Capitulo 9

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ituaciones

Continuaba en el jardín observando las hojas mecerse con el viento y una ráfaga alborotaba su vestido. Cuando levantó su vista se llenó de emoción al ver quien se acercaba

-¿Albert?... ¡Albert!-Se escuchó desde el jardín. El auto con el emblema de los Ardlay conducido por el mismo se estacionaba en el interior de la mansión, el guapo y elegante Rubio descendia de este cuando Candy corrió como un chiquilla hasta él abrazándole con tanta alegría.

-Ja ja ja pequeña... ¡que hermoso recibimiento!

-¡Te había extrañado tanto Albert!- su semblante paso de la alegria a la tristeza- fueron muchos días sin verte.

-Yo también Candy, no te imaginas las veces que pensé que ya no estarías aquí. ¿Cómo están las cosas con la Tia?

-¡Tengo que hablar contigo!, lo antes posible Bert...

-¿Puedo buscarte luego en el jardin?

-Si lo prefieres puedo ir a tu despacho- él asintió y ella dispuesta a volver al jardin giró sobre sus pasos cuando

-¿Dónde crees que vas niña desvergonzada?- la fuerte, dura y seca voz de la Tía le erizó la piel y hasta a Albert le sorprendió y tenia puesto sus ojos en la anciana.

-¿Qué pasa Tía?- posicionaba sus brazos en gesto protector-¿por qué trata así a Candy?

-Estoy cansada de decirte William que tienes que hacer algo con esta muchachita, nos traerá vergüenza a la familia y no lo puedo permitir- La Rubia enfermera tenía sus ojos llorosos, no entendía que estaba pasando, ¿por qué la tía decía todo eso?.

-Por favor... ¿podía explicarse?, pero no aquí...será mejor hacerlo en mi despacho.

Los tres iban en silencio. Candy con sus pensamientos alborotados y una punzada en su corazón. Había visto muchas veces a la Tía abuela furiosa, pero como ahora, no, ahora era muy diferente. Albert apretó sus manos transmitiéndole confianza y seguridad, ella dió una mirada fugaz.

-¡siéntense!- dijo tomando lugar una vez que Elroy quedo frente a él y Candy a su lado, la Rubia seguía confundida y levantó su vista topándose con la de la Tía- ¿y bien? ahora me puede decir ¿qué es lo que pasa?

La anciana sacó el sobre y se lo mostró a su sobrino.

-¿Qué es esto?

-Es evidente William, una carta.

-Sé que es una carta, pero, pero es para Candy, ¿Qué hace usted con la correspondencia de Candy? Y, de esta forma- la Tia Elroy sintió un poco de pena delante de su sobrino. Tenía razón no era bien visto en una dama de sociedad portar la correspondencia de otra persona, pero según ella, el caso lo ameritaba, porque estar en riesgo la reputación de la Familia.

-Bien, como verás es una Carta de Nueva York y debo suponer que es de ese hombre que está casado.

-¿Cómo sabe usted que es de él? ¿Acaso la leyó?

-No, pero ¿Quién más puede escribirle a Candice si no es ese hombre?, sé muy bien lo de ellos. ¿Por qué esta niña tiene que estar recibiendo cartas suyas?. Sé muy bien que esa es su letra- la sorpresa de Candy se notaba en sus ojos, pues esa carta nunca estuvo en sus manos.

-¿Su letra? Bueno no sé de donde usted conoce esta letra, pero primeramente esta carta tiene que recibirla la persona a quien va dirigida....Toma Candy, esto te pertenece y disculpa a la Tia abuela- Candy abrió la carta para ver la letra y la firma luego la leeria con calma en su habitación - Tía Elroy, no sé si alguna vez le he dicho, pero Terry es nuestro amigo, no veo nada de malo que le escriba a Candy.

Vuelve  a mis brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora