Ilusión

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Volar sin un lugar de aterrizaje era el mejor viaje que había hecho en mi vida.
Ya nada tenía importancia y la felicidad parecía permanente. La tristeza sólo llegaba en los viajes sin un camino.
Yo tenía un camino neuronal completo, nada podría romperlo.

Me sentía inocente. Mi promesa no estaba oficialmente rota. Nadie sabía de mi nueva amiga.
Vivía envuelta en una fina capa de tela delicada y sus labios tenían un dulce inigualable.
Sus nombres se contaban de a mil, la conocía todo el mundo, pero nadie admitía hacerlo.

Su nombramiento causaba vergüenza, orgullo e incluso debates a muerte.
Si sos valiente y crees tener autocontrol la llamas a tu cajón. El autocontrol te abandona y ella se decide a habitar tus escondites más extraños.
Incluso tendrás tantas ganas de tomar el teléfono y pedirla, que ella te mandará a algún otro amigo suyo para que mate tu cerebro.

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