Capítulo 9

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Ni en sus rutinas en el gimnasio quedaba tan exhausta y adolorida. Le dolían músculos que ni sabía que tenía, pero vaya que no se arrepentía. Y se sentía tan bien tener ese cuerpo calentito sobre ella.

Se giró en sus fuertes brazos, y sintió como él la aferraba a su cuerpo, al sentir que quizás podía alejarse. La castaña sonrió, y pasó sus brazos sobre los de él, cerrando los ojos para seguir durmiendo.

Pero sintió que debía orinar.

"Oh no, maldita sea, no quiero" pensó molesta.

Se sentía muy bien estar de ese modo, para tener que salir de la cama por eso. Cerró los ojos, intentó no pensar en ello... Pero la necesidad de orinar seguía allí.

Se quejó molesta, como una niña refunfuñando, y acarició suavemente los brazos de Maizak.

—Debo salir de la cama —le dijo en un tono suave, bajo—. En seguida regreso, necesito ir al baño.

Esperó unos segundos, y lo escuchó suspirar, antes de liberarla. Se sentó en la cama, completamente desnuda, y cuando se puso de pie, volvió a sentarse, al sentir sus piernas temblar.

Sus músculos estaban muy débiles al parecer, para mantenerla en pie.

—M-Mierda.

—¿Qué pasa? —le preguntó el muchacho, al escucharla quejarse.

—Nada, nada, tú sigue durmiendo —sonrió, girándose para verlo—. No te preocupes.

—¿Segura?

—Sí —sonrió.

Se inclinó hacia él, y le dio un suave beso, probando sus labios, que tanto le había gustado besar. Se separó algo agitada de él, luego de que Maizak le correspondiera.

—Espera, voy al baño y vuelvo.

—¿Quién eres? —se animó a preguntar, mirándola a los ojos.

Ella sonrió divertida, robándole un beso corto.

—Una loca que le gustaste desde la primera vez que te vio. Eres tan lindo —sonrió antes de besarlo nuevamente—... Perfecto.

—No lo soy —pronunció bajo, desviando la mirada.

Ella lo tomó del rostro, y acarició suavemente sus mejillas.

—¿Me esperas un momento? Y verás como te demuestro que si lo eres —sonrió antes de darle un beso suave, y salir de la cama.

Se tomó de la mesa de noche, y luego de la pared, para poder caminar hasta el baño. Después de aquel día, tardaría un largo tiempo para volver a caminar con normalidad al parecer.

***

—¿Por qué no me dijiste qué Maizak se iba de aquí? —le inquirió molesta Isabella a Adrián.

—Creí que él te lo había dicho —pronunció confundido—. Además se fue hace más de una semana ¿Recién te enteras?

—No, ayer. Y la estúpida de Nidia se fue al este para verlo, y no me ha llamado ni nada desde entonces. Ayer se fue también.

—Que extraño ¿Estará bien?

—No sé, eso también me preocupa. Intenté llamarla esta mañana, pero sólo me dio el buzón de voz. En un rato volveré a intentarlo.

—Espera —pronunció pensativo, procesando lo que ella le había dicho—. ¿Se fue a ver a Maizak? Pero si ella ni lo conoce.

—No lo sé, Adri. Sabes cómo es cuando se le mete algo en la cabeza... Ella sólo me dijo que le gustó, y se fue a buscarlo.

—¿Gustar de que modo?

—Sexual ¿De qué modo va a ser? Sabes que ella se acuesta con cualquiera —pronunció con cierto resentimiento—. Si le gusta un tipo, sólo va y lo busca hasta llevárselo a la cama, hasta encontrar otro.

—Bueno, suena un poco mal el modo en que lo estás diciendo. ¿Pero ella sabe lo de la pierna de Mai?

—Sí, según ella, hará una "acción de bien" al tener sexo con él. Con eso espera levantarle el autoestima.

***

Era todo tan extraño, pero a la vez se sentía tan bien. Era una especie de fantasía estar con ella, todo tan irreal, pero a la vez,  auténtico, ella era auténtica.

El sonido de su voz, su risa, sus ojos, su piel... Su sabor, su aroma, ella era tan verdadera, y transparente con él. Y lo tenía confundido ¿Por qué estaba allí? ¿Por qué una desconocida lo había ido a buscar?

Jamás nadie se había interesado en él de ese modo, y eso lo hacía sentir bien. Ella estaba allí por él, ya se lo había dicho, sólo se había ido a la selva para encontrarlo.

La miró, y ella le sonrió, mientras se terminaba de vestir. Y no sabía cómo se estaba aguantando para no arrancarle la ropa, y volver a follarla.

Tenía un deseo casi incontrolable por esa joven castaña, pero sabía que debía ser más cuidadoso. Ella sólo era una humana.

—¿Te ayudo? —sonrió tomando el pantalón de él.

—No, yo... Puedo sólo —le dijo en un tono incómodo.

Ella lo miró, y se inclinó para besarlo, recibiendo la respuesta de él, que le correspondió.

—Ey, a mí no me importa lo de tu pierna —sonrió contra sus labios—. Está todo bien... Eres perfecto así.

Pasó suavemente su mejilla contra la de él, y luego lo abrazó, confundiéndolo.

—¿Qué haces?

—Quiero oler a ti.

Sonrió al escuchar aquello, y la tomó del rostro para que lo mirara.

—Pero ya hueles a mi, todo tu cuerpo huele a mi.

—Perfecto entonces, así saben que soy tuya —le dijo con una suave sonrisa, antes de ser besada por él.

Al diablo con la salida que iban a hacer, Maizak quería volver a tenerla... Era la primera mujer que decía que quería ser suya, que quería pertenecer a él.

***

Había llamado al único hotel que hospedaba a visitantes, y al menos había logrado que le confirmaran que Nidia se encontraba allí, desde el día anterior.

Obviamente no le habían informado más nada, si ella se encontraba acompañada o no por alguien más, pero al menos sabía que estaba bien.

E Isabella no podía hacer una locura como la de su amiga, ella tenía un trabajo estable, no podía renunciar a su vida, para ir tras un chico que ni conocía.

No era tan espontánea como ella, Isabella era más metódica, debía pensar más las cosas. Le encantaba salir y divertirse ¿Pero dejar todo por un muchacho que ni siquiera era su amigo?

Era demasiado para ella. Aún así, la morena viajaría para el fin de semana al este, para poder encontrarse con la muchacha.

...

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora