Capítulo 12

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Un encuentro inesperado

La situación de Terry y Susanna se manejaba con discreción esa fue una condición puesta por la madre de ella y aunque seguía esperando por su amor al menos equilibraba su obsesión por él. Toda su energía la canalizaba en sus escritos y había empezado a tocar el piano y probar ella misma sus piezas de música. Robert los escuchó con mucho agrado y fueron presentados días después en los ensayos. La idea de ser ejecutados mientras se desarrollaba la escena era impresionante. El talento de la muchacha para escribir las piezas y darle el toque exacto del momento era perfecto. Realizó un contrato pequeño para su trabajo, con el que se sentía feliz por conseguir estar de nuevo en el Teatro no como antes, pero el estar allí le hacía sentir bien y escuchar su trabajo en manos de otros también era maravilloso.

-¡Le felicito señorita Susanna!, es usted una mujer muy talentosa.

-¡Muchas gracias Señor

-Franco Belmont. Tenía programado estar un tiempo en América, pero ahora no sé hasta cuando volveré a mi querida Francia.

-¡Qué bueno que le ha gustado¡ en realidad tenía mucho miedo de que no fuera del agrado del público.

-Pero ya lo ha visto. ¡Ha sido maravilloso su trabajo!...De nuevo felicitaciones.

-Gracias

El hombre se acercó para besar su mano. Era un hombre muy elegante y muy bien parecido -No quiero ser indiscreto, pero ¿Qué le sucedió?-Ella estaba hipnotizada por esos ojos y él pensó haber cometido un error- ¡Lo siento mucho!, de verdad, no quería incomodarla. En realidad creo que he sido un tonto por....preguntar algo como eso- se sentía avergonzado, pero la muchacha le había llamado mucho la atención. Si, Susanna era muy bonita y cualquier hombre podría sentirse atraído, el problema era que el hombre que ella quería no sentía nada más que gratitud, porque cuando el corazón está ocupado, no existe nadie más en el mundo.

-¡No se preocupe Señor! Aunque me cuesta aceptar mi condición, sé que tengo que aprender a vivir de esta manera... Esto fue un accidente, aquí en el Teatro, cuando era actriz de esta misma Compañía- dijo mientras sus ojos divagaban en el lugar.

-¡Me gustaría volver a verla! y seguir conversando ¿será posible?. claro que si no tiene algún otro inconveniente.

-La otra semana creo que volveré y quizás nos veamos... ¡Adiós!

-¡Susi!, ¿nos vamos hija?

-Si Madre.

Como lo habían previsto al hablar con la tía abuela, sus pronósticos fueron acertados.

-¡No le veo el problema si William va contigo!- Viajaron tranquilos al saber que la Tía estaba mucho mejor de salud, pero tendría una enfermera por si se presentará algo. – ¡Quizás este viaje sirva para aclarar tus ideas Candice! Espero que a tu regreso fijen la fecha de su boda- dijo antes de despedirles

El viento del mar tan refrescante le hacía recordar su primer viaje años atrás, si muchos años atrás, cuando fue enviada a Londres para estudiar y refinarse como una señorita de sociedad. Apenas con doce años en compañía de Georges. Era inevitable no sentir melancolía y tampoco no recordar los momentos vividos aquella noche en que lo vió por primera vez, sonrió con pesadez al pensar en el amor que surgió entonces, las circunstancias hicieron que se desvaneciera como la espuma en el agua y no pudo impedir su tristeza. Sería un viaje largo de varios días y cada instante viendo el mar, se lo recordaría. Caía la tarde y ubicó el sitio parecido en aquel punto donde le había visto llorar, recordó en ese instante sus arrebatos, su cinismo y su arrogancia. Aquella risa sarcástica y burlona, cuando le detalló por completo su rostro, sus pecas y su nariz. Realmente había hecho un inventario exhaustivo de la personalidad y rasgos físico de esa pequeña pecosa de ojos verdes que desde entonces se le metió en el corazón.

Vuelve  a mis brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora