Fuiste

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El fuego que recorría tus mejillas era incapaz de disimular tu amor al mirarse a los ojos.
El mar fresco entre tus manos demostraba tus nervios, iguales a la primera vez.
El aliento a menta de tus labios refrescaba el ambiente y repartía ganas de probarlos a quien los viera.
Todo tu ser era irresistible para quien lo conociera. Para mí, que te conozco a la perfección y amo todos tus imperfectos, ¡imagínate lo qué será! La tortura más bella que jamás haya conocido.
Pero había algo en tus ojos que no permitía que nuestros corazones se fundieran en uno y nuestros cuerpos se rozaran con deseo. La frialdad de tu mirada y la crueldad de tus palabras contestaron todas mis preguntas. Ya no me querías... y no volverías a hacerlo.

Ahora mi rostro entero se ahogaba en llantos y mis manos se esforzaban por crear un muro entre mis ojos y el mundo.
Mis labios morían de ganas de probar los tuyos por última vez.
Todo mi ser estaba destrozado. Mi cuerpo entero se arruinaba con el tiempo pero mi corazón fue fuerte y curó todos los raguños e costa mía, sólo. Hasta que un día volvió a amar.

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