EMPIRE [Steve Rogers]

22. Revelar la verdad

Luego de que Tony sometiese a Amirah al tercer grado y de que la castaña consiguiera salir intacta de aquel interrogatorio, guió al grupo de héroes a través de las tumbas subterráneas del Templo. Las criptas, al ser usadas como almacenamiento de vasijas y de iconografías divinas, eran muy grandes, pero superficiales, unos cuántos metros las separaban del resto del edificio principal, por lo que la castaña siguió de largo hasta encontrar una apertura en la "Sala de las Llamas" que a su vez los llevó hasta una angosta cámara con un relieve que representaba al tercer emperador de la VI dinastía.

Tal sección era un poco más pequeña que el resto que conformaban las otras criptas, pero era un lugar seguro, lo suficientemente escondido cómo para evitar que alguien que no conociese el Templo con exactitud, no lo encontrara.

Curiosearon un poco por los alrededores y luego, cuándo cayó la noche, cada uno buscó un lugar en el que poder descansar, excepto la lingüista.

Ese mal presentimiento que invadió a Amirah en el momento en el que puso un pie en Dendera, no la abandonaba. No la dejaba tranquila, se sentía nerviosa, era cómo si su inconsciente tratase de decirle algo importante.

-Has estado muy callada desde que llegamos aquí - Steve se colocó en cuclillas frente a la castaña. Sus ojos reflejaban tranquilidad aunque por dentro no podía estar más preocupado - ¿Qué sucede?

-No sabría como explicarlo - respondió ella con una sonrisa que el rubio de inmediato reconoció como falsa - y ojalá pudiera.

-¿Es por la pintura? - cuestionó dudoso y ella arqueó una ceja.

Sinceramente había esperado que el interrogatorio de Tony desencadenase el repertorio de preguntas y dudas que seguro todos tenían pero ese momento jamás llegó. Todos se mostraron muy comprensivos con ella, entendieron que necesitaba su espacio y se apartaron aunque no entendían que pasaba por su cabeza. Sobre todo Steve, que ya parecía haber sacado sus propias conclusiones.

-E-era muy hermosa - continuó el rubio, refiriéndose a la obra de Cleopatra - pero algo me dice que su belleza no fue realmente lo que te cautivó.

Amirah sonrió levemente al tiempo que negaba con la cabeza.

-Ví a una gobernante dispuesta a dar todo por su gente - regresó la mirada al delicado lienzo - tal vez todo hubiera sido diferente si... - se quedó a media oración y bajó la mirada, en sus ojos había un brillo de arrepentimiento, incluso de impotencia.

Steve lo notó y la preocupación lo invadió. No quería que la castaña dejara de sentirse libre al expresar sus sentimientos, al menos no con él.

-Amirah...

-¿Por qué eres tan bueno conmigo? - la pregunta brotó de su garganta sin su permiso. No era el mejor cambio de tema pero si que podía matar dos pájaros de un tiro; se evitaba explicaciones sin sentido y obtenía la respuesta a la pregunta que llevaba rato atormentándole - No tienes ninguna necesidad de preocuparte, de escuchar mis problemas y mucho menos de hacerme sentir mejor pero aquí estás - continuó y esta vez fue ella quién buscó conectar su mirada con la de él - ¿por qué?

El rubio abrió la boca y casi al instante volvió a cerrarla.
Ni siquiera él se había planteado el porque de sus acciones, simplemente... le nacía.

Siempre se consideró un hombre con un instinto protector muy desarrollado. Pero cuando se trataba de Amirah, ese gesto se elevaba por las nubes. No le importaba pasar noches en vela si con eso conseguía hacerla sentir mejor, así como tampoco le molestaba escuchar sus explicaciones acerca de la cultura egipcia, al contrario.
Era un deleite poder presenciar todo ese amor por la historia y la cultura, poder ver ese brillo en sus ojos cada vez que visitaban un Templo nuevo.