La cabina del quinjet era espaciosa y lujosa, nada que ver con la de un avión comercial; aún así conservaba ese toque tecnológico que gritaba el nombre de Tony por todos lados. También era bastante práctica y carecía de ventanas, sin embargo, eso no molestó a la castaña ya que desde su lugar podía apreciar bastante bien la parte delantera donde se encontraban Natasha y Clint y la vista era maravillosa. No sabía con exactitud donde se encontraban o cuanto tiempo faltaba para llegar a su destino pero los ojos se quemaban contemplando las dunas amarillentas.
Se veía tan... irreal.
Toda su vida estuvo recluida en Nueva York y siempre le pareció que la populosa ciudad carecía de encanto y personalidad. No era uno de esos lugares que una vez que los visitas te dejan marcado de por vida, de hecho comparada con ciudades como Sevilla, Valencia, París... era bastante ordinaria. Y lo comprobó cuando tuvo la oportunidad de viajar a España.
Barcelona era una ciudad arquitectónica preciosa, en ella convivía el encanto y la pausa de su casco histórico. Era como un mundo aparte en el que podías encontrar de todo un poco, lugares como sacados de cuentos de hadas, lugares cargados de simbolismo religioso, pueblos pesqueros, villas medievales... estuvo 6 meses en España y no pudo ni llegar a conocer la mitad de todo su atractivo. Pero ese era justamente el punto ¿no? Que aquellos lugares tuviesen tanto que ofrecer que al final del recorrido te dejasen con ganas de más.
Amirah lo llamaba el efecto del viajero y no supo que sufría de el hasta que se encontró a sí misma queriendo salir de Estados Unidos nuevamente. Una desgracia si se lo preguntaban ya que tenía las ganas pero no el dinero, así que lo único que le quedaba era ahorrar y esperar y jamás se le pasó por la mente que el siguiente lugar que visitaría sería Egipto.
Probablemente no eran las circunstancias ideales para ponerse a hacer planes turísticos, pero eso no cambiaba el hecho de que conocería el país cuyos milenios de antigüedad e historia habían sustentado su carrera. Obviando a la organización terrorista nazi que buscaba Dios sabrá para qué la tumba de Cleopatra, tenía razones de sobra para sentirse emocionada y nerviosa a partes iguales.
Sacudió la cabeza cuando vio movimiento cerca suyo.
-¿Disfrutando el viaje, señorita Jones? - Steve se sentó a su lado con esa característica sonrisa suya pintada en el rostro.
Amirah arrugó la nariz al escucharlo. No sabía por qué le había permitido tanta formalidad al Primer Vengador, se sentía bastante extraño que la llamara "Señorita Jones" todo el tiempo. Sin embargo, él tampoco le había pedido que lo tratase diferente y supuso entonces que se debía a que prácticamente acababan de conocerse.
No le molestaba. Después de todo, consideraba que Steve Rogers era una figura digna de respeto y tratarlo de una manera más... personal, la haría sentirse incómoda.
Ajá, eso ni tú te lo crees.
-Por supuesto - sonrió ampliamente, ignorando a la vocecilla en su cabeza - Aunque todo es... muy extraño todavía.
-Entiendo, todo sucedió tan de repente - dijo él, volviendo a fijarse en los mapas que le facilitó Nick un par de horas atrás - Después de lo de Alemania creí que pasaría algún tiempo antes de tener que volver a lidiar con HYDRA - añadió en un susurro genuinamente cansado.
-Lo ha hecho desde el 45, debe estar muy aburrido - pensó Amirah en voz alta y para su sorpresa el rubio dejó escapar una carcajada limpia.
-Tiene razón - asintió sonriente - Más cansado que aburrido, pero... es mi trabajo.
-Bueno... siempre se puede tomar unas vacaciones.
-Tal vez lo haga - concedió él, no había más que sinceridad en su voz y se sorprendió de soltar algo como eso a una desconocida antes que a sus propios compañeros.
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EMPIRE [Steve Rogers]
FanfictionNow it's time to build my empire. No se olviden comentar y votar, déjenme saber si les esta gustando la historia ❤ Gracias por leer.