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Lydia

Busco a Liam por todas partes, el supermercado luce un poco vacío, aunque es de esperarse, es normal que entre semana luzca así, más aún cuando hay muchos proyectos pendientes, recordar el incidente de los juegos solo hace que me moleste conmigo misma, debí negarme, pero nadie esperaba que Meli fuera tan distraída como para no decirle a Idali.

—Lydia —escucho su voz, es Zac, me maldigo y finjo que no lo escucho —Lydia —vuelve a decir, mi cuerpo se tensa, nada de esto debe estar pasando, camino a paso veloz, pero él parece tomar mi mano —Tenemos que hablar —dice molesto.

—Tú y yo no tenemos nada de qué hablar —digo enfadada y me suelto de su agarre.

—Por favor, esto no puede...

—No Zac, ¿acaso piensas que es fácil lidiar con todo? ¿piensas que voy a estar como si nada?

—No, sólo que ya no puedo, realmente te necesito.

—Jodete —me apresuro a decir —Me importa un carajo lo que salga de tu boca, tú y yo no tenemos que hablar de nada, lo arruinaste, realmente te amaba, pero al parecer tú no compartías ese sentimiento —digo, a pesar de cómo se me hace añicos el corazón, verlo mal sólo me hace arrepentirme de mis palabras.

—No, no me puedo hacer a la idea de que has dejado de amarme, te conozco, frunces el ceño y muerdes tus labios, además, ¿crees que no noto como apunta tu mirada a mis labios? —cuestiona con lágrimas en los ojos.

—Pues más vale que comiences a creerlo —digo marchándome del lugar.

—No, debes escucharme —exige molesto, puedo sentir como me toma de la cintura, no sé cómo, pero me encuentro encima de sus hombros, me está cargando como a un costal de papas.

—Maldita sea, Zac bájame de una buena vez —pido enfadada.

—No, tú y yo iremos a hablar.

—¡Auxilio!, este tipo me está secuestrando —pido suplicante y la gente parece alarmada.

—No le hagan caso, es mi hermana —dice Zac tranquilo y parecen creerle, yo golpeo su espalda molesta, aunque es inútil, él está decidido a llevarme así, veo que nos acercamos a su coche, abre la puerta y me mete ahí.

—Eres un completo idiota.

—Si, un idiota enamorado —responde cerrando la puerta, trato de salir, pero este pone seguro, lo veo con odio, yo no quiero estar aquí, siento como mis ojos empiezan a cristalizarse, veo que comienza a acercarse y seco rápido las lágrimas que amenazan con salir, su semblante luce triste, pero eso no evita que le dé una cachetada —Puedes hacerlo otra vez, lo merezco —añade y sin dudarlo lo vuelvo a abofetear, pero casi en seguida golpeo su pecho una y otra vez hasta cansarme.

—¿Por qué tenías que llegar a mi vida?, ¿por qué tenías que atontarme?, ¿por qué me enamoraste?, ¿por qué demonios no me dejas en paz? —cuestiono enfadada, él no dice nada, sólo baja la mirada —Te odio, desearía tenerte lejos de mi vi...

—¡Basta! —grita molesto —Se que merezco cada palabra, pero me duele...

—¿Piensas que a mí no me duele tener que verte la cara, cuando lo único que quiero es tenerte lejos?

—Sé que te lastime, sé que no te hace bien verme, pero necesito que me perdones, Lydia, amor, no puedo estar sin ti, me he sentido muy jodido sin ti, ¿crees que yo quería enamorarme?, mi vida iba muy bien, estaba bastante bien disfrutando de mi libertad...

—Pues ya eres libre, ahora puedes seguir siendo el mismo perro de siempre.

—¡No, maldición! —exclama molesto —¿Acaso no has entendido?, Lydia, tú hiciste de mi mundo perfecto un caos, con nadie más he sentido lo que siento por ti, nunca imagine un futuro con alguien, veo una vida contigo.

NUNCA ME DIGAS TE AMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora