Capítulo 21

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Se había hartado de decirle que no volviera, pero de nada servía. Maizak seguía regresando a su hogar. Ya sea porque traía carne, pieles, o porqué daba la "casualidad" de siempre encontrarlo a dónde fueran.

Y aunque Ayrata lo ignorara, Shana se ponía de muy buen humor cuando él estaba cerca. Incluso, sus travesuras eran menos recurrentes, lo cual era un suspiro para la joven muchacha.

Desde que se habían conocido, habían pasado dos meses, y Ayrata comenzaba a aceptar la idea de que él no se iría. De qué ahora sería parte de sus vidas.

La primavera pronto llegaría, y con ella, la festividad de Kanat'ma. La joven ya podía sentir en el aire el malito aroma al celo. Cientos de machos y hembras preparándose para la unión.

Y le había sorprendido no ver a Maizak por varios días. La última vez que había ido a visitarla, había sido casi una semana atrás. Pero luego de pensarlo, Ayrata había llegado a la conclusión de que él, participaría en la puesta de aquel año.

Lo cual era bueno ¿No? De ese modo, él se alejaría de ellas.

***

Había estado una semana entre las tribus del centro de Kanat'ma, aprendiendo del festival que se llevaría a cabo en unos días, y duraba dos semanas.

Al parecer, era una especie de tradición para ellos, que se realizaba todos los años, con el inicio de la primavera. Y él había escuchando algo sobre el Kok'ta Kanat'ma por Nidia, pero ahora había podido sacarse todas sus dudas.

Incluso había podido hablar con la líder de la tribu de hembras, y el de machos. La joven había sido muy amable en explicarle lo que ocurría en esas dos semanas.

Y lo que luego pasaba con las hembras que decidían continuar solteras, o las parejas. De ese modo, Maizak había comprendido que la madre de sus dos nuevas amigas, pertenecía al tipo de mujeres solteras, que sólo buscaban pareja para la puesta.

Y el muchacho había tenido la idea de llevar a Ayrata y Shana al campamento de familias. Creía que sería una buena experiencia para ambas, especialmente, el relacionarse con otras personas como ellas.

***

—¿Qué te ocurre?

—Es que... Mai hace mucho no viene a vernos —le dijo en un tono bajo la niña, mezclando con su dedo parte del puré de vegetales que su hermana le había preparado.

—¿Y? Maizak tiene su vida, es un macho soltero, libre, y yo ya te expliqué lo que pasa en estas fechas.

—Pero ¿Y si se va para siempre? ¿Y si encuentra una hembra y es de los que quiera formar una familia?

—Mejor para nosotras.

Shana la miró molesta, gruñendo como un gatito.

—Esto es tu culpa ¡Porque eres una tonta! —gruñó golpeando la mesa.

—¡Shana!

—¡Todo porque tú no quieres un macho! ¡Tonta! —le gritó antes de levantarse de su asiento, y escabullirse por la ventana.

Sabía que su hermana estaría muy molesta luego de haberle dicho aquello.

Ayrata apretó sus puños con rabia, y corrió el plato con comida, ya sin hambre. Era una insolente ¿Cómo se atrevía a decirle algo así?

—¡Ven aquí, Shana! —bramó furiosa, dirigiéndose a la puerta para salir de la casa—. Si a las tres no estás aquí, te daré una-

Dejó de hablar, al abrir la puerta y ver a Maizak con la niña a su lado, mirando hacia abajo.

—Entra ahora, y te vas a la habitación.

—Lo siento.

—¡Ahora!

La pequeña rubia bajó las orejitas, y asintió con la cabeza, caminando a pasos lentos hacia la habitación que compartía con su hermana.

—¿Y tú qué quieres aquí? —gruñó molesta, mirando a Maizak.

—Creo que llegué en un mal momento.

—¿Qué quieres?

—Viajé a las tribus de Kanat'ma, y venía contarles lo que había visto.

—Yo ya sé lo que se hace en el Kok'ta Kanat'ma, viví allí cuando era una niña. Ahora vete, no quiero ver a nadie.

—Sí, volveré más tarde, cuando estés más calmada para hablar.

La castaña afiló las pupilas, y le cerró la puerta en la cara, de un portazo. ¿Quién diablos decía que ella no estaba calmada en ese momento?

***

Gruñó con molestia, al ver quien venía entrando en su jardín, cuando ella salía a tirar las cenizas de las brasas de la noche anterior.

—No creí que en verdad ibas a volver.

—Sí, quería hablar con ambas ¿Está Shana despierta?

—Ella no saldrá, está castigada por insolente.

—¿Qué hizo esta vez?

Lo miró, y frunció el ceño.

—¿Qué es lo que quieres aquí?

—Hablar sobre la Kok'ta —explicó el rubio, sonriendo al ver que la niña se asomaba por una de las ventanas de la casa—. Ya que ella no puede salir ¿Podríamos hablar en tu casa?

No muy convencida, asintió con la cabeza y le permitió que entrara en su casa.

—Mai ¿Qué es eso que traes ahí? —le inquirió curiosa la niña, al ver las bolsas.

—Yo quería invitarlas a formar parte del Kok'ta Kanat'ma, pero en el asentamiento para familias. Y creí, qué quizás les gustaría ir, estar con otras personas como nosotros —sonrió—. Y les traje unos regalos, para estar más acorde con la celebración.

—¿Regalos? —preguntó ilusionada Shana.

—Ésta es para ti —sonrió suavemente, entregándole una bolsa de papel, color rosa crema.

La niña la tomó ansiosa, y al sacar una de las tantas cosas que había allí adentro, chilló de emoción.

—¡Ayra! ¡Mira que bonito vestido! —exclamó al sacarlo de la bolsa—. Gracias Mai ¡Me gusta mucho! —le dijo abrazándolo, antes de salir corriendo hacia la habitación, y probárselo.

Él sonrió, sintiendo una calidez única en el pecho, y luego miró a Ayrata, extendiendo una bolsa blanca hacia ella.

—Éste es para ti, y me gustaría mucho que lo aceptaras.

—No quiero nada de ti.

—Lo sé, sé que no quieres nada que venga de mí, o de cualquier otro macho. Pero quisiera que lo aceptaras, por favor.

Ayrata estaba por volver a rechazarlo, cuando la niña volvió a la sala, ya con el vestido puesto. Estaba algo despeinada, porque siempre era una lucha peinarla, pero se veía preciosa con aquel vestido color hueso.

Pero lo más bonito, no era la prenda, sino su hermosa sonrisa, feliz, emocionada.

—¿Cómo me veo? —le preguntó a su hermana.

—Te ves preciosa —sonrió, una sonrisa sincera—. Muy linda, chiquita.

...

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora