No sería fácil conseguir una nueva habitación de hotel, especialmente, cuando sólo faltaba un día para el festival, y ya estaban todas las habitaciones reservadas.
Pero necesitaban otra habitación, dónde pudieran estar ellos dos solos, porque ambos sabían que no iban a poder seguir aguantando mucho.
Y con la niña allí no podrían hacer nada.
-Lo siento, las habitaciones han sido todas ocupadas, o reservadas -explicó amablemente la recepcionista.
-¿No hay forma de cambiar la habitación con otra familia? Una que no necesite tanta... ¿Privacidad?
La muchacha lo observó curiosa, y luego volvió a buscar en el registro.
-¿Cuál era su familia?
-Shira.
Levantó la cabeza, y lo miró con cierta incomodidad. ¿Por qué ahora querría una habitación con división para niños y pareja? ¿No sé suponía que ellos tres eran hermanos?
-Lo siento, pero a menos que cancelen alguna de las reservaciones, no hay más habitaciones disponibles.
-De acuerdo, gracias -pronunció frustrado.
Al diablo el deseo de estar con ella, sería imposible de cumplir.
***
Y aunque no quisiera sentirse de ese modo, estaba de mal humor. Sabía que debía controlarse, porque había una niña pequeña que nada podía entender de eso, pero estaba molesto.
Él quería estar con Ayrata, y no poder cumplirlo, sacaba su lado gruñón. Algo que realmente era típico en su especie, ponerse agresivos y violentos.
Es por eso que había vuelto muy de noche, cuando ambas hermanas estaban durmiendo. No quería estar cerca de Ayrata, sabía que no podía tenerla, así que ¿Para que tentarse?
Fue al baño, para cambiarse de ropa y dormir. Esperaba que un buen descanso sirviera para levantarse con mejor ánimo. Al día siguiente comenzaría el festival, y quería estar lo mejor posible de humor.
Abrió el agua de la ducha, y se metió, cerrando la mampara. Sí, un poco de agua caliente, ayudaba a relajar los músculos.
Y relajándose, ignoró completamente que alguien más había entrado al baño. La joven castaña se quitó el camisón, y luego le colocó la traba a la puerta.
Se mordió el labio inferior, y abrió la mampara, tomando por sorpresa a Maizak.
-Ayra.
Ella lo miró a los ojos, y no dijo nada, simplemente lo tomó del rostro con delicadeza, y lo besó, abrazándose a él. El rubio la sujetó de la cintura, y devoró su boca, apoyándola contra la pared.
Ayrata se estremeció al sentir el frío de los azulejos contra su piel caliente, y bajó una de sus manos entre el cuerpo de ambos, hacia el abdomen de Maizak.
Bajó suavemente hacia su entrepierna, y rozó con sus dedos su hinchada erección. Él se separó de ella, respirando pesado.
-¿Estás segura? -preguntó en un tono bajo.
Negó levemente con la cabeza, y Maizak la tomó del rostro.
-Quiero que me mires, que sepas que soy yo, que sólo somos nosotros dos.
-S-Sí.
Volvió a besarla, más suave, acariciando su espalda, sus glúteos, antes de separarse, y darle varios besos cortos en los labios.
-Quiero que estés segura.
-Tengo miedo... Que duela -confesó cerrando los ojos-. Quiero hacerlo, pero tengo miedo.
Él la besó nuevamente, y guió una de sus manos hacia su intimidad, rozando con la punta de sus dedos entre sus labios. Sintió a la castaña estremecerse, hasta que rozó sobre sus clítoris, masajeando.
Ella se sujetó a él, jadeando bajo, ronroneando, y el rubio sonrió contra su boca.
Con su mano libre tomó la toalla, y la tiró al suelo, antes de separarse de ella.
-Quiero que apoyes tus manos y rodillas ahí.
Ella lo miró con cierto nerviosismo, pero lo hizo, colocándose de espalda a él. Creyó que la montaría, pero Maizak no lo hizo. Se arrodilló detrás de ella, y acarició suavemente su trasero, escuchándola jadear.
Pasó una de sus grandes manos por la columna de ella, y la hizo bajar el pecho hacia el toallón, teniendo una mejor posición de su trasero.
Y Ayrata se sentía nerviosa ¿Por qué quería estar de esa forma? ¿Por qué le estaba mirando...? Dejó de pensar, al sentir que él le separaba los muslos, y le daba una profunda lamida, haciéndola gemir.
Separó suavemente sus labios mayores, y comenzó a chuparla, lamiendo con ímpetu su intimidad. La joven morena sólo atinó a cubrirse la boca, cerrando los ojos y gimiendo.
Bajó más su pecho hacia el suelo, y se meneó contra él, sintiendo como la degustaba de aquel modo tan atrevido, pero placentero.
Apretó sus dientes con fuerza, sintiendo como sus músculos internos se tensaban, anhelando tanto poder llegar, y gritó contra su mano, ahogando su deseo.
Y Maizak continuó lamiendo, lentamente, acariciado sus caderas, para que ella volviera a relajarse. La giró sobre el toallón, y al ver de ese modo, jadeante y con los ojos cerrados, sonrió suavemente.
Le separó las piernas, y se colocó entre sus muslos, bajando a su cuerpo para poder besarla.
-Eres hermosa -ronroneó.
Ella sonrió y lo tomó del rostro, para poder besarlo. Sí, era completamente diferente, él no iba a hacerle daño.
-Hazlo -le pidió en un suave jadeo.
Él bajó a su cuello, chupándolo, y la penetró con uno de uno de sus dedos, sintiendo lo húmeda que estaba.
-N-No, tú -se quejó, tomándolo del rostro para que lo mirara-. Quiero que seas tú -le pidió bajando sus orejitas.
¿Y como resistirse a esa mirada? ¿A esa pose tan sumisa y tierna?
-Quiero que me mires -le dijo tomándola del rostro con una de sus manos, y guiando su miembro con la otra, hacia la entrada de ella.
Se hundió lentamente en ella, y Ayrata se mordió el labio inferior, en un suave quejido.
-¿E-Estás bien? -gruñó, con la respiración pesada, intentando controlarse.
-S-Sí, sigue.
-¿Segura?
Ella asintió con la cabeza, y él se movió suavemente, disfrutando de tan anhelado deseo. Ayra le acarició los antebrazos, y el rubio bajó hacia ella, poder besarla, mientras se hundía más en su interior.
Estaba tan húmeda, tan excitada, que era una delicia poder deslizarse en ella.
-Más -gimió abrazándola a ella.
La sujetó de las caderas, y ella rodeó su cintura con sus piernas, antes de recibir sus profundas y fuertes estocadas. Se sujetó con fuerza de él, y escondió su rostro en el pecho de Maizak, gimiendo.
Jamás creyó que podría disfrutar de su celo, y mucho menos, con alguien tan dulce y atento como él.
...
