Reloj de arena

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Creía que mi estabilidad emocional había dejado de depender de una persona, que lo había logrado. Me engañé al pensar que ya no lloraría en las noches por un pasado absurdo y un futuro incierto. Ahora incluso los días se han convertido en noches, veinticuatro horas de oscuridad eterna. 

Mis ganas a la vida no son las mismas, ya no veo más allá de la nebulosa que mi mente creó para alejarse del mundo. Una pared de lamentos y heridas abiertas que mancharon de sangre mi confianza con el amor. Dejé de amar con el corazón, empecé a ignorar las señales que me aportaran bienestar mental y emocional. Le comencé a huir a los sentimientos con miedo, me escondí detrás de una pantalla y palabras que lastimaban sin piedad ni consideración. Siempre a la defensiva frente a la más mínima muestra de afecto sincero. 

Arruiné muchas relaciones por no saber cómo amar sin tener la necesidad de lastimar, o al contrario, salir lastimado. Eché a perder mis mejores años y ahora sólo deseo que la vida me de la oportunidad de recuperarlos, sabiendo que es imposible. Sé que lo único finito es el tiempo y mi reloj de arena tiene una base desbordada, intentando tener una capacidad mayor para parecer eterno. Despilfarré tiempo y ya no sé como conseguir más, ¿cómo comprar algo que no tiene forma? Disfrutando. Disfrutar del momento sin dejar que los malos pensamientos me invadan otra vez, agradecer lo que me queda y aprovecharlo al máximo. Sí, esta vez eso intentaré.

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