a la hacienda fue muy corto y apenas llegamos, tenía las piernas entumecidas. Rodolfo estaba en la puerta principal junto a Rosa. Al verlos, la pesadez se me quitó por completo. Me pareció que habían pasado años y no días de no verla.

—Niña, cuánta falta le has hecho a esta vieja —gimió apenas me bajé y acto seguido nos abrazamos.

—Y tú a mí también —le respondí con la misma efusividad con que me demandó su afecto.

—Bienvenida, Estefanía —se hizo sentir Rodolfo, más atrás.

—Gracias, señor Álamo.

—Sabes que no me gusta que me trates de señor, con que me llames por mi nombre o si es mucho pedir, llámame "padrino", es más que suficiente para mí. Sabes que eres parte de la familia, fuiste criada aquí... —aquel recordatorio logró que el miedo volviera a mí. Cada vez que él me pedía que fuera más informal con él, recordaba las sospechas que existían dentro de mí y que lo afirmaba el peculiar lunar que posaba en mi espalda y que últimamente me ardía.

—Entremos, no nos quedemos afuera. —dijo Rodolfo y mandó a subir mi equipaje.

—No se preocupe, yo misma puedo hacerlo, es solamente una pequeña maleta.

—Aun así —insistió. No me opuse, me aferré al brazo de Rosa y me fui con ella rumbo a la cocina. En el camino, platicamos.

—He traído unas mermeladas exquisitas de la hacienda de doña Libia. Te las mandó para que las disfrutes en el desayuno y en las meriendas.

—Esa doña Libia no cambia. Sabes, ella siempre fue alborotada y sus algarabías me comunicaban dolor de cabeza; pero logró que yo la estime —el rostro de Rosa cambió de repente mientras continuábamos desplazándonos por los corredores de la hacienda.

—Por más que tú sonrías, eso no te iluminará la cara —su conjetura fue cierta.

—Rosa, no me es fácil volver a esta casa, los recuerdos me matan... No quiero cruzarme con Elizabeth ni con esa oscura mujer Lilian —al nombrar a Lilian, Rosa se persignó.

—Eso es verdad. Lilian es un alma negra, sabe Dios cuáles son sus verdaderas intenciones. Sin embargo, te digo que todo ha estado muy calmado desde que el patrón trajo la imagen de la virgen y mandó a construir la capilla cerca del invernadero. Las cosas parecen haberse calmado y el sacerdote viene puntual todos los viernes a celebrar misa. Aunque no está lista la capilla, él celebra la misa a campo abierto. Este viernes se inaugurará la capilla; ya está casi lista. Por cierto, la tal Lilian nunca se aparece por allí, siempre se las ingenia para escabullirse. Es sorprendente lo rápido que la hicieron. Fue el afán de la gente por alejar al bicho malo de estas tierras, aunque de nada sirve si no se tiene fe en Dios.

—¡Quiero ver la capilla! —dije emocionada.

—Bueno, niña anda, yo te espero en la cocina. Dejé en el fogón unos granos y voy a darle la vuelta.

Resurreccion: El Origen de Malena TERMINADO  ✔ 1era parte (SAGA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora