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SeokJin camino hasta el lugar que le indicaron, estando completamente molesto e irritado por lo sucedido unos momentos atrás con el maestro Han. Acaricio su muñeca izquierda para quitar un poco el dolor consecuente de la fuerza que el hombre había ejercido en ella para tratar de intimidarlo y doblegarlo unos minutos atrás y suspiro sabiendo que pronto se pondría morado...
—¡Kim SeokJin!
Él le había llamado, con un tono bastante desagradable para el gusto de Jin, invadiendo su espacio personal y jaloneándolo por un brazo.
—¿Qué le pasa? ¡Suélteme! —gritó con hastió no comprendiendo que le sucedía al maestro con él en ese momento.
—¿Qué crees que estabas haciendo...? ¿Eh? —gruñó bajando la voz y Jin miro a su alrededor notando las miradas curiosas sobre ellos.
Su exclamación había llamado la atención de los alfas y omegas que estaban a su alrededor dirigiéndose hacia los asientos de troncos donde debían sentarse a esperar por las pastillas. Todos ellos estaban mirando atentos a lo que sucedía entre el profesor y él; lo que Jin pretendía aprovechar por supuesto.
—¿De qué está hablando? ¿Por qué se la toma siempre contra mí? —Inquirió levantando la voz para que los demás escucharan, no obstante estaba rehusado a hacer algún gesto de dolor al notar como el alfa estaba ejerciendo más fuerza en su agarre para que bajar la voz— ¡No he hecho nada!
—¿Crees que soy ciego? Sé que tú estás planeando algo... —el hombre mascullo con rabia y a Jin no le quedo de otra más que fruncir el ceño realmente pensando que el hombre tenía algo en contra de él más allá de lo laboral.
Siempre fue así, desde que Jin tomó su clase por primera vez el hombre había sido asquerosamente borde con él a diferencia de otros maestros. El señor Han parecía siempre tener un ojo en él y querer hacerle la vida imposible culpándolo de todos los acontecimientos problemáticos en la escuela.
—Solo estaba hablando con mis compañeros... no sé de qué usted está hablando —replicó con un tono inocente, pero la burla en su mirada era delatadora, aunque a ese punto no le importaba, después de todo el alfa no tenía pruebas de que él estuviera planeando algo con que acusarlo.
—Tú... omega... —masculló con rabia y apretó mucho más la muñeca de Jin al punto que el pelinegro no pudo contener un pequeño jadeo de dolor.
Por un demonio que el alfa parecía querer romperle la mano.
—Suélteme... —murmuro frunciendo el ceño, pero la actitud del hombre era de todo menos de querer soltarle. Jin podía notar como sus ojos brillaban de una forma extraña. Era preocupante.
Trato de volver a zafarse del agarre, pero fue imposible y solo causo que el hombre le apretara más la muñeca cortando su circulación al pensar que con aquello Jin se delataría. Estuvo a punto de volver a replicar, pero sus palabras se quedaron trabadas en su boca cuando escucho aquella voz grave a un lado de él.
