EMPIRE [Steve Rogers]

31. Lo realmente importante

You think I'm not a goddess?
Try me
This is a torch song
Touch me and you'll burn

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-¿Por qué sigues aquí? - preguntó Hathor y la castaña le sonrió levemente. 

Después de lo sucedido en el templo y con Seth, pensaba que la morena había desaparecido. Irónico. Ella había olvidado la presencia de la diosa cuando la principal razón por la que estaba allí era justamente un dios. 

-Pues solo observo - soltó una risa apagada y volvió la mirada al frente, evitando a toda costa el escrutinio de la morena - Es lo único que puedo hacer - añadió por lo bajo.

Hathor negó con la cabeza en claro desacuerdo.

-Eso no es cierto y lo sabes - replicó casi molesta - Sabes que puedes irte en cualquier momento, tienes tanto poder como cualquiera de nosotros, puedes escapar...

-¿Y eso a quién beneficiaría? - Amirah la miró como si estuviese esperando que de verdad tuviese una respuesta - Si me voy nada se resuelve, Egipto sigue en peligro al igual que medio mundo y si me quedo... - soltó un profundo suspiro ante la espantosa realidad y la carencia de opciones que se le presentaban - solo puedo esperar.

-Esperar - repitió la diosa con un tono incrédulo, definitivamente no estaba acostumbrada a ver a la castaña tan derrotada - Esperar ¿qué? 

-Crees que no tengo un plan -  la joven se permitió evadir la pregunta de la diosa del amor para pasar al tema que sabía que la había hecho regresar.

-Yo creo que sí, el como lo ejecutarás es lo que me preocupa.

-Crecí sola, me crié sola y por asombroso que parezca pudé sobrevivir. Efrentarme a Seth no perturba mi tranquilidad, ni un poco siquiera.

Hablaba en serio, toda la noche lo único que pudo hacer fue pensar una y otra vez en la solución más acertada a todo el problema y después de darle tantas vueltas, terminó aceptando su destino. Ese que tantas veces cuando era pequeña y deambulaba sola en las calles se preguntó si existiría, ese que en repetidas ocasiones Fury intentó mostrarle pero que por miedo se había negado a ver, ese que jamás creyó que alcanzaría hasta que seis personas se pusieron de pie frente a ella con una audacia nunca antes vista, sin una pizca de temor y dispuestos a mostrarle que la apoyaban en cada paso del camino. Un destino que ahora se mostraba seguro... latente, esperando por ella. 

Se trataba de algo mucho más grande que un hombre con complejos de grandeza y sin duda alguna, mucho más grande que un Dios avaricioso con sed de venganza y fuertes problemas familiares.

Era sobre su legado.  

-Estás sufriendo - murmuró Hathor, sacando a la castaña de su ensimismamiento.

-¿La diosa del amor me ha estado evaluando? - arqueó una ceja.

-No te lo digo como Diosa, te lo digo como amiga - respondió la morena - Cuando nos conocimos te dije que no confiaba en los mortales pero tú me has demostrado que son mucho más de lo que se ve en la superficie.