Capítulo 17

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—No vi animales salvajes por aquí ¿Por qué pones eso?

Se giró rápidamente al escuchar aquella voz, y se encontró con el macho que habían encontrado en la mañana, en el patio de su casa.

Gruñó en advertencia, y tomó una estaca de madera que tenía en una de sus manos, mostrándole sus dientes.

—Ey, tranquila, no les haré daño ¿De acuerdo? —le dijo en un tono calmo, alzando ambas manos hacia el frente—. No soy peligroso.

—¿Qué quieres aquí? Largo —gruñó, tirando sus orejitas hacia atrás.

—Pedirte ayuda. Llevó muchos días caminando, y hoy llegué hasta aquí. Necesito unas herramientas, para poder hacer un refugio ¿Crees qué puedas ayudarme?

—¿De dónde vienes?

—Estuve un tiempo viviendo en el asentamiento central, pero vengo de otro lado, muy alejado de aquí, fuera de la isla.

—¿Y cómo llegaste aquí?

—Terminé aquí por un accidente, dónde perdí mi pierna —explicó levantando su pantalón, para mostrarle la prótesis.

Ayrata bajó la estaca y miró curiosa su pierna. ¿Qué era eso que tenía allí? Jamás había visto algo así antes.

—La perdí, y ahora uso esto para poder caminar, se llama prótesis.

—¿Prótesis? —repitió confundida.

—Sí.

Lo miró a los ojos, y luego dio un paso hacia adelante.

—¿Quieres verlo de más cerca? ¿Tocarlo?

—No —gruñó bajo, haciéndose atrás.

Él la observó, y sonrió suavemente.

—Está bien... Entonces ¿Puedes ayudarme? ¿Tienes herramientas?

—Sí ¿Pero por qué debería confiar en tí? Yo ni te conozco.

—Es verdad, no nos conocemos ¿Cómo puedo ganarme tu confianza?

—Hay más casas, alejadas de aquí, podrías pedir ayuda allí.

Maizak la observó inseguro, y luego buscó algo adentro de su pantalón.

—Hace unas semanas perdí a mi compañera. Su nombre era Nidia, y sólo tengo esto que me la recuerda. Quizás ésta sea la última vez que pueda encenderlo hasta encontrar electricidad —explicó enseñándole el celular.

Ayrata lo observó con confusión, y luego él le mostró la pantalla del celular.

—Ella era Nidia.

La joven miró aturdida aquello que él tenía en sus manos. ¿Cómo era posible que allí hubiera una chica?

—¿Q-Qué es eso?

—Se llama celular, sirve para comunicarte con otras personas, y guardar archivos. Esta es una foto de ella, así se veía —le dijo con una sonrisa afligida.

—¿Qué le pasó a tu compañera?

—Se quitó la vida... Un macho la violó.

Al escuchar aquello, Ayrata tomó nuevamente su pose tensa, y afiló sus pupilas.

—No te preocupes, él ya no está vivo, yo tomé su vida.

—Te prestaré mis herramientas, sólo si luego te vas de aquí y no te vuelves acercar a mi hermana o a mí.

—Te doy mi palabra, no lo haré. Pero me demoraré quizás dos días en regresártelas. Debo armar mi refugio.

—Sí, sólo no te acerques a nosotras.

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora