16. Emboscada

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Al cabo de un rato de estar caminando sin rumbo fijo, Amirah se dejó caer sobre la arena sintiendo que los músculos y las extremidades le rogaban por un poco de descanso

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Al cabo de un rato de estar caminando sin rumbo fijo, Amirah se dejó caer sobre la arena sintiendo que los músculos y las extremidades le rogaban por un poco de descanso.
Tenía migraña, un intenso dolor de cabeza que apenas la dejaba pensar y como si eso no fuese suficiente, cada vez que se detenía por más de cinco minutos los susurros y el eco de las voces en su cabeza regresaban.

Ni siquiera sabía si era coherente buscar una caja cuya existencia no era del todo segura. Sin embargo, sus opciones eran limitadas.

A su alrededor, las columnas de arena se sacudían furiosas mientras que el camino que se mostraba ante ella se encontraba totalmente despejado e incluso iluminado por algunos rayos de sol, que se colaban a través de las nubes negras que cubrían el cielo. Un espacio libre de desastre que equivaldría al ojo de un tornado.

Quien quiera que tuviese el control y poder para manejar los fenómenos naturales a su gusto, no tenía ninguna intención de lastimarla, por lo menos no todavía. Y eso lejos de hacerla sentir tranquila, encendió todas las alarmas en su interior. Alguien estaba anticipando todos los pasos por ella y en ese punto ya comenzaba a sentirse harta de todo, de los dioses, de la misión, de HYDRA y de la fastidiosa responsabilidad que había caído sobre sus hombros gracias a sus lazos con Cleopatra.

¡Ella no había pedido nada de eso!

Lo único que quería era encontrar la salida, quería encontrar a sus amigos y darse una ducha que le permitiese sacarse toda la arena de las orejas. Oh y también quería dormir. Sentía incluso la cabeza caliente de tanto pensar.

Necesitaba un respiro. De todos modos, ¿Por qué era tan importante la dichosa caja? ¿Por qué era su deber encontrarla?

Un suspiro frustrado escapó de sus labios y cuando apoyó las palmas en la arena para ponerse de pie, se sorprendió al sentir bajo su tacto una textura dura. Se tensó inmediatamente. Apretó los párpados con fuerza y comenzó a negar con la cabeza una y otra vez.

-No, no es verdad - balbuceó roncamente - Ya estás delirando, Amirah - se dijo a sí misma y en un arranque de valor, bajó la mirada.

Retiró la mano con miedo y lo primero que percibió, fue el resplandor brillante del frente de la caja que sobresalía de la arena.

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EMPIRE [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora