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Decían que el tiempo curaba y borraba herirás al igual que recomponía un corazón roto, pero Jin cada vez que leía aquella vieja carta llegaba a pensar lo contrario; porque el escozor que sentía en su pecho y en su alma aun quemaba como en aquellos días de su inocente niñez, en la cual con la más pura de las inocencias esperaba por el regreso de NamJoon en aquel lugar que había sido el secreto y refugio de ambos, pero al pasar el tiempo finalmente se dio cuenta que no valía la pena seguir esperando por alguien que se fue dejando una simple y arrugada carta.
Jin aún recordaba cómo después de aquello había llorado mucho al pensar que no vería nunca más al de cabellos castaños, como había ido todos los días al bosque donde siempre se reunían con las esperanzas de escuchar su violín. Como se había parado frente a la mansión Kim a pesar del miedo que siempre sintió de ir a esa casa por todo lo que decían en el pueblo acerca del padre alfa de NamJoon.
Él sintió mucho desasosiego por no ver al alfa por esos tres largos años, hasta que con quince años volvía a escuchar aquellos tonos tan familiares, aquella sonata solo dedicada para él y esos ojos brillar ante su presencia. SeokJin había estado ciertamente abrumado desde su reencuentro...
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—No quiero casarme —manifestó mientras comía, sin querer mirar a la cara a su progenitora.
—Cariño... ya hemos hablado de esto —la mujer suspiro y volvió a llenar el plato del menor al notar que había devorado todo en tan poco tiempo. SeokMin nunca había visto a un omega comer tanto como lo hacía Jin, pero sabía que el menor gastaba mucha energía y estaba en pleno desarrollo, por lo cual merecía comer suficiente para estar saludable y fuerte—. Sabes cómo son las nuevas reglas... Si no encuentras a alguien te obligaran a casarte con un alfa cualquiera que este soltero... Puede ser un total desconocido para ti y no importa qué clase de mujer u hombre sea, tendrás que someterte a las reglas...
—Lo sé mamá... y odio esta mierda —Jin aparto la comida sintiendo que ya no tenía ganas de probar alimento alguno de tan solo imaginarse teniendo que comprometerse con un desconocido o uno de esos alfas detestables con los que había llegado a pelear.
—Cuida tu vocabulario, niño... —la mujer regaño con una fina línea formada en sus labios.
—¿Cuidarlo? ¿Por qué debo de hacerlo? ¿Por qué soy un omega y debo de hablar correctamente? ¿Por qué no puedo decir groserías? —preguntó con enojo. Estaba cansado de todas las prohibiciones que tenían los omegas y las cuales se iban sumando gracias al nuevo vejestorio que tomo el mando del pueblo.
—Sabes que no me refiero a eso, simplemente no me gusta que hables de esa forma cuando estamos comiendo —aclaro negando con la cabeza y Jin suspiro sabiendo que estaba dirigiendo su mal humor a la persona equivocada.
—Lo siento mamá...
—No te preocupes Jinnie... sé que la tienes bien difícil por mi culpa —La mujer agacho la cabeza, si ella no fuera tan débil, su pequeño no había tenido que pasar por tantas situaciones malas en esos quince años. Jin era todo lo que ella no pudo ser y estaba orgullosa de él sin importar las cosas que escuchaba en el pueblo acerca de su hijo—. Cambiando de tema... Tú... ¿Te has encontrado con el joven Kim otra vez?
