Valparaíso de mi amor

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Cuando todo parecía ponerse más negro, Katherine llama a Simona. Katherine era su mejor amiga desde séptimo básico, eran muy íntimas y se querían mucho. Lamentablemente, llevaban un par de años sin verse, porque en su tiempo Simona se mudó de ciudad y tuvieron que separarse, pero constantemente hablaban por Whatsapp.

Ahora, que las ciudades donde vivían estaban más cerca, podrían verse otra vez. Para Simona era importante su visita, porque ella la sentía como parte de su familia y era como si su madre fuese a verla. Estaba feliz; tendrían un fin de semana de chicas, o de lleno, bohemia porteña.

Cuando Kathy llegó, fueron a casa a comer. Ahí hablaron de todo lo que había pasado, inclusive del cabello de Simona, de cómo había logrado teñírselo ella misma. Rieron muchísimo, pero también hubo su momento de seriedad en donde le cuenta sobre las dificultades que ha tenido con Damian. Sin embargo, eso no importaba ahora, pues estaban muy emocionadas de salir: Simona de mostrarle la ciudad y Katherine de conocerla.

Simona, a diferencia de su novio, vivía en Viña del Mar, a uno 30 minutos, en micro, de Valparaíso, así que les llevaría un momento en llegar hasta allá. Antes de salir, las chicas se maquillaron juntas como en los viejos tiempos, compartiendo productos y recomendando otros. Luego, salieron a tomar la micro.

Simona tenía el corazón inchado de felicidad. Iban como siempre lo habían soñado: conocer ciudades juntas. En ese momento, llegan a Avenida España, sector que une a Viña del Mar con Valparaíso; y ven la infinitud del mar a través de la ventana, el sol las ilumina y aclara los ojos.

Cuando llegan a la anhelada ciudad de la bohemia, deciden tomar un trole bus, medio de transporte típico de Valparaíso que funciona con electricidad. Llegan a la ex cárcel, que actualmente es el centro cultural de la ciudad y había una muestra artística de tejidos, libros, danza, ropa, comida, música y café. Disfrutaron. Simona había olvidado por completo la semana de mierda que había tenido, ahora era feliz, más feliz que nunca: no quería que acabara.

 Simona había olvidado por completo la semana de mierda que había tenido, ahora era feliz, más feliz que nunca: no quería que acabara

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La noche caía sobre esta ciudad, patrimonio de la humanidad

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La noche caía sobre esta ciudad, patrimonio de la humanidad. Caminaron subiendo y bajando cerros, admirando las pinturas y colores presentes en cada rincón. También, amaron los gatos que estaban en las ventanas de las casas.

 También, amaron los gatos que estaban en las ventanas de las casas

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Eran las 10 de la noche y la ciudad, poco a poco, se tornaba más bohemia

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Eran las 10 de la noche y la ciudad, poco a poco, se tornaba más bohemia. Las plazas comenzaron a poblarse y se armó una fiesta. Gente vendía tabacos, marihuana y cervezas. Había música y estas muchachas bailaron toda la noche.

Luego, subieron hasta Cerro Alegre a mirar toda la ciudad, veianse los barcos sobre el mar y las coloridas casas en los cerros

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Luego, subieron hasta Cerro Alegre a mirar toda la ciudad, veianse los barcos sobre el mar y las coloridas casas en los cerros. Prendieron un tabaco y fumaron. Charlaron. Charlaron entre tabaco y tabaco. Así hasta las 3 de la mañana. Posteriormente, bajaron y bailaron otra vez entre la gente, hasta que los pacos llegaron a desalojar el lugar y todos corrieron, arrancando. Ellas también arrancaron.

Corrieron entre risas y risas.

A las seis de la mañana pasaba la primera micro a Viña

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A las seis de la mañana pasaba la primera micro a Viña. La fiesta había terminado y ellas se marcharon. Estaban exhaustas. Toda la noche carreteando.

"¡Valparaíso de mi amor!" -cantó Simona a pulmón inchado.

"¡Valparaíso de mi amor!" -cantó Simona a pulmón inchado

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