Capítulo 23

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—¿Qué haremos aquí, Mai? —preguntó curiosa la niña, mirando la tienda donde se encontraban.

—Aquí imprimiremos las fotos que tomamos.

—Ah... —murmuró pensativa.

Shana no sabía lo que eran las fotos, hasta que Maizak la apuntó con aquel aparatito negro, y luego le enseñó que aquella cosa ¡Tenía una imagen de ella! Era realmente sorprendente lo que eso podía hacer.

—Esto demorará unos minutos, porque son muchas fotos —sonrió—. ¿Querés ir un rato con Ayra?

—Claro —sonrió, antes de irse hasta la mesa donde se encontraba su hermana—. Mai dice que tardará varios minutos, que esperemos aquí.

—Está bien.

—Ayra ¿Estás bien? ¿Estás molesta?

—No cariño, sólo... No me siento cómoda cuando hay muchas personas.

Shana la abrazó y le dio un beso en la mejilla, apoyando su cabeza sobre el hombro de ella.

—No te preocupes, Ayra. Mai no dejará que nada malo nos ocurra, él nos va a cuidar.

La joven sonrió levemente, y le acarició uno de los brazos a la niña. ¿Cómo hacerle entender que no confiaba en él? Shana estaba tan encariñada con ese tipo.

—Mai dijo que luego de aquí iríamos al cine ¡Ya quiero ver que es eso! —chilló emocionada, sentándose junto a su hermana—. Aquí es tan lindo, Ayra. Hay mucha comida rica, y muchas cosas increíbles ¿No podríamos vivir aquí?

—No chiquita, éste no es nuestro lugar.

—Oh —murmuró—... Es que aquí es bonito vivir.

Maizak se acercó a ellas con un sobre de papel color madera, y un álbum en su otra mano, con algunos dibujos infantiles.

—Y aquí ya están las fotos —sonrió sentándose junto a Shana.

—¡Sí! Ahora tendremos un recuerdo de todo esto —le dijo emocionada, tomando el sobre para sacar las fotos.

La niña observó las primeras, sonriendo al ver que estaba ella, en otra estaba con Maizak, en otra con su hermana, ambas distraídas comiendo un helado. Y acarició suavemente las imágenes, era tan extraño que existieran ese tipo de cosas.

—Y este libro de aquí, es para guardarlas.

—Sí, así los tres tendremos dónde verlas —le dijo Shana, mientras el rubio la ayudaba a pegar la primera foto—. Tú en tu aparatito negro, y nosotras aquí.

—Celular —sonrió divertido.

—Eso, celular —sonrió la niña, tomando otra foto.

Maizak levantó la cabeza, y observó a Ayrata. Ella no lucía para nada bien.

—¿Quieres que volvamos al hotel?

—Sí.

—¿Qué? No, Mai dijo que nos llevaría al cine, y yo quiero conocerlo.

—Estaremos muchos días aquí, Shana. Podemos ir luego —sonrió—. Ahora debemos volver, tu hermana no se siente bien.

La niña miró a Ayrata, bajando sus orejitas hacia abajo.

—¿Qué tienes, Ayra?

—Sólo estoy un poco cansada, estaré bien cuando duerma un poco.

—Está bien —sonrió Shana, guardando las fotos—. Vamos entonces.

***

De camino al hotel, Maizak les había comentado unos hotdogs, y la niña no podía estar más que sorprendida, feliz. Hasta se había olvidado del cine.

Entraron a la habitación, y la pequeña rubia corrió hasta la cama que daba a la ventana, saltando sobre ella.

—¡Es muy suavecita! —chilló abrazando la almohada, girando de un lado hacia el otro—. Acuéstate, Ayra, éstas camas son muy suaves, cómodas ¡Me gustan mucho!

—Ella se sorprende por todo —sonrió levemente Ayrata.

Maizak la observó, y sonrió. Eran las primeras palabras que le dirigía en todo el viaje.

—Ella es una niña muy linda, y no pienses mal —se apresuró a decir—. Me refiero-

—Lo sé, descuida —lo interrumpió—. Y gracias, Maizak, por todo por lo que estás haciendo por ella. Sé que será un recuerdo inolvidable para Shana.

—Sólo... Quiero hacerlas sentir bien. Las dejaré descansar, volveré en un rato —sonrió tomando su celular, para ver la hora—. ¿Dos horas están bien?

—Supongo que sí.

—De acuerdo, en dos horas regreso. Qué descansen —les dijo antes de marcharse, saludando con su mano en alto a la niña, que con su vocecita chillona, se despidió de él.

Y Ayrata lo había visto, en el fondo de pantalla no tenía más la foto de su pareja muerta. Ahora había una foto de ella y Shana, dónde estaban durmiendo ambas.

Al parecer se las había sacado en el autobús, porque tenían la ropa que se habían puesto para el viaje.

***

Miró a su pequeño hijo dormir, y sonrió suavemente, acariciando una de sus mejillas gorditas. Era tan perfecto, jamás creyó que podría sentirse de ese modo.

Observó a su mujer a su lado, que iba caminando y hablándole, contándole del último paciente que había atendido, antes de que hicieran aquel viaje.

La tomó de la mano, y la apretó suavemente, para llamar su atención. La morena miró hacia arriba, curiosa. Y él le sonrió, antes de agacharse para poder besarla.

¿Cómo podía ser tan hermosa? Ella sonrió contra sus labios, y le dio un beso corto, susurrándole un te amo.

Blaise y Corine se encontraban en el asentamiento de familias. Ambos querían agradecerles a su diosa madre, el regalo hermoso que les había dado, su pequeño hijo Sommy.

El bebé tenía ya cuatro meses ¿Y qué mejor momento para hacerlo que el festival a Kanat'ma?

***

Estaba en una tienda de ropa, eligiendo que llevarles a Shana y Ayrata. No podían estar vistiendo el mismo vestido durante dos semanas.

Y la semana que había trabajado en el asentamiento, había servido para solventar los gastos que estaba teniendo. Si bien los centros de atracción eran gratuitos, la comida y ropa que estaba comprando, no lo era.

Observó a la chica que lo estaba atendiendo, su cuerpo.

—Ella es un poco más baja que tú.

—Mm, entonces —le dijo pensativa, girándose para tomar una blusa—. Tal vez éste pueda ser un buen talle.

—Sí, pero en otro color —pronunció señalando una blusa rosa pastel, con volados blancos—. ¿Puede ser en ese color que tienes ahí?

—Claro —sonrió la muchacha.

Le parecía tierno que un chico fuera el que le comprara la ropa para su pareja, y una niña. Qué suponía que sería su hija. Generalmente, era algo que solían hacer las mujeres, ya que tenían mejor percepción de los talles.

—¿Algo más?

—Sí, necesito vestidos, y zapatos —le dijo señalando unos estantes—. Me gustan esos, pero en color blanco para una niña.

...

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora