La muerte

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–Le tenés miedo a la muerte?– me preguntó aquella señora de pelo rubio, dentro de una pequeña sala color turquesa repleta de cuadros y estantes.

–No.– le dije, haciendo que su cara tomara una expresión de sorpresa.

–Le tengo miedo al olvido.– continué.

–¿Y qué es olvido según vos?– preguntó uniendo sus dedos y apoyando su barbilla en los índices.

–El olvido... Parece fácil de describir pero realmente no lo es. Como bien usted preguntó la definición del olvido según yo, supongo que lo hizo porque entiende que para cada persona existe una definición distinta. ¿Para usted cuál es? Supongo que puede contestarme eso al menos.

–Lamento decirte que no puedo. Primero tenés que contestarme vos.

–Muy bien, creo que lo supe desde un principio. Para mi el olvido es una elección propia, cada uno elige si quiere ser olvidado o recordado por el resto de la eternidad, o por alguien. El olvido no solo se basa en ser recordado por todo el mundo, se basa en ser recordado por personas importantes en tu vida. No digo que no puedas ser recordado por todos, podés descubrir la cura del cáncer o ser el protagonista de una masacre, de ambas formas muchas personas te van a recordar. Si le prestas atención a los ejemplos podés notar que vos elegís cómo ser recordado, para bien o para mal, con amor o con odio, con orgullo o con pena...

–¿Y eso es el olvido para vos? Ser recordado por el mundo.

–Algo así, aunque creo que usted no me entendió del todo bien.

–¿Cómo así?– levantó su ceja derecha un poco más que la izquierda y me observó atenta.

–Yo dije que no es necesario ser recordado por todo el mundo, solo basta que una persona te recuerde para que el olvido no recaiga sobre vos. Depende tu situación pueden ser miles de personas únicas para vos que pueden rcordarte: tu mamá, tu hermanx, tu pareja, tus amigos... Ellos pueden tenerte en su memoria por todos los momentos vividos, por las acciones hechas y las palabras dichas. Repito, no es necesario ser recordado mundialmente para no ser más que polvo una vez que tu corazón deje de latir. Así que, voviendo a su primera pregunta, no le tengo miedo a la muerte sino a el olvido de las personas a quienes amo. Sin mi en sus memorias ya no sería nada y mi vida habría sido en vano.

–Impresionante... Ahora lo siento pero el tiempo se acabo y ya es hora de tu sesión.

–Un placer compartir otro de mis pensamientos e ideas con usted.

–Suerte, recuerda: mente positiva ante esto, nunca serás olvidada ni por las personas a quienes amás ni por los que te aman y admiran por esta lucha.

–Gracias.– como siempre, la abracé fuertemente y me fui a la larga sesión de quimio que se supone me va a salvar...

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