Capítulo 31

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Lo escuchó llorar del otro lado de la puerta, sintiendo un malestar terrible en su pecho. Y ella también lloró, arrodillada del otro lado. ¿Por qué tenía que doler tanto?

¿Y si le daba una oportunidad? ¿Y si dolía más por hacerlo? No sabía qué hacer, se sentía tan confundida y dolida. Tenía tantas dudas e inseguridades.

Pero él estaba ahí, y lo necesitaba.

Abrió la puerta suavemente, y lo abrazó, sollozando. Y Maizak se giró para poder abrazarla, llorando en silencio. Si tan sólo le pudiera hacer sentir que ella era todo lo que él quería, lo que necesitaba.

La sentó sobre sus muslos, y la castaña se abrazó a él, escondiendo el rostro en su pecho, aferrándose a él. Ya no quería pensar en más nada, sólo que estaban juntos.

Sintió los suaves besos de él por su cabello, por su cuello y hombros, y como la acariciaba con su mejilla, aferrándose a su cuerpo.

—Tuyo —le dijo en un tono tembloroso de voz—. Soy tuyo.

Los labios de la castaña temblaron, y asintió con la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta.

—Tuya... Soy tuya.

***

—¡Mai! ¡Estás aquí! —exclamó con una gran sonrisa la pequeña rubia, al ver al muchacho sentado en la sala.

Fue rápidamente hacia él, y lo abrazó.

—Te extrañaba mucho, que bueno que tú también hayas venido, Mai.

—Yo también las extrañaba mucho —sonrió cálidamente, dándole un beso en la cabeza.

—¿Te duele? ¿Qué te pasó en la pierna?

—Nada, sólo me lastimó la prótesis, es por eso que ahora no puedo llevarla puesta por unos días, hasta que se sane —pronunció en un tono incómodo.

—¿Puedo ver cómo se ve tú mitad de pierna?

—Shana —le dijo en un tono serio Ayrata—. Ve mejor a buscar Prurp ¿Quieres?

—Sí, lo siento Mai —murmuró bajando sus orejitas, antes de irse.

El muchacho miró a Ayrata, y sonrió levemente, antes de mirar hacia abajo. La castaña se acercó a él, y le acarició suavemente uno de sus hombros, antes de inclinarse hacia abajo, y besarlo.

—A mí no me incomoda —pronunció en un suave beso.

Él la tomó del rostro, y la miró a los ojos.

—¿Segura?

—Por supuesto —sonrió robándole un beso corto—. No me molesta, yo te quiero así.

Él cerró los ojos, y rozó la punta de su nariz con la de ella, a lo que Ayrata respondió con el mismo gesto, sonriendo, antes de unir sus labios con los de él.

—¿Pronto tendré un sobrinito? —preguntó con una sonrisita traviesa Shana.

Ayrata se separó rápidamente de Maizak, y el rubio sonrió, al ver lo apenada que estaba la joven.

—Bonita, yo no puedo tener hijos.

—¿Qué? ¿Por qué no? Yo quería tener un sobrinito. Ila me contó que su mamá tuvo mellizos.

—Porque cuando era joven, me operaron para que no pudiera bebés. Lo siento, Shana.

—De hecho, sí podemos —le dijo Ayrata sentándose a su lado, tomándolo de uno de sus manos—. La enfermera me explicó que sí podemos tener un bebé, pero no de forma natural. Dijo que en la central de la isla, podrían ayudarnos.

El rubio la observó sorprendido, no sólo por la noticia, sino porque ella lo considerara también.

—¿Y tú quieres un bebé, Ayra?

—Sí, pero no ahora, más adelan-

—¡Sí! —chilló Shana, abrazando a su hermana—. ¡Tendré un sobrinito! ¡Habrá un bebé en la casa!

La castaña sonrió suavemente, y le acarició el cabello a la niña, dándole un beso en la cabeza.

—¿Por qué ahora no?

—Porque... Porque primero debemos hacer una casa más cerca de la central ¿No es lo que tú querías? ¿Vivir allí?

La niña se separó de ella, y sus ojitos marrones brillaron con emoción.

—¿En serio? ¿Nos iremos a vivir allí?

—Sí —sonrió suavemente—. Tú necesitas estar cerca de otros niños, ya no vamos a seguir ocultándonos.

***

Se quedó mirándolo, como él hablaba con Shana, como le explicaba sobre el lenguaje humano. Se quedó mirando su sonrisa, sus gestos, escuchando su voz, y no pudo evitar sentir esa emoción en su pecho, esa sensación extraña en su vientre.

Maizak giró el rostro, y al ver que Ayrata lo estaba viendo, sonrió y le robó un beso corto, haciéndola sonreír.

—Tú también deberías aprender el idioma.

—Lo sé, yo los escucho —sonrió.

—Ayra, Mai dice que cuando vivamos allí, iré a una escuela con muchos niños. Qué ahí me van a enseñar muchas cosas nuevas.

—Eso es genial, chiquita.

—Ya quiero ir —suspiró ensoñadora.

Maizak observó a la niña, y sonrió divertido. Ahora le parecía genial, pero cuando tuviera tareas, e ir todos los días de semana, dudaba que le gustara mucho.

—Mai ¿Cómo debemos hacer para ir a vivir allí? —preguntó curiosa Ayrata.

—Aquellas tierras hay que comprarlas, no es como aquí. Para poder comprarlas, necesitamos dinero, que se consigue trabajando.

—¿Trabajo? ¿De qué? —le inquirió la niña.

—Pues, ayudando en la isla. Oficiales, guardias, atendiendo las tiendas, limpiando. Lo que te imagines que puedas hacer, allí es un trabajo remunerado, es decir, te pagan.

—¿Yo puedo trabajar también, Mai? —le preguntó la pequeña rubia.

—No, tú sólo debes estudiar. Ayra y yo nos ocuparemos de todos.

La castaña lo miró a los ojos, y asintió con la cabeza, sonriendo. Sí, ya era momento de dejar aquella casa, y buscar un mejor futuro para su hermana... Y posibles hijos quizás.

***

Masajeó suavemente el muslo izquierdo de él, ya que el muchacho estaba con dolores y calambres. Y aunque Maizak se había negado, ella de todos modos lo ayudaría.

—¿Mejor?

—Un poco. Creo que es porque me esforcé demasiado con la prótesis.

Ella lo observó con pesar, y se acostó a su lado, abrazándolo.

—Tendría que haber esperado a que tú regresaras para hablar —murmuró.

—Yo tendría que haber matado a esa mujer hace mucho tiempo...

La castaña levantó la cabeza, y lo miró con cierto temor ¿Hablaba en serio?

—No me hagas caso —sonrió dándole un corto beso en los labios, abrazándola—. Entonces... ¿De verdad quieres un hijo conmigo?

—Sí —le dijo acurrucándose contra él—. Pero no ahora, cuando tengamos un hogar allí.

—Me parece bien —ronroneó, sintiéndose tan completo con ella a su lado.

Ella cerró los ojos, y le acarició suavemente el pecho. Le atemorizaba empezar una nueva vida en ese lugar, con Maizak, pero se arriesgaría, le daría una oportunidad.

...

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