Capitulo 8

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Decisiones

Cuando era un jovencito su rebeldía a flote y su poco interés en las cosas lo limitaba a vivir la vida nada más. Su arrogancia innegable de la personalidad del ahora actor. Vivió por muchos años en un gran palacio de exquisita opulencia, su padre allegado a la corona británica imponía sus reglamentos, pero la rebeldía de su hijo hacia que siempre terminara rompiendo las reglas y las costumbres de la familia. Pese a usar el apellido de su padre para darse algunos beneficios no estaba a gusto en el seno del hogar donde crecía. Uno en el que no había amor y la superficialidad era lo fuerte en ese círculo, sin el amor de su verdadera madre, los desprecios continuos de la Esposa de su Padre y la indiferencia del mismo que, difícilmente Terry podría abrirse y amar a alguien y, cuando al fin sintió que lo había logrado, cuando se enamoró de aquella niña pecosa de ojos verdes, le fue arrancado de su pecho inevitablemente. Terry estaba aprendiendo a amar, pero no podía sentir ese tipo de amor por Susanna por quien nunca había sentido nada, más que agrado.

Tras su regreso de Filadelfia Candy entregó los donativos al hogar de Pony con lo que se podían solventar algunos gastos, el aporte que Albert destinaba era muy bueno, pero cada día llegaban más niños que necesitaban desde una cama donde dormir, sabanas, medicamentos, revisiones continuas, recursos para estudio, ropa y comida, así como mantenimiento del lugar y otros menesteres. Era mucho lo que se necesitaba. La labor que realizaba la Rubia era excelente y ya estaba dando a que hablar en algunos medios de la Ciudad. La habían visto en la fiesta de Filadelfia del brazo del empresario Debbie Wartlon, de quien se estaba seguro había aportado un donativo bastante bueno. La noticia corrió como pólvora, Candy era reconocida como la heredera de los Ardlay cuando fue presentada en sociedad como tal. Decidió quedarse un par de días ayudando a sus dos madres y realizando un nuevo programa para sus próximas actividades. Sopesaba su regreso, pero era necesario regresar aunque no quería saber de qué hablaría la Tía abuela con ella. Temía que la anciana insistiera sobre buscar un Esposo entre la sociedad de Chicago. Segura estaba que, si trata de imponerle un matrimonio se largaría sintiéndolo mucho por Albert.

-Candy...toma hija- dijo ofreciendo una taza de chocolate que a la Rubia tanto le encantaba.

-Señorita Pony...ya tengo previsto nuevas visitas en el norte de Chicago. En Evanston precisamente.

-¿Evanston?

- Sí, a la Empresa Manufacturera del Señor Karl Mackenzie. Tengo todos sus datos y muy pronto estaré entrevistándome con él.

-Gracias Candy.

-No me agradezca nada Señorita. Soy ya la que eternamente lo haré por ser quienes fueron conmigo...Además también he disfrutado mucho haciendo esto en verdad que sí.

-Solo espero que no tengas problemas con tu familia.

-No, no se preocupe...la Tía abuela está al tanto de todo esto y me ha dado su apoyo. Pronto volveré...solo necesito dejar algunas cosas en orden. Mi equipaje está listo...Albert dijo que mandaría por mí antes de irse nuevamente de viaje. Le confieso algo señorita Pony.

-¿Que es hija?

-¡No deseo volver!

-¿Por qué hija?

Candy dio un fuerte suspiro -La Tía dice que tiene que hablar conmigo inmediatamente llegue y temo que sea para el mismo tema de siempre "Candice, tienes que enderezar tu vida. Es momento que te cases, así no pones en riesgo el buen nombre de la familia".... Como si eso fuera el fin de todo.

-No, no es el fin de todo, pero sí, deberías pensar en un futuro Candy, no digo que ahora, pero sí, algún dia necesitaras a alguien a tu lado y harás ese futuro, el que tú quieras y con la persona que deseas. Eres mayor y en tus manos esta decidir cuando quieres casarte mi niña.

Vuelve  a mis brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora