El valor de una promesa
La Tía abuela se encontraba mucho mejor de su salud y en su cuarto pasaba largas horas haciendo alguna labor o leyendo algún libro de su interés. Cuando Candy entraba a su habitación con el permiso de la Matriarca obviamente aparentaba no prestarle atención, pero de repente le miraba de soslayo.
-¡Disculpe que la interrumpa Tía, pero es hora de su pastilla!
-Candice, te recuerdo que no soy una niña. He dicho que no necesito una enfermera.
-¡Tía!... ¡Lo sé!, pero han pasado más de 10 minutos desde la hora que le correspondía- con eso le dio a entender que ella tenía razón.
-Oh, sí, pero ya me siento mejor...creo que debo dejar ya esas pastillas- dijo tomando la que la Rubia le ofrecía.
-Recuerde que debe finalizar el tratamiento. Es lo que el módico ha dicho: Terminar el tratamiento completo para que no tenga graves recaidas, debe tomar en cuenta sus recomendaciones. Le diré algo, a veces curamos mal las enfermedades porque no tomamos las indicaciones tal como son, luego vienen los problemas peores- Elroy observaba a Candy detenidamente y pensaba que había dejado de ser aquella niña que un dia mandaría a México a trabajar cuando los Leagan la habían tachado de ladrona y sus sobrinos habían intercedido por ella.
-¡Veo que no has cambiado Candice!- de pronto recordó a sus sobrinos a Anthony y Stear y de un momento a otro su rostro se puso rígido- como siempre...hablas demasiado. Revoloteas en toda la habitación y haces que me vuelva el dolor de cabeza.
-¡Oh, disculpe Tía abuela!
-Siéntate....Quiero hablar contigo- se acercó y tomando asiento justo junto al sillón donde se encontraba la anciana. Las manos de la Rubia estrujaban el ruedo de su vestido. Los nervios la estaban asaltando- seré directa niña y espero que así mismo puedas contestarme- asintió-¿Qué piensas de tu futuro? ¿Vivirás un tiempo aquí y un tiempo no sé dónde?
-Yo...bueno, yo...
-¡No es posible que no sepas que hacer de tu vida muchachita!...William como siempre todo te deja pasar, es por eso que tienes una vida libertina y descarriada. ¡Nunca te has comportado como una dama!
-No..., usted sabe que soy enfermera graduada. Esa es mi profesión y nunca he sido una libertina, solo he querido valerme por mi misma sin la ayuda del apellido Ardlay
-Sabes que no lo necesitas.
-Yo agradeceré siempre el que se hayan preocupado por mi enviándome a Londres, y le puedo asegurar que puse todo mi empeño para ser una dama del cual el Tío abuelo William y usted se sintieran orgullosos, pero...
-¡Todavía estas a tiempo!, si tú quisieras por supuesto. No podemos obligarte cuando eres mayor de edad, pero eso no quita que te diga que eres una señorita casadera y que deberias pensar en un Futuro y buscar un Esposo. Te has convertido en una mujer muy bonita y no dudo que tendrás muchos pretendientes.
-¿Un esposo?...no, no....yo estoy bien así Tía...no necesito un esposo- dijo con seriedad
-... me enteré de tu mala conducta con respecto al muchacho aquel por quien escapaste del colegio. No creas que no recuerdo cuando me informaron sobre eso, pero ahora se ha casado ...tienes que olvidarte de ese hombre, dejar de buscarlo. Neal ha sido una buena opción para que te despose...fuiste una tonta al despreciar a un muchacho como él - Aunque no deberia sorprenderle a Candy lo que escuchó no pudo evitar hacerlo y penso que los hermanos Leagan se encargaron de contarle todo a su manera.
-Tía, no sé quien le habrá contado eso, pero no es así.
Albert y los demás se encontraban en la Terraza, después de unos minutos de dejar a la Tía en su habitación caminaba hacia el lugar para reunirse con ellos. Mientras lo hacia pensaba en cada palabra de la Anciana.
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Vuelve a mis brazos
RomanceLa noche en que Candy y Terry se despidieron se habían entregado a su amor. ¿Qué pasara después en la vida de cada uno de ellos? Historia con fines de entretenimiento.