¥ EL DIARIO DE ANTONIO ÁLAMO ¥

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España, 16 de noviembre de 1717

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España, 16 de noviembre de 1717.

Ya van cuatro días desde que la familia bajó el cuerpo de mi padre al mausoleo familiar; yo aún no me decido a ir, pues temo que, al hacerlo, el halo negro que nos ensombrece llegue a arroparme por completo. Sé qué suena egoísta de mi parte, considerando que Dios me ha bendecido al nacer en el lecho de una familia tan unida, y con un padre qué fue tan amoroso y un ejemplo a seguir; sin embargo, no puedo obviar los secretos oscuros que persiguen a mis descendientes, secretos que ellos optaron por ignorar, quizás por miedo o por escepticismo; el punto es qué aún con las pruebas dadas, siguen actuando como si nada pasara cuándo la realidad es otra ¡La situación es grave! Por tal motivo decidí llevar este diario conmigo, dónde anotaré fechas y sucesos inexplicables, valiéndome de mis recuerdos, con la esperanza de armar el rompecabezas y así poder desahogarme sin que nadie nunca escuche de mi boca lo que realmente pienso; no me perdonaría herirlos, aunque presiento qué ellos, aunque lo nieguen, lo saben, saben qué estoy en lo cierto. Únicamente me queda la penosa tarea de desempolvar de mi memoria; recuerdos que aún duelen, heridas que me marcaron para toda la vida, al igual que la maldición qué corre por nuestro linaje. Mi mente puede recordar exactamente eventos y fechas sin esfuerzo alguno; no quiero creer que es un don qué me fue heredado a través de la sangre oscura que contaminó a mis antepasados.

A.A.

Una terrible emoción recorrió mi ser al iniciar la lectura del diario; Antonio Álamo había nacido en 1696 y fallecido en 1766 a la edad de 70 años; eso lo sabía por mi madrina, la primera página la había escrito en 1717, entonces Antonio tenía 21 años cuando comenzó a escribirlo. Dejé de lado mis cavilaciones y continué leyendo; presentía que aquella noche la pasaría en vela, muchos secretos serian revelados; la caja de Pandora había sido abierta.

España, 20 de noviembre de 1717.

Mi madre no dejó de mirarme durante toda la cena; sus ojos grises ya no aguantaban en retener las lágrimas; sé qué quería decirme algo, pero no se atrevía, así que calmaba su ansiedad llevándose a los labios su escapulario, quizás con la esperanza de que su Dios la ayudara; luego suspiró en silencio, típica costumbre en ella cuándo alguna situación la perturbaba. Su figura suave y vulnerable se ha aferrado a mi pecho; sé qué soy su único hijo y ahora dueño y señor de todas las tierras y títulos qué ha dejado mi padre; eso no me emociona, siempre deseé tener hermanos para que no cayera sobre mis hombros tanta responsabilidad; pero a mi padre no se le podía tocar el tema. A Felipe Álamo se le veía en el rostro que le aterraba la idea de tener más hijos y sobre todo que naciesen hembras; esta conclusión la saqué tiempo después, cuándo Isabel, hija de mi tío Diego y la única prima que tenía, y digo la única, porque antes de ella y después, no existió otra mujer nacida en el lecho de ninguna unión Álamo. Las mujeres que existieron eran las esposas de mis tíos, pero nunca sangre de nuestra sangre. Ahí empezó todo un 12 de noviembre de 1707, fue cuándo comenzaron mis sospechas; yo tenía 11 años cuando llevaron a Isabel a la mansión de mi padre, aún puedo recordar sus ojos pardos y su rostro de porcelana adornado por rizos castaños, que sobresalían de su tocado de paseo; entonces me convencí de que ella era un ángel ¡Tenía que serlo! No obstante, su mirada y las facciones de su cara dejaban ver una gran tristeza; ella tenía 16 años en aquel entonces.

Resurreccion: El Origen de Malena TERMINADO  ✔ 1era parte (SAGA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora