EMPIRE [Steve Rogers]

8. Imprevistos

Llegaron a la entrada del templo diez minutos después.

Estaban exhaustos, sedientos y hartos. Sobre todo Tony, quién se dio el lujo de ignorar deliberadamente todas las amenzas de Natasha al exteriorizar cada una de sus quejas durante el trayecto.

Atravesaron las entradas externas y cuando llegaron a la principal, se llevaron una gran sorpresa. La puerta era enorme, en serio gigante, pero eso no era todo, además estaba adornada con un bonito candado que, según el millonario, parecía tener más años de antigüedad que el propio Capitán.

-Bien ¿y ahora que? - preguntó Bruce, tras soltar un suspiro cansado

-Tenemos que encontrar una forma de entrar - respondió Natasha al instante, ganándose varias miradas por parte de sus compañeros - después de todo ya estamos aquí

Amirah asintió. Debía admitir que aquel día todo había jugado a su favor, el templo se encontraba vacío pero eso no significaba que en otra ocasión pudiesen correr con la misma suerte. 

-Yo me encargo - dijo Thor al tiempo que se abría paso entre sus colegas para poder llegar al frente.

Levantó su martillo y lo siguiente que sucedió, antes de que cualquiera de los otros pudiese reaccionar, fue el estruendo causado por el golpe y el impacto del muro hecho pedazos.

-¡¿Es en serio?! - preguntó Clint con incredulidad

-Thor, debemos ser más cuidadosos - Steve miró en todas direcciones. Quería asegurarse de que nadie hubiese presenciado aquel acto tan irracional antes de volverse hacia el asgardiano - Tenemos que tener presente que este es un país extranjero, irrumpir en los Templos de manera clandestina ya es lo suficientemente malo como para agregar destrozos y daños a las propiedades.

-¿Qué? - el aludido se encogió de hombros al notar que la ex espía rusa también lo fulminaba con la mirada  - Está abierta, andando.

Se adentró en el Templo y a los demás no les quedó más remedio que seguirlo.

En cuanto atravesaron aquel umbral, Amirah dejó escapar un suspiro impresionado.
Pocas cosas en su vida le habían sorprendido tanto, pero Egipto, cada rincón de el la dejaba más perpleja que el anterior. 
Tanta belleza oculta, hasta el momento desconocida, casi le parecía un crimen que nadie más puediera verla. 

Lo primero que notó fue que, a diferencia de Taposiris Magna, aquel templo era más pequeño. Los caminos eran menos rebuscados y eso en parte representaba un alivio para todos, sobre todo para el millonario.

-Preciosa ¿Crees que puedas traducirnos esto?

La castaña rodó los ojos ante el apodo con el que Tony se había dirigido a ella, pero aún así se acercó dónde él, Steve y Clint, miraban con asombro un muro lleno de inscripción de la antigua lengua. 

Solo entonces entendió el porque del ensimismamiento de cada uno.

El muro era... ni siquiera podía pensar en las palabras correctas para describirlo.