Capítulo 7

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La joven castaña se dirigió hacia el edificio de oficiales, presentándose en recepción, o al menos, en al puerta que daba hacia la recepción. Tocó el timbre, y se quedó allí parada, esperando a que alguien fuera a atenderla.

—Hola, buen día —sonrió—. Mi nombre es Nidia, y estoy aquí por un amigo mío. Él fue dado de alta hace muy poquito, su nombre es Maizak.

—Ah, el chico que le falta la pierna —dijo con indiferencia el alto moreno.

—Sí, una forma algo despectiva para dirigirte a él, pero sí, a él lo estoy buscando.

—¿Qué tiene ese tal Maizak que dos mujeres bonitas ya lo vinieron a ver?

—Un paquete enorme —sonrió tiernamente—. Entonces ¿Él está aquí o no?

—Eso lo tenemos todos —sonrió con arrogancia el tipo—. Incluso, creo que tú podrías conocer a alguien mejor. Más fuerte y completo.

—Am nop —fingió una sonrisa—. A mí solo me interesa él. Si quisiera hacerlo con cualquiera de ustedes, entonces hubiese llegado aquí preguntando quién quiere follarme.

—Es una buena opción también —pronunció en un tono grave de voz, observando a esa dulce castaña de grandes ojos azules.

Nidia se aclaró la garganta, sintiendo la intensa mirada de él, que sólo le estaba causando molestia. ¿A caso no podía ser más disimulado? O menos idiota, a ella no le interesaba.

—Bueno, creo que Mai no se encuentra aquí, gracias de todos modos —le dijo girándose—. Qué tengas buen día.

—Ey, espera —le dijo sujetándola de uno de sus brazos—. No, el cojo no está aquí, pero tal vez tú y yo podríamos pasar un buen rato. Viniste aquí para eso ¿No es así?

—Amigo, creo que tú no estás entendiendo nada —pronunció ya molesta, intentado zafarse de él—. Yo sólo vine a ver a Maizak, no a follarme a cualquiera ¿Puedes soltarme? Debo irme.

La miró fijo a los ojos, con sus pupilas afiladas, y la soltó, gruñendo bajo. Nidia sacó su brazo de mala gana, y lo observó con el ceño fruncido.

—Muñeca, ten cuidado con la hora que sales... A la noche suelen haber muchos salvajes.

—¿Ah sí? ¿Más qué los imbéciles que puedes toparte en pleno día? —pronunció molesta—. Idiota.

El moreno la observó irse, y apretó sus puños. Ya la haría ver cómo la hacía cambiar de opinión. Todas las humanas que habían estado con él, habían quedado más que desiosas por más.

Y Jael quería un nuevo "trofeo" en su pared.

***

—¿Cómo que no estaba?

—No, no estaba, y averiguando, me enteré que hace una semana se fue a la tribu del este.

—¿Qué? —pronunció desconcertada Isabella—. ¿Y por qué nadie me notificó nada? Él estaba con un tratamiento médico, debieron haberme avisado.

—Pues no lo hicieron —le dijo con simpleza Nidia, mientras armaba su bolso.

Isabella había ido a visitarla, para saber que había averiguado de Maizak... Y para saber también si había ocurrido algo o no con el muchacho.

Pero ahora la joven morena se encontraba confundida, observando a su amiga guardar ropa y algunas de sus pertenencias.

—¿Qué haces, Nid?

—Pues, estoy armando todo para irme de viaje —sonrió.

—¿De viaje? ¿Irás a visitar a tu familia?

Río divertida, y guardó un bloqueador solar, seguido de algunas cremas corporales.

—No, me voy a la tribu del este.

—¿Hablas en serio? ¿En verdad harás este viaje sólo para coger con Maizak? —le inquirió aturdida... Y molesta.

—Isa, se vive una vez, aquí no tengo nada tampoco. Además, me gusta, me parece un chico lindo, y sé que será una experiencia única. Si está en medio de la selva, me sentiré como en esos programas de supervivencia —sonrió.

—Sí, y tú no tienes ideas de nada.

—No, pero bueno.

—Nidia ¿Puedes parar? —le dijo tomándola de las manos—. Piensa sólo un segundo lo que quieres hacer. Te irás a la selva, dónde hay no sólo animales salvajes, sino también kanatitas salvajes. Pondrás tu vida en peligro ¿Sólo por un revolcón?

—Llámalo revolcón si quieres, pero sí, eso haré —sonrió.

***

"La observó dormir en la cama, sólo con un camisón negro, pero de tela fina y traslucida, que revelaba su anatomía. Su escultural y suave cuerpo, al cual él no podía resistirse.

Ronroneó suavemente, ya sintiendo su miembro apretado dentro del pantalón. ¿Cómo diablos podía ser tan hermosa? Hermosa pero perversa.

Se acercó a la cama, y se sentó junto al cuerpo de Esther, acariciando suavemente sus piernas, y ella ni se inmutó. Continuó durmiendo.

Subió lentamente una de sus manos entre sus piernas, y la detuvo a la altura de su entrepierna, acariciando sobre la tela de su pequeña prenda de ropa interior.

Ella se quejó en un tono bajo, y separó sus muslos, dándole acceso a él, permitiéndole que continuara. Y el rubio no se hizo esperar, se inclinó hacia ella, y levantó la parte de abajo de su camisón, repartiendo suaves besos por su vientre.

Su amante acarició su cabello, suspirando al sentir su lengua tibia y húmeda mojar su piel, dirigiéndose a su intimidad. Maizak podía hacerla delirar como nadie."

El muchacho miró hacia abajo, la prótesis en su pierna, y se acostó en la cama que había armado. Ninguna mujer, ni Esther, lo aceptaría de ese modo.

Llevaba ya una semana viviendo en la selva, y desde hacía tres meses, no se sentía tan libre como en ese momento. La soledad le daba también una sensación de tranquilidad, que hacía mucho no sentía.

Se giró en la cama, y observó la puerta... Él sólo quería saber de ella, aunque no hubiese sido una buena mujer, o cuidadora, necesitaba saber cómo se encontraba.

Se conformaba con saber que estuviera viva, libre, y segura.

Quizás Esther no había tenido mucho tacto con él, cuando era joven, pero ya de adulto, habían logrado entenderse mucho mejor. Eran buenos compañeros, amantes... Tal vez, por el simplemente hecho de que él era más maduro, y podía satisfacerla mejor en la cama.

Había aprendido a tocar, lamer y besar donde a ella más le gustaba. Y gracias a sus "favores" sexuales, había conseguido más libertades, que cualquier otro en su misma situación.

...

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora