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Camino por los pasillos de las oficinas. Buscando la puerta correcto siendo guiada por el aroma que desprende... un fuerte olor a perfume que tiene un ligero rastro a muerte. Quien pensaría que el Agente D'Targarden fuera un vampiro... ¡NADIE!. Aunque no es un vampiro completo... si no una pequeña parte, como un quince por ciento. Solo yo logre detectarlo... y como deseo arrancarle la cabeza.

Al fin doy con la puerta que busco y entro sin tocar. Me mira y regresa a sus papeles.

Camino hasta quedar frente a su escritorio.

-Que quieres, Lharzy.- exige con voz cansada.

-Un permiso.- tomo un bolígrafo y juego con el.- Quizás uno permanente.

-¿Un permiso permanente?.- deja los papeles a un lado.- Para que querrías un permiso si tu deber es aquí en el ejercito.

-En realidad mi deber es allá... afuera.- señalo con el bolígrafo el exterior.- De todas maneras no dejaria de matar a esas... criaturas, lo disfruto.

me mira con atención.- Si te dejo salir... ¿que harás?.

-Descubri... que mi familia poseía una mansión con aires de castillos medieval. Toda mi familia biológica vivia alli antes de ser asesinados en sus camas.- escucha atentamente.- Tengo pensado establecerme allí, reunir aliado, uno que otro enemigo... matas a unos cuantos muchos lobos... lo que mas me gusta hacer.

-¿Debo confiar en ti?.

-Nunca confíes en un licantropo, y mas si es descendiente de asesinos sanguinarios.- deje el bolígrafo en su lugar.

-Te daré el permiso... pero debes mantenerte en contacto conmigo. Toma.- me pasa una tarjeta de presentación con su numero telefónico.- Comprate un teléfono, te hara falta. Te asignare un transporte para...

-¡QUIERO UNA MOTO!.- empecé a retroceder a la puerta.- SIN EXCEPCIONES!.



(...)

Me dirijo a la cafeteria habilitada para los raritos reclutados de la secundaria. Y todos parecen morirse porque sus teléfonos fueron decomisados y probablemente destruidos. Llevo mi típica vestimenta de negro.

Unos pantalones militares negro... una camiseta manga larga, tunica que roza el suelo y botas militares del mismo color.

Me siento feliz. Saldré de esta pocilga por lo que resta de mi vida... aproximadamente unos ochocientos años mas debido a mi descendencia.

Mi escuadrón también fue asignado a la misma cafetería... racistas, no comprenden que ellos no deben juntarse con personas como esos adolescentes. El único que no me teme es Juan, ya que me es leal... al igual que Sho.

Con la manos en los bolsillos de mi pantalón, patee la puerta... se abrió de golpe callando los gritos sin sentidos de todos. Me miran con terror... saben que soy su superior. Me muevo con superioridad entre los pasillos de las mesas... me encuentro con la mirada de chicas que me molestaban por diversión, ahora me odian por encerrarlas aquí... putas al final.

-¡JEFECITA! ¡AQUÍ!.- miro a Juan levantando de su asiento. Me aproximo y tomo asiento.- Como vas, eh? Nos dijeron que saldrás por tiempo indefinido.

-Uhm... recuperare lo que era de mi familia, o mejor dicho... le sacare el polvo para asentarme alli.- tomo una manzana de la bandeja de Mark y este se queja.- Necesitare un beta ya que no tengo uno... tenia pensado que fueras tu, Sho. Y que tu, Juan, seas mi delta...

-Es enserio?.- asiento.- Es fantastico! ¿Eschuchaste, Chino? ¡Tendras el puesto que tenia tu padre! Es maravilloso... ¿cuando estaremos contigo?.

| Mi Asesina | Saga Cuervos #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora