uno

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El pueblo había estado tranquilo a comparación de la semana pasada.
En los programas de televisión sólo sabían hablar de los cuatro asesinatos más crueles que habían ocurrido en ese pueblo.

Todos estaban asustados, pero no era razón suficiente para que los adultos dejaran de trabajar, los jóvenes dejaran de ir a clases... para dejar de hacer lo que siempre hacen.

Eran finales de ciclo, ya sólo faltaba esa semana, sólo esa y todo terminaría.
O al menos así pensaba Kihyun.

Él que quería con todas sus ganas dejar ese pueblo, y más ahora con el temor de también ser asesinado.

La clase de hoy había estado muy callada y tensa.
Por supuesto, los que habían sido hallados muertos fueron sus compañeros. Era obvio temer.

Había salido caminando con un grupo de personas, su madre siempre le decía que lo hiciera, pero luego de ver esos asesinatos, durante la mañana justo antes de partir hacia el colegio, la mujer prácticamente le rogó de rodillas que estuviera siempre acompañado.

Ella no quería perder a lo único que la mantenía con vida en este mundo.

Las personas trataban de olvidar eso, pero lo cierto es que ellas mismas sabían que era algo imposible en aquel momento. Apenas y ayer fue el entierro de los cuatro jóvenes, ¿cómo olvidar tan rápido? No se puede.

Y los padres, hermanos, familiares de esos chicos. Destrozados.

Su madre trabaja en el único restauran-café del pueblo, los demás restaurantes, que son tres, eran pura comida chatarra. Los más concurridos por los jóvenes claramente, pero le gustaba ir más a lo anticuado.

ㅡHola, mamá.

ㅡ¿Qué tal te fue hoy?

ㅡPues todo tranquilo, ya sabes, muy callado.

ㅡEntiendo... ㅡla mujer, con su gesto tan quebrado, miró hacia el suelo unos segundos para luegoㅡ traeré tu almuerzo.

Kihyun asintió.

Planeaba regresar a casa luego de eso, terminar su proyecto final, estudiar más para el exámen de ingreso a la Universidad que escogió, hacer algo por su vida.

Pero un ruido fuera de la cafetería llamó su atención.

Había un camión enorme de mudanza, y una camioneta enorme como de las películas de esos millonarios contrabandistas. Incluso había uno fuera de ésta como si estuviera conversando con los que conducían el camión.
Ropa formal, demasiado formal para alguien que quiere vivir en este pueblo, lentes oscuros. Ni siquiera hace mucho sol como para tener unos puestos, uno de esos aparatos telefónicos que se colocan en el oído. Nada más interesante, así que decidió regresar su mirada a la superficie de la mesa en donde se había sentado.

La campanilla de entrada sonó.
Pero Kihyun estaba más concentrado en sus dedos que en lo que pasara a su alrededor.

No lo había notado cuando entró al lugar, pero no había nadie allí. Sólo él.

ㅡDisculpa.

Kihyun miró hacia su izquierda y luego hacia arriba.
Era el tipo millonario contrabandista.

ㅡSí, dígame.

ㅡ¿Sabes en qué dirección queda la tercera entrada a las fincas de Byuk?

ㅡLuego de esta calle, toma la derecha y al fondo hay un gran letrero que dice "Byuk-Hal", esa es la tercera. Aunque la primera queda más cerca.

ㅡPrefiero la tercera y muchas gracias, niño.

El hombre se fue, y Kihyun frunció el ceño. Él ya no era un niño, pero no debía protestar eso. El hombre había sido un total desconocido.

Y pensándolo bien ahora, esa finca estaba en total abandono. ¿Quién en su sano juicio iría allí?
Sólo un contrabandista.

Luego de unos minutos su madre llegó con su almuerzo, dió las gracias y comió.

Su madre sale a eso de las 11pm de la cafetería ya que en la noche suelen llegar más clientes debido a los camioneros viajantes, así que al terminar su almuerzo, se despidió de su madre y salió.

El pueblo se veía tan vacío.
Siempre era así pero hoy era diferente. El cielo estaba oscurecido, la brisa había aumentado considerablemente. Quizás vendría una tormenta. Las adora.
Ningún auto por las calles, tan extraño.

No dejó de pensar en eso hasta que pasó frente a la calle rumbo a la tercera entrada de la finca Byuk-Hal.

Se detuvo allí, a mirar en esa dirección.

Recuerda que cuando niño, había entrado allí. Era un terreno vacío sí mal no recuerda, nunca llegó a ver ni siquiera una cabaña dentro. Sólo iba allí por el ambiente solitario Y el bosque que había en él. Era para perderte y no regresar jamás, pero él siempre encontraba la salida.

Hace tanto que no va allí, que quizás si entre ésta vez, no vuelva a salir más.

ㅡMeeeoww~

Parpadeo varias veces y miró hacia sus pies, un gatito. Como de tres meses.

Le sonrió.

ㅡHola, gatito, Qué haces por aquí tan solito, ¿eh?

Se agachó y lo acarició. Lloverá, muy fuerte, no dejaría que el pequeño pasara por eso sólo.
Lo cargó, estaba algo delgado, se encargaría de ponerlo gordito, se lo quedaría, sería su compañía de ahora en adelante.

Y se fue de allí con una gran sonrisa.

A lo lejos, unas puertas de hierro sonaron con fuerza, estaban oxidadas pero seguían obstruyendo el paso, después mandaría a hacer otras. Por ahora, debía terminar de forjar su lugar. Después vendrán los demás.

Un letrero que decía "Byuk-Hal" cayó al suelo, ya no le pertenecía.

•Señor Alfa• [ShowKi] Omegaverse (EN CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora