EMPIRE [Steve Rogers]

34. Epílogo

Steve caminaba por la oscuras y silenciosas calles de Nueva York, que a esa hora ya estaban inundadas de soledad y era iluminadas por nada más que la luz de la luna. Llevaba la mirada clavada en el suelo hasta que sin darse cuenta, ya se encontraba atravesando la entrada del complejo. 

Subió en silencio hasta su habitación, abrió la puerta y desde ahí observo todo en el interior. Su cama, el pequeño mueble a lado de esta, el escritorio con unas hojas encima, el reporte a medio escribir de lo sucedido en Egipto y una taza de café, seguro ya frío. 

Regresar a la gran manzana había sido un golpe de realidad demasiado doloroso para él, para todos en verdad, de pronto ver a tanta gente en las calles, escuchar el escándalo de los autos y caminar sin tener que fijarse un rumbo para no perderse en medio del desierto les resultaba de lo más extraño. 

Como era el protocolo, tenía que entregar un informe escrito y jamás le había costado tanto trabajo hacer uno, Nick no le había dicho una sola palabra, no lo presionaba a pesar de llevar ya dos días atrasado con la entrega, pero sabía que era porque el Director se encontraba igual que él. 

Las cosas habían salido tal y como se planearon y eso era lo que más le dolía, Amirah hizó exactamente lo que dijó que iba a hacer, se encerró en la tumba en el palacio de Alejandría durante 3 horas y cuando todo el bullicio terminó, cuando el humo se dispersó y lograron neutralizar a cada agente de HYDRA involucrado en el plan de Seth, lo que encontraron dentro... aún podía sentir la mortífera acidez que quemaba su pecho al sostener el cuerpo sin vida de la castaña entre sus brazos. 

La abrazó con fuerza contra su pecho y le susurró al oído que lo había logrado, que había logrado salvar a su Imperio que todo Egipto había sido testigo de su sacrificio pero ella ya no lo escuchaba, se había ido para salvarlos. 

Nut, Sekhmet, Ra, Hathor, lograron hacerle frente a Seth cuando quedó debilitado y todos volvieron a donde siempre pertenecieron, sus templos, la CIA dió seguimiento al expediente y Caelan fue trasladado a una prisión de máxima seguridad, se enteraron de que también existía una base de HYDRA en el Cairo e inmediatamente se desmanteló. Regresaron entonces a Nueva York sintiéndose derrotados a pesar de haber vencido, sintiéndose abatidos y con el peso de la perdida en sus hombros. 

Eran conscientes de que sin Amirah jamás lo hubieran logrado pero el agradecimiento era nada cuando ella ya no estaba para presenciarlo. Intentaron buscar miles de explicaciones a lo que pudó haber pasado dentro de aquella tumba, miles de posibles soluciones pero no eran expertos en el tema, ella lo era. 

Y ahora tenía que intentar seguir con su vida, pero le parecía imposible no recordar a la vivaz castaña que se colaba en cada uno de sus pensamientos, el mundo entero parecía gris e insignificante comparado con ella, que había llegado a su vida para ponerla de cabeza, que le había enseñado tanto como jamás imaginó que aprendería, que le había enseñado a ver la belleza en cada sencillo detalle de la vida, que le había enseñado a quererla de una forma completamente nueva. Sabía que ya no era posible vivir creyendo que jamás la conoció, no podía, todo lo sucedido lo había cambiado y su recuerdo seguiría vivo mientras él lo estuviera.  

-Hey - exclamó Natasha tan alto como para hacerse oír en medio de la ola de pensamientos del rubio pero no tanto como para llamar la atención de sus demás compañeros - ¿Estás bien? 

Sabía que no, no era necesario ser un experto para darse cuenta de eso, pero ella lo conocía bastante bien como para saber que todo él gritaba por ayuda, sus ojos azules expresaban tristeza mezclada con dolor. 

-Lo estaré - respondió siendo incapaz de determinar un tiempo para cumplir la promesa implícita en sus palabras, pero sabía que el día, en el que todas las piezas de su corazón volvieran a unirse, llegaría tarde o temprano. 

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"Usted y yo, coincidimos en el camino con varias personas. Pero créame que lo que ambos hemos vivido; así de fácil no se olvida. Y es que las buenas historias jamás se borran, ni siquiera perdiendo la memoria..."