Capitulo 24

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¿Dónde estás Candy?

La hora de la cena y engalanados bajaban haciendo acto de presencia, Alan, Janice y Henry el menor de todos. Sentados a la enorme mesa. Candy se sentía cohibida, el estricto uso de los cubiertos, la forma de tomar el té en fin por mencionar algunos aspectos y no es que en la Residencia Ardlay no se usara un protocolo a la hora de tomar los alimentos y que ella no supiera comportarse en la mesa, pero no era su ambiente, todo era exagerado e incómodo tener a los sirvientes del castllo trás ella. El Duque brindó unas palabras de bienvenida a su hijo, su nuera y su nietecita Victoria. A la Duquesa no le agradó estar en la mesa compartiendo con esa "gentuza" asi les llamaba. Su mirada de indignación no podía ser ocultada.

Terry cariñosamente había tomado de la mano a Candy dándole confianza. Los ojos de Caroline estaban encima de la pecosa esperando quizás cometiera algún error fatal para ella y de la cual pudiera jactarse y hacerla sentir mal. No es que a Terry le importara lo que esa mujer pudiera pensar, pero menospreciarla, eso no lo iba a permitir.

-Y bien hermano, te dignaste a venir a esta casa, a ver a nuestro Padre- Las palabras de Alan aliviaron un poco e hizo que la Duquesa quitara su atención de Candy- ¿Qué sucedió para que fuera eso posible después de tantos años?

-No es verdad lo que dices Alan, ya una vez lo hice para hablarle sobre Candy, mi esposa... puede ser que ustedes estaban muy ocupados...¡Lo entiendo!.

En cuanto a eso, el muchacho no dijo nada. En realidad ellos ni siquiera bajaron, la madre no se los permitió - Oh, si...te pido disculpas por no haberte felicitado por tu matrimonio. ¡Te has casado con una mujer muy bella!

-Lo es, y muchas gracias hermano- contestó con sinceridad

-Es notoria tu llegada Terence

-¿A qué te refieres?

-Bueno... -Omitiendo esa vez, no volviste...¿Por qué ahora?- el Duque y los demás se mantuvieron en silencio ante la conversación de los hombres.

- Mi trabajo en América... es todo- fue su respuesta, una respuesta como muchas de las que acostumbraba a decir, tajante y sin dar tantas explicaciones.

-Pero, supongo que alguna vez se te presentaría la oportunidad de hacerlo en Inglaterra, he escuchado de muchas presentaciones que han venido desde América...-Sabia los motivos de la partida de Terry en aquellos años, era un jovencito, pero lo entendió y en principio se guardó la admiración por su hermano, pero con los años La Duquesa fue trabajando su mente, haciéndole ver que Terry era una amenaza para los planes futuro, alimentaba su codicia de poder y fortuna. Era muy joven aún, pero esos sentimientos se estaban arraigando profundamente

-Hubieses ido y cerciorado ...te juro que me habría encantado saber que mi hermano estaba entre los presentes y que disfrutaba de mis presentaciones. ... ¡Vamos Alan! ¿Por qué no me dices que es lo que deseas saber?- se sorprendió y no pregunto nada más. Al terminar la cena le pidio al Duque poder hablarle en su despacho y Candy se dirigió a la habitación de su hija. La cara de la Duquesa era indescifrable -¿De que hablarán otra vez? ¿Es posible que Terence esté pensando en tomar el ducado?- se preguntaba- ¡No puedo permitirlo! Ese título tiene que ser de mi hijo, de un verdadero Granchester y no de ese maldito bastardo.

-Gracias señora Justin...gracias por cuidar de mi hija.

-Señora Granchester para eso estoy aquí... me retiro...con su permiso- la vieja mujer salió de la habitación y todo estaba en silencio. Los sirvientes llegaban a sus habitaciones que quedaban en el Sur en la planta baja en el exterior del castillo. Estaba inmersa en sus pensamientos. Después de haber estado en la mesa con sus cuñados, su suegro y esa señora se preguntaba sobre la vida tan superficial que tenían los nobles y cuan diferentes se es de ellos. -¡Se complican tanto la existencia!...demasiado...a pesar de todo no deja de ser un lugar hermoso, al menos así lo percibo- pensaba en la vida que tuvo Terry cuando era un niño, un adolescente ahogado en ese lugar, encerrado en su mundo, aburrido de todo y de todos –¡Quizás no todo es tan malo!- exclamó y en eso el picaporte de la puerta giro esfumando sus pensamientos.

Vuelve  a mis brazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora