Se despertó al escuchar unos ruidos extraños, y observó la habitación a oscuras. Tanto su hermana cómo Maizak estaban durmiendo,y con cuidado, quitó el brazo de Ayrata que estaba abrazándola.
Salió de la cama, y se dirigió hacia la ventana que daba al balcón, y estaba cerrada. Corrió la cortina, y observó sorprendida un gatito que había allí.
Era atigrado, y ambos parecían estar sorprendidos de ver al otro. La niña sonrió ampliamente, y abrió con cuidado la ventana, para no despertar a su hermana o Maizak.
—Gatito, ven aquí —murmuró, sonriendo—. Ven, no voy a hacerte daño.
Se sentó en el suelo, y el minino guardó distancia entre ellos, moviendo su cola de un lado hacia el otro.
—¿Tienes casa? ¿O estás solo?
Shana se puso de pie, y entró con cautela a la habitación, para buscar un trozo de sándwich que le había quedado. Volvió a sentarse en el suelo, y comenzó a cortarle trocitos pequeños, y dárselos.
El gatito, con algo de desconfianza, se acercó para tomarlos. Así estuvieron varios minutos, hasta que el minino tuvo la suficiente confianza para acercarse a ella.
La pequeña rubia sonrió emocionada, y lo tomó en brazos, acariciándolo, ronroneando con él.
—¿Quieres ser parte de mi familia?
***
Se despertó al escuchar un ruido en la habitación, y luego un lo siento bajito por parte de Maizak. Se pasó suavemente una mano por los ojos, y al abrirlos, se encontró con el rubio parado junto a su cama.
—Lo siento, pateé la cama —susurró.
—Descuida —le dijo la castaña en un tono adormilado, sentándose en la cama.
Y fue entonces, que vio a aquel gato atigrado durmiendo con su hermanita. La pequeña rubia lo estaba abrazando, y al minino parecía no importarle.
Ayrata miró curiosa a Maizak, y él se encogió de hombros, sonriendo divertido.
—Cuando me desperté, los tres ya estaban durmiendo así. Creí que tú sabías.
—No, no sé de dónde habrá salido ese gato, o porqué está durmiendo con Shana.
—¿Habrá entrado por la ventana?
—No, yo la cerré bien antes de irnos a dormir —pronunció la muchacha, mirando a su hermanita—. Y no sé qué haremos con él.
—¿Quedártelo?
—No creo que aquí nos dejen tener un gato adentro.
—Podemos no decir nada, y ya —sonrió él.
—¿Y si se enteran y lo ven? —le inquirió insegura.
—No te preocupes, nadie lo verá. Iré por el desayuno, porque no sé tú, pero yo tengo hambre —sonrió tomando una chaqueta—. ¿Quieres algo en particular?
—No, lo que traigas estará bien —sonrió.
El rubio salió de la habitación, dirigiéndose hacia el comedor del hotel. Sólo faltaban dos días para el comienzo del festival, y más familias iban llegando.
***
—Cep.
—No quiero hablar con nadie —le dijo en un tono molesto, sin observar a la castaña detrás de él.
El muchacho estaba muy molesto, decepcionado... Herido. Él había estado toda su adolescencia enamorado de Shimei, la tía de Kumi.
Y aunque ella había pasado uno de sus primeros celos con él, al no quedar embarazada, buscó otros machos. Y le había llevado dos años, poder quedar embarazada. Lo cual no sería un problema, sino fuera porque la joven decidió formar una familia con aquel hombre.
Y Cep se sentía un completo impotente. Si tan sólo él le hubiera dado un hijo, ellos ahora serían esa hermosa familia que ella tenía. Habían tenido una niñita preciosa, y el muchacho se los había cruzado por pura casualidad, cuando pasaba por el asentamiento de parejas.
Kumi se encontraba con él, ya que ambos eran los líderes de sus respectivas tribus, y estaban guiando a los recién llegados a los asentamientos de parejas y solteros.
Ella respiró profundo, y asintió lentamente con la cabeza, sin poder decir nada. Había creído que había una conexión especial con él, pero el joven no había olvidado jamás a su tía.
Y aquella actitud, se lo demostraba.
—Los llevaré al asentimiento —le dijo en un tono bajo, antes de irse.
***
—Lo siento, Ayra, es que él estaba solito —le dijo afligida, bajando sus orejitas.
—No me importa, me hubieras avisado a mí, y yo lo entraba. Ya te dije que es peligroso que salgas tú sola. Y más aún en la noche.
—Es que creí que no me dejarías quedar con él —pronunció bajito, mirando hacia abajo.
El gato estaba jugando entre sus piernas, con un cordón, ajeno a lo que pasaba.
—No lo volveré a decir, Shana. Si no me obedeces, nos volveremos a casa.
—¡No! No por favor —le dijo angustiada—. Me portaré bien, lo prometo, no saldré más sola.
—De acuerdo. Ahora ve a lavarte la cara y los dientes. Maizak fue a buscar el desayuno.
—Está bien, cuida a Prurp mientras regreso —sonrió.
—¿Prurp?
—Sí, así le puse —le dijo con una sonrisa divertida, antes de dirigirse al baño.
La castaña suspiró y tomó uno de los extremos del cordón, haciéndolo jugar. Maizak entró a la habitación, y sonrió al verla jugar con el gatito.
—Veo que ya se han despertado también ellos.
—Sí.
Se acercó a la cama, y al estar cerca de Ayrata, sintió un aroma dulce, suave, que aceleró levemente su pulso. La miró a los ojos, y ella le sonrió, confundida.
—¿Qué pasa?
Respiró profundo, y se alejó un poco de ella, tragando.
—Debes ir al centro de salud.
—¿Centro de salud? ¿Qué es eso? ¿Por qué? —Inquirió preocupada.
—Pronto entrarás en celo, tu aroma está cambiando.
Ella aspiró despacio, y lo miró confundida. Ayrata no podía sentir que su aroma estaba cambiando. Aunque generalmente, ella se daba cuenta cuando ya estaba en celo, y no antes.
—¿Es muy fuerte? Yo no puedo sentirlo —le dijo preocupada.
—No, es suave aún. Tu cuerpo se está preparando, pero aún no estás ovulando... Aunque hueles delicioso —ronroneó ronco, al mismo tiempo en que sus pupilas se dilataban levemente.
Ella salió de la cama, y se alejó de él.
—¿Dónde está ese centro de salud? ¿Qué me harán para evitarlo?
Él cerró los ojos y se aclaró la garganta.
—Lo siento, no volverá a pasar eso —le dijo recuperando la compostura—. Sólo te darán una inyección.
—¿Inyección?
—En enfermería te explicarán mejor, pero desayunemos primero —pronunció en un tono calmo, al escuchar que Shana salía del baño.
No quería preocupar a la niña, ni asustar más a Ayrata. No había sido su intención reaccionar de aquel modo.
...
