Capítulo 22

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Luego de hablarlo, y ver tan emocionada a su hermanita, había aceptado ir al asentamiento de familias. Hacía tanto tiempo que vivía alejada de las personas, que se sentía incómoda de sólo imaginar estar allí.

Pero sabía que sería bueno para Shana. La niña necesitaba estar con niños de su edad, hablar, jugar, poder disfrutar de su infancia, antes de que fuera muy tarde.

Así que, temprano en la mañana, los tres habían salido rumbo al asentamiento. Si hubiese sido otra época del año, ella habría rechazado la compañía de Maizak.

Pero al estar cerca de la puesta, no expondría a Shana al riesgo de encontrarse con algún macho violento y agresivo, que pudiera hacerles daño.

—¿Y qué haremos en ese lugar, Mai? —le inquirió curiosa la rubia, comiendo una fruta.

—Estaremos en un hotel, que es como una casa enorme, con muchas habitaciones. Allí viven muchas familias, durante el tiempo que dure la festividad. Y haremos actividades para unirnos como familia, y agradecerle a Kanat'ma todo lo que nos ha dado.

La mirada de la pequeña brilló con emoción al escuchar aquello.

—¿Familia? ¿Los tres?

—Clar-

—Se refiere a nosotras dos —lo interrumpió Ayrata—. Nosotras somos familia.

—Sí —sonrió levemente Maizak.

Shana miró a su hermana, y luego a Maizak.

—No le hagas caso, tú también eres familia —sonrió tomándolo de la mano.

El rubio tomó la mano de la niña, incómodo. Porque sabía que a Ayrata no le gustaría que él tuviera ese tipo de contacto con su hermanita.

***

Luego de siete horas de caminar, llegaron hasta la primera parada de autobús en la zona, y ambas hermanas observaron sorprendidas aquella cosa grande de metal.

Maizak les había explicado que era un autobús, y que ese transporte, los llevaría mucho más rápido hasta el asentamiento de familias. Si ellos decidían ir caminando, serían casi cinco días hasta el asentamiento.

La niña se había mostrado muy emocionada durante todo el viaje. Conociendo nuevos lugares a través del autobús, familias que también se subían para ir al mismo lugar.

Incluso, se había hecho amiga de otra pequeña, que al igual que Shana, le encantaba hablar.

Las niñas iban en la fila de asientos de al lado, y a Ayrata no le había quedado más que sentarse junto a Maizak, luego de que su hermana la dejara para sentarse con la otra niña.

—Gracias por aceptar venir —sonrió el rubio.

—Lo hago por Shana, sé que le hará bien este viaje, y estar cerca de niños como ella.

—Eres una mujer-

—No quiero oírlo —lo interrumpió en un tono molesto, que ocultaba lo incómoda que se sentía en ese momento—. ¿Podemos no hablarnos durante el viaje?

—Sí —pronunció bajo.

—Gracias —le dijo antes de girarse y darle la espalda, mirando a su hermanita y la niña hablar.

Maizak observó la ventana, algo... Afligido. Él sólo quería acercarse a ella, y demostrarle que no todos los hombres eran malos, y buscaban dañarla.

MaizakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora