Capítulo Once

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—Así que aquí es donde vive la herborista, ¿cierto?

El alfa cuestiono a uno de sus centinelas con incertidumbre al mismo tiempo que portaba una sonrisa maliciosa en los labios. El vigía inmediatamente asintió en afirmación hacia la pregunta y señalo la pequeña vivienda en la colina con su dedo índice.

—Así es mi señor... Y como usted pidió la hemos estado vigilando estas cuatro semanas, pero no hay nada extraño o sospechoso que reportar.

SeungWoo se cruzó de brazos estando un poco disgustado, pero siguió sonriendo al ver la pequeña casa –que convenientemente estaba bastante alejada del pueblo–, antes de mirar a sus alfas dándole la señal de mantenerse en los alrededores mientras él terminaba con los asuntos que tenía pendiente en aquel lugar ese día.

Insólitamente, había pasado un mes completo desde que NamJoon junto aquel omega habían escapado, y hasta el momento no había ni un rastro del paradero de ambos jóvenes.

SeungWoo estaba furioso por dentro; al no poder aceptar perder aquel juego contra su hijo, porque era inaudito que el alfa menor no cometiera un error y dejara alguna pista que lo llevara a su escondite. Pero en lo que llevaba de mes la madre de aquel omega no le había dado nada que pueda servirle, ya que se comportaba como si no supiera nada; llorando y pidiendo ayuda para buscar a su "hijo perdido".

Se paró frente a la puerta y dio tres golpes esperando que la omega abriera rápidamente, para poder interrogarla más a fondo, a sabiendas que la bruja no era inocente y sabía algo más de lo que predicaba.

Un minuto después la puerta fue abierta y ella le miro con una expresión sorprendida a la vez que vacilaba confundida por su repentina visita.

—Señor Kim... ¿En qué puedo ayudarle?

SeokMin pregunto con mucha normalidad pase a lo extrañada que estaba al ver a aquel despreciable alfa parado en su puerta mirándole con un brillo en los ojos desagradable.

—He venido a hablar acerca de nuestros hijos... —el hombre sonrió falsamente y la pelinegra quiso entrecerrar los ojos al no esperarse nada bueno de aquella repentina visita con motivo de sus hijos— ¿Me permite pasar?

La herborista aguanto las ganas de negarse a la petición y puso todo de sí misma para sonreír amable y apartarse de la puerta para dejar entrar al alfa; viendo sobre su hombro a los centinelas que aguardaban a unos metros de su hogar atentos a todo lo que pudiera pasar en su alrededor, trago en seco y respondió:

—Por supuesto, pase señor Kim —le dejo entrar y cerró la puerta cuando el hombre ingreso en su morada—. Imagino que ha sucedido algo nuevo con el caso de mi hijo... Ya que no es muy casual verlo fuera de su casa.

La pelinegra hablo de inmediato mordiendo su labio inferior con preocupación, esperando que no representara nada malo la visita de SeungWoo. Sonrió con fingida preocupación cuando el hombre se dio la vuelta para mirarla, antes de invitarle a tomar asiento en el sillón de su pequeña casa.

—Es parte de la razón por la cual he venido hablar con usted, SeokMin —declaro observándola fijamente mientras se sentaba como si escudriñara debajo de su piel para encontrar la verdad.

La aludida relamió sus labios sintiendo repentinamente más tensión en el ambiente por la mirada penetrante del hombre, la cual inevitablemente le hacía querer retroceder y escapar de aquel cuarto al sentir como su lobo quería doblegarse sabiendo que era un suicidio ir en contra de alguna palabra de aquel alfa.

—Espero sean buenas noticias... —susurro juntando sus manos con falsa esperanza— Estaba preparando el té... ¿le gustaría una taza, señor Kim?

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